depresión;

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Miró al techo, grunó, con la molestia de saber que seguía vivo, por primera vez después de regresar del hospital se preguntó ¿cuantos dias llevaba de ese modo?

No comía, ni se movía, de hecho, lucía como un vegetal. Mantenía las cortinas cerradas todo el día, así el sol que solía colarse en la habitación no era molestia alguna.

Ir a trabajar en esos momentos, sería la solución, pero  debido al yeso y el permiso laboral lo hacían quedarse en su casa vacía, preguntandose una y otra vez porque si quiera vivía sino tenía a su lado a la persona que más quería.

Se removión poco y después escuchó a alguien tocar la puerta, no se molestó en adivinar de quién se podría tratar, y no sé inmutó cuando escuchó la puerta abrirse, desde que no existía ruido alguno en su casa era fácil de escuchar el más mínimo ruido.

Pensó un poco, y fuera de JinYoung solo dos personas sabían cómo abrir la puerta de su casa, la primera era su madre, pero ella aún no sabía lo que sucedía, y la segunda seria Kunpimook.

Se odio por un momento, y se permitió gruñir en molestia por saber lo que se avecinaba.

¿Acaso no podían dejarlo en paz en su lecho de muerte y depresión de forma correcta?

Escuchó voces y movimientos, solo pudo cerrar los ojos, con la esperanza de haber soñado todo.

La puerta de su habitación se abrió de golpe y con ello mostró a quién menos quería ver en esos momentos.

-Te ves horrible- escuchó la voz de su amigo resonar en sus oídos.

Abrió los ojos y no solo estaba ahí aquel hombre molesto, sino su alumno, quién parecía el que menos quería molestarlo de los dos, de cualquier modo estaba ahí, frente a él, sin decir palabra alguna. Lo miraba con pena, no necesitaba ser un genio para saber que en esos momentos lucía deplorable.

Kunpimook por su lado tapó la punta de su nariz, seguro se imaginó que no había tomado una ducha, y estaba en lo correcto, apenas podía tomarse la molestia para dirigirse al baño, y eso, era una tarea bastante molesta y tediosa.

-¿A que vienes? —preguntó apenas notó el asco de su amigo—, voy a morir de todos modos.

-No seas ridículo- rodó los ojos.

Tomó la iniciativa y se acercó a él, como si de la nada le hubiese perdido el asco, y lo tomó de las mejillas solo para apretar las con fuerza, con la intención de verificar que el JaeBeom que conocía estaba ahí.

-No lo soy, ahora si vas a molestarme es mejor que te vayas de mi casa.

Este negó.

-Te vas a bañar.- respondió.

No perdió el tiempo y comenzó a ver la manera de levantarlo, era bastante molesto averiguar cómo, ya que tenía una pierna y un brazo con yeso.

Miró a dirección del que estuvo callado todo ese rato.

—Vamos tu, ayúdame.

Mark pareció reaccionar y se movió de inmediato, entre los dos comenzaron a averiguar cómo levantarlo, y luego, cuándo decidieron una maniobra contaron a la cuenta de tres para levantarlo.

Lo llevaron hasta el baño, ambos sufrían por el peso del mayo, JaeBeom era bastante más ancho que BamBam o Mark, así que debían usar la cabeza y no su fuerza si querían lograr algo.

Tuan pensó que su labor terminaría cuando lo llevaron a la tina, y apenas dio un paso atrás sintió el agarre de Kunpimook.

—Querías venir ¿no?, anda comienza a quitarle la ropa.

Abrió la boca para remilgar y decir cuán en contra estaba de violar los derechos de su maestro, pero el mayor de los dos lo fulminó con la mirada. Con ello dió a entender que le importaba en lo absoluto sus excusas tontas.

Mordió la mejilla interior de su boca, y pensó en la incomodidad que habría, pero aún así con cuidado comenzó a levantar su camisa.

Observó el rostro de su profesor, lucía cansado, agobiado, quizá eso le causaba ansia y por ello no despegaba la vista el él.

Conocía el cuerpo de los hombres, era uno, por supuesto pero tener la mirada fija de JaeBeom, lo hizo sentir avergonzado y por primera vez sintió arrepentimiento de meterse en asuntos que no le correspondían.

BamBam aún peleaba en como deshacerse de sus pantalones deportivos, por su lado Mark estaba indeciso de moverse, aún así lo hizo, y en el camino sintió la piel de Lim, una textura suave y cálida, agena a él, tan agena que le era imposible no ser consciente de ella.

Cuando sus manos dejaron de temblar y por fin pudo quitar de su camino la camiseta que traía, miró al hombre y sintió sus mejillas arder sin saber el porqué, solo sabía que desde ese momento no sería capaz de volver a verlo directo a los ojos.

engáñame; jjp; markbeom [reescribiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora