Capítulo #4

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Sakura me visitaba varias veces a la semana usando la escusa del ciego. Ella me daba de comer y me ayudaba a curar la herida del brazo. No podía pasar desapercibido la forma en la que se exponía solo para cuidar de mi salud, era impresionante.

Este día no había sido la excepción, cuando las aves en el exterior empezaron a cantar, la puerta de mi celda se abrió dejando pasar al señor Sasaki pero el siempre se tropezaba con algo mientras que Sakura no.

Me senté en la cama esperando que ella iniciará la conversación, quería estar seguro que era ella aún que mi corazón me decía que lo era. El tiempo se me hacía demasiado largo, quería romper el incómodo silencio que se sentía.

—¡Sakura!—murmure lo suficientemente bajo para que nadie más que ella escuchara.

Ella se sobresalto al escuchar su nombre y avanzó hacia mi hasta que no quedo más de dos pasos. Ella estaba muy callada el día de hoy, era una costumbre en ella hablar de lo que había sucedido en la semana con Naruto y lo que le había sucedido a ella.

—¿Pasa algo?—le dije pensando en que quizá alguien la había descubierto o que ya había una fecha próxima al juicio.

Ella de un momento a otro acortó la distancia y se colocó entre mis piernas. Abrazandome por la cintura y recostado su cabeza en mi pecho. La tenía tan cerca de mi que podía sentir lo cálido de su cuerpo, su aroma y su constante respiración.

Me sentía abrumado, ya había pasado demasiado tiempo desde que alguien me había abrazado. Simplemente yo no lo había permitido por lo ciego que estaba. Era irónico porque ahora que realmente estaba ciego podía ver más que cuando mis ojos  no lo estaban.

—Lo siento—susurro Sakura alejándose de mi rápidamente pero mi brazo no se lo permitió. Quería tenerla cerca, quería sentir ese calor que me calentaba el alma.

—¿Que es lo que sucede?—le pregunte tocando las hebras rosas de su cabello y secando dos pequeñas lágrimas que había derramado.

Ella tomo aire y empezó a hablar.

—Tuve un mal sueño eso es todo.—su cuerpo temblaba, debía ser un muy mal sueño pero no me atrevía a preguntar de qué se había tratado. Simplemente trate de consolarla con mi cuerpo.

—Soñé que te juzgaban muy mal y terminaban dándote una condena de....—Sakura callo un momento y cerró fuertemente sus ojos,—Una condena de muerte— confesó

Si supiera que yo también tenia pesadillas con mi juicio y casi todos terminaban muy mal. En unos cumplía una condena de prisionero y en otras moría pero no era a lo que le tenía miedo  más bien lo que realmente me aterraba era no volverla a ver jamás.

—¡No quiero perderte!—dijo separándose de mi unos centímetros y colocando una mano en mi cabeza para soltar la venda con el sello que no permitía que usará mis ojos.

—¿Qué haces?—le dije alarmado al ver que se podía meter en problemas si alguien la sorprendía.

Ella no no me hizo ningún caso y siguio desatando el nudo hasta que la venda cayó.

—Odio verte con esa maldita venda, eso es todo.—aseguro mientras yo poco a poco abría los ojos.

Al principio no podía ver nada pero poco a poco la oscuridad fue desapareciendo. Delante de mis ojos estaba mi ángel guardián. Sus ojos verdes me dieron la bienvenida y su manos en mi rostro solo provocaron que la quisiera besar.

Hace mucho que había descubierto que había desperdiciado mi vida en la venganza, había desperdiciado tiempo valioso en su vida y ahora que no sabía si podía ofrecerle un futuro a mi lado lo veía todo claro. La única que siempre había estado en mi corazón era ella y mi alma lloraba por poder corresponder a su amor de la misma manera.

Siete DiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora