Capítulo #28

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---¡No me interesa!---susurre con los dientes apretados

El dolor comenzaba a ser mas intenso tanto que me empezaba ha hacer falta el aire en mis pulmones. Empece a tocer con vehemencia y mi mano rápidamente  intentó desabrochar el broche de mi capa para darle más espacio a las bocanadas de aire que intentaba colar por mi boca. Sentía que iba a morir y mis ojos empezaron a nublarce poco a poco. Escuchaba como Shun me llamaba y trataba de ver que me estaba sucediendo pero ni yo mismo sabía que estaba pasando. Solo era consciente que la hechicera tenía que ver en todo esto.

---Tomare eso como un si

Susurró

---Vete al diablo

Mis vista se terminó de nublar pero rápidamente la imagen más cruel cruzo mi mente.

Podía oler en el aire el aroma a comida que inundaba toda la casa mientras mi madre cocinaba. El olor a madera del piso y el aire fresco que entraba por la ventana.

Pase por la puerta de la cocina y no di crédito a lo que mis ojos estaban viendo. Mi madre estaba frente a la estufa mientras mi padre y mi hermano estaban sentados en la mesa.

---Llegas a tiempo cariño---dijo ella mientras servía un poco de arroz y me invitaba a sentarme.

Mi padre parecía absorto en una conversación con itachi pero desvío un momento su vista hacia mi. Su boca en ningún momento se curvo en una sonrisa al verme pero con un asentimiento de cabeza era para mi más que suficiente.

---Hermano ¿Que tal tu día?

Dijo itachi sonriendo mientras me señalaba un lugar vacío a la par de el. No deseaba moverme de mi lugar, sabía que esto solo era una ilusión pero no pude resistirme. Camine con paso lento y moví la silla lo suficiente para colocarme en ella. Mamá inmediatamente sirvió un plato de si tradicional arroz con tomate. Podía ver el vapor que emanaba el plato y se me retorció el estómago de pensar que ellos desaparecieran nuevamente en mis recuerdos.

---Los amo---Solo había sido un susurro, era difícil verlos sabiendo que solo era una ilusión. Apreté mis párpados con fuerza y cuando los volví a abrír ya no estaban. Suspiré y me di cuenta que había caído la noche pero aún así podía mirar a mi alrededor gracias a luz de la luna. Seguía en el mismo lugar, sentado en la mesa.

Me deje caer en la mesa pensando lo difícil que era ya no tenerlos conmigo cuando escuché el grito de mi madre desde una sala contigua. No dudé en ponerme de pie y correr en esa dirección.
El olor a comida había desaparecido y a su paso solo dejaba el nauseabundo olor a sangre y muerte. Los gritos  venían del mismo lugar en el que habían muertos mis padres pero ya no eran los de mi madre si no los mios.

Abrí la puerta y me vi a mi de pequeño tirado el el suelo viendo como mis padres estaban tirados en un gran charco de sangre. Los ojos de mis padres estaban abiertos y era difícil verlos cuando la vida se les había ido. Cerré los ojos intentando que la escena cambiara y que la hechicera se diera cuenta que a pesar de que me dolían mis recuerdos de la infancia no me afectaban más. Era parte de mi pasado y por lo cual me había llevado a cometer muchos errores.

Abrí los ojos nuevamente y no pude evitar jadear de terror.

Dos niños pequeños miraban algo en la sombra con miedo, con pánico, con terror. Sus ojos manifestaban muchas emociones pero no entendía que era lo que estaban viendo. La sombra de un ropero no me dejaba ver con claridad. Ni siquiera sabía de donde habían salido esos niños y el porqué estaban en mi casa. Uno de ellos, el más pequeño sostenía un osito como si su vida se fuera en ello mientras el más grande parecía metido en un conflicto interno.

Siete DiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora