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Jiro le marcó a Uraraka una tarde de miércoles, cerca de las 4 de la tarde. Sorprenderse era un eufemismo. Ni siquiera sabía que la chica tenía su número.

-Qué gusto hablar contigo, Jiro -saludó no muy segura de sí misma. ¿Hablaba por el festival al que le había invitado Bakugou? Sería al final de la semana.

-Sé que te sorprende mi llamada, Uraraka. No me gustaría molestarte, pero surgió una situación.

-¿Qué situación? -cuestionó, alarmándose inmediatamente. Si Jiro le llamaba exclusivamente a ella debía ser algo de cuidado.

-Verás, no estoy en Tokio ni ninguno de los chicos. Pensé que sería bueno llamarte a ti para que vayas en nuestro lugar al hospital.

-¿Hospital? ¿Pasó algo? -se temió lo peor.

-Bakugou. Tuvo una gran pelea con un villano esta madrugada y ha acabado convaleciente.

-¿Qué hospital? -pidió de inmediato, sin querer perder un segundo más-. ¿Desde cuándo está allí?

-Te mandaré un mensaje con el hospital y el número de cuarto. Por favor, mándale mis saludos.

-Sí, sí. Claro -ansiosa, la apresuró. No pensó en si se escuchó grosera. Se sentía con el corazón en un hilo.

-Sabía que eras la indicada.

Kyoka colgó.

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora