Capítulo #2

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En el momento que entre a la celda un escalofrío recorrió mi espalda. No podía verlo pero podía sentir cada pared de esta celda, guardaba muchos sentimientos que eran contrario a la felicidad. La soledad era uno de ellos pero era un sentimiento al que estaba profundamente acostumbrado desde que mi clan había sido exterminado.

-Tomen, ya saben que hacer-dijo una voz diferente a la que se había burlado de mi momentos antes. Algo pasó entre manos y por el ruido podía suponer que era alguna tela dura que dejaba un sonido al hacer fricción entre ella. Quizá mi propia ropa de preso, pensé para mí.

Los pasos en el suelo se movieron a mi alrededor y uno de ellos tocó mi brazo. Sacudí mi brazo de sus manos y me libere de su agarre haciendo que toda la habitación jadeara. Algunos de miedo, otros de impresión.

-No pongas resistencia, Uchiha-dijo con ironía la misma voz rasposa que había dicho que me había ablandado con Sakura.

Llene mis pulmones de aire para agarrar fuerzas y dejar que me tocaran pero lo único que conseguí fue saber un poco más del lugar que iba ser mi hogar por un tiempo indefinido. Arrugue la nariz cuando el moho y la suciedad me invadio. No esperaba que fuera un cárcel de lujo pero tampoco esperaba está clase de basurero. Alguna vez había escuchado de este lugar, era el infierno como pocas personas que había logrado sobrevivir lo describian.

-Levanta tus brazos

Levanté mis brazos lentamente. Un ambu que estaba a mis espaldas se acerco y deslizó por mis brazos la tela gruesa y pesada que habían traído consigo. La tela se amoldo a mi cuerpo, parecía un tipo de camisa de manga larga pero de ella jamás salieron mis puños.

-¿Que es esto?-pregunte buscando respuestas a lo que llevaba puesto. No le estaba encontrando sentido.

Dos de ellos agarraron parte de la tela que sobraba de mis manos y la cruzaron bajo mi pecho. Entonces comprendí, me estaban poniendo una camisa de fuerza, querían limitar mis movimientos todo lo que fuera posible. Dudaba mucho que la orden viniera de Kakashi más ahora que era el nuevo Hokage pero el ya había hecho suficientes cosas por mi a pesar de haber traicionado su confianza.

-Es una camisa de fuerza.

"Que ingenuos"

Yo podía simplemente desaparecer todo a mi alrededor con el Amaterasu si se me daba la gana. Era tan estúpido permanecer en esta celda y en esta clase de condiciones pero sabía que debía pagar mis acciones.

-Quiza puedas safarte de ella pero tendrás que pasar por tus carceleros que no son simples shinobis. Alguna vez fueron ambu pero decidieron retirarse siendo aún muy fuertes.

-No pienso escapar-Les asegure manteniéndome fuerte ante ellos, sin mostrar ninguna expresión que delatara mi molestia.

Escuche como terminaban de abrochar los cinturones que me mantenían preso. Uno de ellos me sento a la orilla de la cama con una delicadeza que me extraño. El colchón era duro pero no me importaba.

-¡Se fuerte!-dijo muy cerca de mi oído. Su chakra era calido y me parecía familiar. -¡Te estaré esperando Teme!

Quería reír de alegría pero no podía delatarlo. No sabía cómo había logrado meterse en ambu solo para despedirse de mi mientras yo estaba en prisión. De cualquier forma se lo agradecía.

-¡Gracias!-susurre para que solo el escuchará.

-¡Apurate!

Naruto tocó mi hombro y salio.

-Una persona sorda vendrá a alimentarte todos los días y también cambiará tu vendaje. -dijo una voz femenina que sostenía la reja. Podía escuchar como sus uñas se clavaban al metal.

Otro más tomo la reja y estás chirriaron cuando se movió cerrando así mi celda. Pronto me había quedado solo. No podía predecir en qué momento del día estábamos, la oscuridad en mis ojos era absoluta.

Me recosté en el colchón aplastando mi mano, quizá en algún momento del día tendría que cambiarme de posición para evitar que se entumeciera mis musculos. Pronto el cansancio me venció poniendo mi mente en blanco y me quede dormido.

Cuando desperté lo primero que sentí fue la oscuridad en mis ojos, no sabía por cuánto tiempo había estado dormido pero podía suponer que mucho porque mi cuerpo estaba entumecido. Me senté a la orilla de la cama y trate de volver a llenar mis pulmones con oxígeno pero la humedad me raspo la nariz en el intento.

Esto iba a ser largo y no sabía cuánto tiempo iba a poder aguantar esto sin volverme loco. Escuche como unos pasos se acercaban a mi celda e inmediatamente me puse alerta. Uno de ellos era un simple civil y por el olor a comida que cargaba en sus manos supe que era un nuevo día y que el era el sordo que habían mandado.

Lentamente se acerco a mi e hizo ruido con los palillos para que abriera la boca. Me parecía de los más humillante y sin ser precisamente consciente voltie el rostro. No era como si tuviera hambre después de todo.

Escuche un parde ruidos sin sentido provenientes de su boca, que me hacían entender que nunca había logrado articular una palabra por culpa de su sordera. Los sonidos eran de molestia y desesperación pero aún así no lograba entender porqué razón quería que comiera. El hombre volvió a meter los palitos en el plato para después hacer ruido a la orilla de esta y yo con mi necedad retire de nuevo mi boca.

El hombre frente a mi patio el suelo haciendo algún tipo de berrinche y siguió haciendo ruidos con la boca que no lograba entender. Después de un rato suspiro y dejó en la mesa el plato y se dirigió a mi espalda para soltar la camisa de fuerza. Por un momento sentí la gloria pero el rápidamente cambio los vendajes de mi muñón y volvió a poner la camisa. El la dejo un poco más floja cosa que le agradecí aunque él no me pudiera escuchar.

Escuche de nuevo pasos y pronto la reja se abrió. La persona que me estaba alimentando gruñó y volvió a patear el suelo.

-Sal de aquí y llevate eso, si el no quiere comer es su problema.

El suspiro y tomo el plato. Me sentía mal con el, al final del día el solo estaba haciendo su trabajo.

-Apurate asqueroso sordo-dijo con desprecio sabiendo que el no le podía escuchar. La rabia me subió a la garganta, quería matarlo solo por tratar a una persona que no se podía defender, mal pero al final quién era yo para decirle lo contrario. Yo había sido un asesino y muchas personas inocentes a mi alrededor habían muerto por mi culpa, por culpa de una maldita venganza que no me dejó nada más que dolor...

Siete DiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora