Capítulo #5

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Los pájaros desde hace ya varias horas que habían empezado a cantar y aún no había aparecido Sakura. Empece a dar vueltas como un león enjaulado, tenía miedo que la hubiesen descubierto. La puerta de mi celda de un momento a otro rechino al abrirse. Suspiré, pensé que la calma volveria a mi pero en vez de eso mi corazón empezó a latir con más intensidad. Me deje caer a la orilla de la cama tratando de disimular mi nerviosismo.


—¿Sucedió algo?—pregunte pero no hubo ninguna respuesta.


Quizá había alguien cerca y solo estaba siendo imprudente. Deje pasar el tiempo pero entre más pasaba me ponía peor, mi mano sudaba y mis dientes apresaban dolorosamente el interior de mis mejias. Escuché como los pasos de ella se acercaban y levante la cabeza.


—¡Sakura!—pronuncie

No hubo ninguna respuesta, hasta que pude captar el indiscutible sonido de los palillos contra el plato. No era Sakura y me decepcione. Era raro que dejara más de dos días sin visitarme y más cuando ya habíamos dejado en claro que lo nuestro era más que una simple atracción. Era algo inexplicable que nacía del fondo de mi corazón congelado, era ese sentimiento que me había negado sentir. Posiblemente era amor.

Comí despacio mientras mi mente se mantenía en blanco, mi día empezaba mal cuando Sakura no me visitaba pero lo entendía. No siempre podía hacerlo por que podía ponerse en riesgo. Cuando el señor Sasaki termino de darme de comer y revisar mi herida tomo los platos y se marchó tropezando con la celda. Las risas de los custodios no se hicieron esperar pero esta vez no lo insultaron como ya se les había echo costumbre.

Me recosté en la cama, divagando entre la oscuridad de mis ojos. No podía activar el Sharingan por alguna extraña razón que provocaba el sello y eso en parte me enloquecía. Me mantenía pensando en lo que sería de mi vida si lograba salir de aquel hueco. Mi vida cambiaría, lo jure para mí y así me quedé dormido.

El olor a cerezas y desinfectante de hospital lleno mis fosas nasales haciendo que despertara. Sakura estaba cerca y esta vez no escondía su chackra como normalmente lo hacía.

—Tengo instrucciones precisas de revisar su estado de salud.

—Doctora Haruno, lamento decirle que nadie cercano puede visitar al prisionero.

—Se equivoca, el juez acaba de darme su aprobación y ni usted ni nadie pude impedirlo.

Su voz había sonado tajante y no pensaba detenerse.

—Doctora....

Escuché como le entregaba un pergamino y el custodio lo abría con mucha rapidez. Le tomo unos segundos leer el contenido y por el leve cambio en su chackra supe que esto no estaba en sus planes.

—¿y bien?, Ya puedo revisar al prisionero.

El tardó unos segundos en asimilarlo pero a regañadientes abrió la puerta de mi celda. Los tacones de Sakura resonaron en el piso hasta que quedo a pocos pasos de mi. Me podía imaginar perfectamente lo imponente que se miraba y me sentí orgulloso.

—Me puedes dejar a solas—puntualizo pero sabía que estaba pidiendo mucho.

—Lo siento eso no puedo hacerlo

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