lxxxviii.

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Uraraka envió un breve mensaje de texto a Midoriya pidiéndole reunirse en su casa ese mismo día. Fueron tortuosos los minutos en los que esperaron su respuesta, pero prometió estar allí después de las siete. Midoriya había picado después de que Ochako le hubiera pedido que fuera a probar la tarta de melocotones que su madre le había enviado.

Iban a ser unas largas horas de espera hasta que Izuku llegara, pero se las arregló para convencer a Todoroki de que jugara UNO con ella para matar el rato. Él utilizó el tiempo entre los turnos para preguntarle a Uraraka si lo que le iba a decir era correcto o no; estaba tan nervioso por lo que se le venía encima que necesitó tomarse un tranquilizante luego de empezar a tirarse del cabello, como un poseso. Si la situación no hubiera sido tan tensa, Ochako se hubiera carcajeado de él.

Las cartas del UNO estaban todas revueltas y abandonadas sobre la mesita de la sala cuando sonó el timbre. Shoto dejó de andar como león enjaulado de un lado a otro cuando lo escuchó, se quedó quieto como una gárgola y palideció aún más. Uravity lo tomó de las manos y se las apretó en un gesto reconfortante, dándole ánimos, y luego se dirigió a la puerta.

Midoriya estaba parado en el umbral con una sonrisa menos brillante y más fingida que las usuales; o quizá lo notó solo porque estaba esperando hacerlo. Su amigo era buen actor. Había estado actuando por años frente a todos, frente a Todoroki. Le lastimó saber que no pudo lograr que su amigo se abriera a ella tiempo atrás, pero dejó ir el sentimiento rápidamente. No se trataba de ella, se trataba de él. De lo que necesitaba y a lo que se debía enfrentar.

-Te mentí -le admitió tan pronto como Izuku puso un pie dentro de su casa. Sabía que lo primero que vería sería a Todoroki y quería saltarse la etapa donde los tres convivían tensamente, fingiendo que todo estaba bien-. No hay tarta de melocotón.

La mirada horrorizada de Deku cuando sus ojos se posaron en el otro héroe fue tan desgarradora que Ochako deseó con todas sus fuerzas que en realidad sí hubiera tarta y que sus dos amigos solo estuvieran allí para devorársela a mordiscos. Empero, la realidad estaba frente a ella, espesa, tensa, desalentadora. Decidió ser la primera que hablara para quebrar el silencio sobrecogedor, los guiaría, sería su apoyo, y lo demás estaría en sus manos.

-Necesitan hablar -notificó lo evidente, pero intentó explicarse-. Hablar y decirse todo lo que necesitan decirse. Sin importar las consecuencias -a pesar de sus palabras firmes, ella también sentía que el corazón le repicaba en los tímpanos. Era angustiante estar en el medio, pero eran sus amigos. Cuando estuviera segura de que hablarían de verdad se marcharía por razones de privacidad, aunque estuviera en su propia casa.

Deku cerró los ojos y apretó los puños. Temblaba como una hoja. Ochako no supo qué hacer. Parecía que tenía miedo. A Shoto le faltaba el aire, se estaba ahogando con sus propias palabras, incapaz de entender el actuar de Midoriya y olvidando todo lo que había estado ensayando en las últimas horas.

-Lo siento -fue la voz queda de Izuku la primera en hacerse oír-. Lo siento mucho. De verdad.

"¿Por qué?" quiso preguntar Uraraka, pero la batalla no era suya.

-Lo siento, no quise gritarte en el pasillo.

Las palabras del heredero del One For All estaban cargadas de un sentimiento de culpa tan desolador que Todoroki salió de su trance y corrió para estar frente a Midoriya, incapaz de permitirle que cargara con todo el peso del pecado. No lo abrazó, sin embargo, no lo tocó a pesar de haber estirado sus manos para hacerlo.

-No. Fue mi culpa. Si no querías hablar no debí presionarte.

Ambos eran almas nobles, capaces de cargar con toda la culpa, aunque todo el peso no les perteneciera.

-No es... No es solo eso -Deku estaba a punto de llorar-. No es solo por gritarte. Es que... Yo... Me duele, ¿sabes? He estado... todos estos años a tu lado... He estado tan enamorado de ti todo este tiempo, pero la gente siempre ve a otro lado. Siempre piensan que estás con alguien más... Es como si yo... Es como si por más que me esfuerce... Es que yo nunca soy suficiente, ¿verdad? Nunca... Nunca lo soy. Siempre soy... demasiado poco... Siempre...

Izuku no pudo contenerse más y comenzó a llorar copiosas lágrimas que aterrizaron hasta el suelo del departamento. Intentó ocultar su llanto tras las palmas de sus manos, pero ya era demasiado tarde.

Y Ochako lo entendió en ese momento. Entendió la pregunta que su mejor amigo le hizo a Todoroki en la mañana, cuando le recriminó por qué siempre parecía verse mejor con alguien más. No era en contra del otro ni contra ella, era contra sí mismo. Todo este tiempo se había tratado de lo mismo, de Deku no encontrando su propia valía. De compararse con los demás y no sentirse a la altura. El Deku de 25 años era esencialmente el mismo Deku de 16: temeroso, frágil, con baja autoestima.

Sintió las ganas de llorar apretarle la garganta, pero entendió que era su momento para retirarse. Antes de deslizarse subrepticiamente por la puerta de entrada, Ochako vio a Shoto limpiarse las lágrimas del rostro antes de asegurarle a Midoriya que no solo era suficiente, sino mucho más de lo que jamás él podría llegar a merecerse.

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora