Prólogo

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Wolverhampton, Reino Unido - 2004

—¡Liam ya basta!—dijo la rubia mientras comenzaba a reírse.

—Nop—respondió el castaño mientras le hacía más cosquillas y ella estallaba en carcajadas.

Liam. Su mejor amigo desde que...habían nacido. Sus padres conocían a los padres de Liam desde la Universidad, y al nacer los pequeños, se volvieron como hermanos.

Los hermanos de Emily tampoco se quedaban atrás. Aunque Greg les llevara un par de años, jugaba cualquier cosa con ellos, si, incluso jugaba a tomar el té con su pequeña hermana.

Niall era el que siempre estaba dispuesto a jugar. Liam y el hacían pequeños partidos de futbol en el jardín trasero de la casa del castaño. Emily y Greg se les unían muy pocas veces, pero cuando lo hacían, el partido se volvía mucho más divertido.

Liam dejó de hacerle cosquillas a su mejor amiga y la ayudó a levantarse. A ella le dolía el estómago por haberse reído demasiado.

—Me las pagarás Payne—dijo la rubia fulminándolo con sus ojos azules. Se sacudió todo el pasto del cabello y parte de su playera.

El rió.

—¿Que me harás?—preguntó el cruzándose de brazos, desafiándola con sus ojos marrones.

—Te...—dijo ella y se quedó callada. No sabía que hacer excepto...—¡Te obligaré a comer sopa con una cuchara!

El comenzó a reír más fuerte. Emily lo miró asombrado y unos segundos después, ella rió junto a él.

—¡CHICOS!—gritó la madre de la pequeña desde la puerta—¡HORA DE COMER!

Liam tomó la mano de Emily y juntos entraron en la casa. El hermano mellizo de Emily, Niall, ya se encontraba comiendo. Había entrado mucho antes de que su madre hubiera preparado la comida, pero Liam y Emily decidieron irse a jugar un rato más. De repente, los tres escucharon voces que provenían de la sala.

—Maura, de verdad tenemos que irnos...—decía la madre de Liam, con la tristeza puesta en su tono de voz.

—¡No puedes Karen!—exclamó la madre de Emily—Se extrañaran, ¡son inseparables!

—Lo siento,pero...—dijo empezando a sollozar la madre de Liam—No es mi decisión

Emily salió corriendo de la cocina en cuanto la madre de su mejor amigo terminó la oración. Liam corrió tras ella. La pequeña se sentó en el columpio, se cubrió el rostro con las manos y comenzó a llorar.

—Oye...—dijo Liam abrazándola—No llores...

—Perderé a mi unico mejor amigo—dijo sollozando Emily. Se descubrió el rostro y miro los ojos cafés de su amigo—¿acaso no es una razón para hacerlo?

El le dedicó una pequeña sonrisa.

—Nunca digas eso—le dijo volviéndola a abrazar. Emily no dudó en regresarle el abrazo—siempre seremos amigos.
...

Unos días después, las palabras de la madre de Liam se habían vuelto realidad: era hora de irse. El pequeño se giró a su mejor amiga mientras sus padres se despedían entre ellos.

—Antes de irme—dijo Liam buscando en su pequeña maleta—quiero darte esto

Le mostró un dije en forma de corazón, y lo abrió, mostrando así una foto de ellos dos cuando eran más pequeños.

—Es lindo—dijo Emily tomándolo con una pequeña sonrisa—También te quiero dar algo

Le mostró un reloj plateado, el cual tenia grabada la frase "mi mejor amigo" en una parte de este. Emily pensaba dárselo en su cumpleaños, pero tal vez no volvería a verlo de nuevo. Liam sonrió.

—Gracias—dijo con los ojos brillantes—bueno, creo que debo irme...

La rubia lo abrazó. Después de unos minutos lo soltó y su padre lo tomó de la mano. Liam se giró hacia su amiga y le dedicó una pequeña sonrisa antes de caminar junto a su padre.

La rubia tardó unos segundos antes de deshacerse de la mano de su madre y correr con todas sus fuerzas hacia Liam.

—¡Emily!—le había gritado su hermano mellizo, pero ella no pareció escucharlo. Solo veía a Liam, el cual seguía caminando.

Corrió y cuando por fin llegó junto a él, le rodeó el cuerpo por detrás. Liam se giró asombrado, pero le devolvió el abrazo mientras que Emily lloraba.

—Quiero que te quedes—le había dicho ella, mirándolo a los ojos—para siempre

Hasta ese punto, los ojos de su mejor amigo se habían puesto llorosos, y amenazaban en dejar salir lágrimas, pero el castaño no lloró, sino que le sonrió.

—Escucha—le dijo y ella lo miró mientras tomaba el dije que tenía entre sus manos y lo ponía junto al reloj—estos serán nuestros amuletos de la amistad, si los tenemos puestos siempre, sabremos que siempre regresaremos uno por el otro

La rubia sonrío y se limpió los ojos con el extremo de su suéter.

—Está bien—le dijo y lo volvió a mirar. El le mostró una pequeña sonrisa que ella no dudó en devolver; lo volvió a abrazar y de repente, ella ya no estaba en el aeropuerto, ya no los veía a el, ni a sus padres o hermanas que miraban la escena con tristeza.

Veía al pequeño de cincos años que había dormido con ella mientras veían el techo de su habitación, que estaba decorado con pequeñas estrellas fosforescentes; veía al pequeño de ocho años que había corrido junto a ella por el patio del colegio mientras que el niño bravucón de la clase los perseguía, para después reír junto a ella cuando el niño no los alcanzó.

Y por último, vio a tres pequeños en una playa construyendo un castillo de arena, que el agua del mar se había llevado consigo.

—Liam—le había dicho en tono cariñoso su madre—es hora de irnos cariño

Liam soltó a su mejor amiga y ella le besó la mejilla. El pequeño se sonrojó pero había ido detrás de sus padres y sus hermanas, mientras que la rubia veía todo desde donde estaba.

—¡MEJORES AMIGOS POR SIEMPRE!—gritó el castaño con una sonrisa mostrando el reloj.

—¡Por siempre!—exclamó ella mostrándole el dije. Su madre la tomó de la mano. Salió del aeropuerto junto a sus padres y sus hermanos, no sin antes ver que el castaño le hacía un gesto de despedida con la mano y ella sonreía, aferrando con fuerza el dije.
...

Esa noche, cuando ella ya estaba en la cama, tomó entre sus manos el dije y con lágrimas en los ojos, lloró por su mejor amigo.

Pero lo que ella no sabía, era que el destino haría de las suyas para volver a juntarlos.

Después de todo, serían los mejores amigos por siempre...
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Amigos por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora