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Salieron el sábado a patinar.

El lago ya no estaba congelado y seguro no sería tan pintoresco, pero fueron a una pista de patinaje como habían prometido hacía semanas atrás.

Como siempre, fue Bakugou quien se encargó de llevarla. Tocó a su puerta esa mañana, con un abrigo café y una bufanda roja alrededor del cuello. Ella, naturalmente, se colgó de su brazo tan pronto como lo vio parado en el umbral de su puerta. Él no dijo nada. Habían estado frecuentándose tanto en los últimos días que el contacto físico, la cercanía con el otro, les parecía familiar. Anduvieron por el pasillo hablando en medio de una charla casual sobre el inestable clima, bajaron por el elevador y le regresaron a Brela el saludo, quien estaba acostumbrada a verlos juntos.

Realmente no salían mucho, cuando lo hacían era para comprar algo para comer mientras veían la serie de turno que Katsuki recomendaba o a conseguir comestibles para rellenar la despensa. Bakugou seguía sin querer exponer su vida privada y la de sus conocidos a los reporteros que se empeñaban en todavía preguntarle por Rie Harin. La actriz seguía lejos, desaparecida de las costas japonesas y no había muchas noticias sobre ella en las últimas semanas, a pesar de ser el tema más importante del momento todavía a casi un mes del anuncio de su relación. Por todo ello, fue una sorpresa qué Ground Zero decidiera salir ese 2 de febrero sin meditarlo mucho antes. "¿Qué pasa si alguien nos ve?", preguntó realmente curiosa, a lo que él respondió con un corto y sincero "Que se jodan".

Sí. Que se jodan.

Llegaron a la pista antes de las 10 AM. El lugar estaba bastante deslucido, sin ninguna decoración, pero condenadamente frío y Uraraka agradeció llevar guantes. Rentaron dos pares de patines en su respectiva talla y se los calzaron en una banca disponible. El lugar no estaba muy lleno ni tampoco era muy amplio, pero había suficiente gente como para mantenerse juntos y evitar perderse entre las personas.

-¡Menos mal que sé patinar! ¡Gracias, mamá! -expresó ella muy contenta, amarrándose una agujeta con un intrincado nudo. Bakugou, a su lado, ya había terminado de calzarse las suyas-. ¿A ti quién te enseñó a hacerlo?

-Yo mismo, por supuesto.

-Adoro tu humildad. Nunca cambies.

Fueron directo a la pista después del corto intercambio de vanidades, emocionados por mostrarle al otro lo que podían hacer sobre la pista, sin embargo, antes de dar un paso sobre ella, la conocida voz de Mina les llamó.

-¡Ochako!

Inmediatamente, Uravity volteó. Mina la saludaba muy animada a un par de metros de ellos, completamente abrigada y con sus zapatillas para el hielo colgando de su mano desde las agujetas. A su lado, y de forma poco inesperada, estaba Kirishima. Se le notaba algo resfriado, pero también contento. Los patines en sus manos también.

-Oh, Katsuki -por las expresiones de ambos hombres, se notaba que no habían planeado un encuentro-. Qué bueno verte por aquí.

-No sabía que supieras patinar -fue el saludo de Ground Zero.

-Mina va a enseñarme.

-¡Soy la mejor maestra! -festejó la chica con su usual carácter amigable-. ¿Ustedes acaban de llegar? Nosotros también, ¿quieren andar por ahí con nosotros? Podemos intentar hacer carreritas o...

-No -fue la respuesta automática de Bakugou y, esta vez sí de forma sorprendente, también la de Eijiro, al unísono.

Un silencio incómodo se instaló entre los cuatro en el que nadie se movió siquiera, como si pudieran revelar sus intenciones. Uraraka tuvo que hablar para eliminar la tensión y rechazar su oferta de manera más gentil-. Creo que es mejor que la mejor maestra ayude al alumno. Bakugou y yo no queremos estorbar.

Mina quien no parecía entender mucho la animosidad, asintió después de la expresión agradecida de Kirishima, prefiriendo omitir explicaciones.

-Cualquier cosa estaré de este lado de la pista intentando que Eijiro no se rompa la nariz contra el hielo.

-Gracias, ja ja -aceptó Ochako.

Kirishima y Ashido caminaron hasta la otra entrada a la pista luego de la despedida, empero, Red Riot le dio una palmadita a Bakugou antes de marcharse, deseándole "suerte".

-Vamos.

Con esa simple palabra, Katsuki logró que Ochako dejara de mirar a la pareja (No estaban saliendo de forma oficial, ¿cierto? A ella no le pareció). Rodeó sus hombros con un brazo y la encaminó de vuelta a la pista, hasta el extremo donde Mina y Eijiro no se encontraban. Estaba decidido a no cruzarlos.

Ochako creyó que sería incómodo estar los cuatro allí sin hablarse realmente siendo que todos se conocían y el lugar no era tan grande como un festival para estar cada quien por su lado, pero Bakugou se encargó de acaparar su atención toda la mañana que olvidó rápidamente que sus colegas estaban también en el lugar.

Canciones para Cantar en la DuchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora