celos;

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Un gato.

Un gato de peluche.

Sonrió y lo admiró por unos segundos, burlándose, pensó que era un tanto absurdo el haber colocado un par de lunares con tinta indeleble, como si deseara que el parecido fuese notorio. 

Solo un niño como él pensaría que era una buena idea.

A JaeBeom le parecía algo sobrevalorado dar regalos por hacer su trabajo, estaba satisfecho con la remuneración que tenía cada quincena. No era un hombre de detalles, pero cada que un alumno —uno que realmente se comportaba como debía—, le daba algo con una buena intención detrás lo aceptaba sin remilgar.

 Tenía experiencia, y podía atinar con mayor facilidad si algún alumno buscaba algo más allá con el detalle, no era un idiota para no poder notar las intenciones detrás.

Los aceptaba con poca regularidad, era cuidadoso para elegir entre una cosa u otra, no era la gran cosa, por ende, siempre pensaba que no se perdía de mucho cuando optaba por no recibirlos.

Si rechazo constantemente logró que el número de regalos se reduciera notablemente, haciéndolo una tarea más fácil de llevar, no tenía que elaborar un detallado y amable rechazo, ni fingir que estaba feliz por la molestia.

Se estiró un poco para alcanzar la bolsa de regalo, como si tuviese la intención de buscar algo más en ella, pero solo le dio una rápida vista y la dejó a lado del nuevo acompañante inanimado que tenía.

Al menos el día de hoy tenía un pequeño acompañante durante su tarde. 

Regularmente sus tardes eran aburridas y monótonas. JaeBeom se quedaba en casa, no hacía mucho, más que adelantar trabajo, comer o perder el tiempo, siempre a la espera de que el reloj marcara las nueve y su esposo entrara por la puerta, para pasar el resto de la noche juntos.

Por puro instinto se levantó de su lugar, soltando un leve quejido, para dirigirse a mirar el refrigerador de su casa. En realidad, no tenía ni un poco de hambre, solo era una simple maña que tenía para llenar el vacío.

Nunca pensó que estar casado lo haría sentir así.

Abrió la puerta del refrigerador, y tan pronto como fue abierta se cerró, y en su rostro se dibujó un gesto disgustado, resultado de su nulo éxito en aquella simple acción.

No era un hombre acostumbrado a la cocina, y si tenía algún conocimiento lo había olvidado por completo desde el momento en que se casó, como si de un momento a otro decidió esconder o tirar todas aquellas básicas habilidades.

JaeBeom optó por mantener la calma y dejó que la pequeña ansia de hambre se fuera por sí sola.

Regresó a su lugar, olvidando por completo el porqué se había levantado en primer lugar.

El resto del día se fue en trabajo que ocupó su mente. Era gracioso cómo las personas solían crear que ser profesor era una tarea sencilla, como si llegar a casa y descansar era todo la que había en su vida después de impartir clases.

Se mantuvo ocupado, el tiempo pasaba sin cuidado y cuando menos lo pensó, el sonido del auto de JinYoung se hizo presente, para después de unos minutos mostrar al hombre frente a él.

Se saludado como estaban acostumbrados, Park soltaría un "llegué", Lim le brindaría una sonrisa, honesta, y finalmente se acercaría a besar sus labios si había la oportunidad, pero los últimos tiempos, Park siempre evadía esa última parte.

La rutina poco a poco se iba modificando de acuerdo a las actitudes del menor, por ende para JaeBeom aquella rutina comenzaba a tener forma.

Siguió su trabajo, apretó con suavidad sus labios y negó, regresando su mente al teclado de su computadora portátil.

—Oye... amor ¿y este peluche? —la pregunta lo tomó por sorpresa.

Giró su cabeza y dirigió su mirada a dónde señalaba su esposo, elevó sus hombros, en un gesto despreocupado.

—ah —le restó importancia—, me lo regaló un alumno, por darle clases.

—diablos… —una sonrisa se dibujó en sus labios—, realmente lo pensó bien, hasta tiene los mismos lunares que tú.

Las comisuras de sus labios se elevaron, como si un espontáneo brillo saliera de la nada.

—¿puedes creerlo? Es algo realmente divertido.

JinYoung mantuvo el gesto amable, y asintió.

—Espero que no trate de quitarme el lugar como esposo del maestro Lim.

—No, es un niño Jinnie, vamos— respondió, soltó una risa mientras negaba con ligereza— no tienes competencia contra nadie.

—¿Ah no?

El menor elevó su ceja. Tomó el peluche entre manos y los inspeccionó, con mayor detalle, como si buscará algo importante en él.

—No, porque te amo bobo.—su voz denotaba toda el orgullo que le daba decir aquello.

Pero por el lado de Park, solo con un sonido seco proveniente de su garganta y una sonrisa torcida pudo responder.

—Bien, solo... no dejes que ese alumno te cautive.— apretó los labios en su sonrisa, dando una imagen incómoda.

Soltó una carcajada, le parecía cómico que siquiera pensara en eso.

—¿Celoso?

—Nunca— aseguró— además los lunares los colocó del lado contrario.

Remilgo, e hizo un gesto poco agradable, tornando la conversación en algo extraño, más por el lado de Park que del mismo Lim, quién estaba encantado de verlo con esos gestos, como si aquello le gritara que su esposo aún estaba enamorado de él.

La conversación terminó antes de lo planeado, y Park acabó con ello, lanzando el peluche de forma despectiva al sofá.

 

engáñame; jjp; markbeom [reescribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora