Capítulo #20

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Día 2...

Caí en la mitad de un prado demaciado crecido, a la mitad de la nada o eso creía hasta que vi a varios shinobis salir de entre la gran maleza y entendí porque la dejaban de ese alto. Se colocaron a mi alrededor con un aire de advertencia mientras me observaban detenidamente buscando indicios de quiero era yo y de dónde venía. Como si no viera tenido suficiente con que me persiguieran los de mi propia aldea.

En sus manos tenían sombrillas echas de un material resistente y bambú. Eran artefactos ninjas que permitían lanzarlas al aire para girar y lanzar miles de agujas bañadas en veneno. Suspire, había llegado a la cuna del lobo y aún no conseguia mi objetivo.

Metí en mi bolsa mi mano y la saqué rápidamente poniendo a todos nerviosos y bajo guardia.

—Tranquilos—susurre mientras pensaba en mis posibilidades pero estaba seguro que Kakashi no se haría responsable si alguien terminaba herido por mi.

Subí mi mano para en señal de paz mientras les enseñaba que solamente había sacado píldoras de alimento. Aun no estaba acostumbrado a usar el rinnegan y eso hacía que consumiera chackra más de lo normal.

—No te muevas—me ordenó uno de ellos mientras tomaba de su bolsa hilos plateados. Sabía perfectamente para que los iba a usar y no pude evitar bufar fastidiado.

—Vengo de parte de la aldea de la hoja—susurre.

—¿Eres un Shinobi?—Pregunto sin soltar los hilos.

Claro que no lo era pero podía demostrar que pertenecía a ella. Saque despacio del cinturón de mi pantalón mi banda y cuando vi la cara de impresión del Shinobi de la hierba, me sentí como un completo estúpido. Mi banda tenía un corte como el maldito renegado que era.

—Eres un renegado de la hoja—dijo esta vez abriendo la sombría y poniendo alerta al resto.

—Espera, no es así.

—¿Y como puedes comprobarlo?

—Debes creerme, mi única intención es hablar con la familia Fukushima—susurre en el mismo momento que todos abrían las sombrías.

—Además de mentirnos, estás coludido con una familia desterrada.

—¿Que?

—Ellos han sido encarcelados por sus crimenes con la aldea y si no quieres terminar como ellos. Tienes que decirnos a qué vienes.

Cerré los ojos, esto no me podía estar pasando a mi. No cuando tenía tan poco tiempo y una visita a la cárcel nuevamente no me ayudaría en nada.
Me vi en cuestión de segundos envuelto en hilos plateados que hicieron que soltara el pergamino y este cayera al suelo.

—¿Que es eso?

—Necesito saber que clase de cosa estaba sellada en el.

Uno de los shinobis más cerca de mi tono el pergamino.

—El sello es de la familia Fukushima, dice la verdad

El jefe de ellos hizo un ademán para que me soltaran e inmediatamente los hilos de plata se aflojaron dejándome en libertad solo de movimientos pero no de irme.

—Es muy importante que averigüe que esto.

El asintió más tranquilo y tomo en sus manos el pergamino. Al principio parecía tan confundido como yo pero al momento de abril, su rostro palideció llamando mi atención.

—¿Cómo llego este pergamino a tus mano?

Arrugue el seño. No sabía que decir.

—Un hombre me amenazó con el —Explique no muy lejos de la verdad.

—Este pergamino fue robado hace muchos años junto a cuatro más de la aldea de la hierba. Estos pergaminos fueron sellados por la familia Fukushima por qué son pergaminos malditos por una hechicera que fue sellada por la misma familia. Por mucho tiempo se creyó que fueron robados para hacer de ellos armas para la guerra pero paso el tiempo y dejó de ser un asunto de emergencia.

—¿Saben quién los robo?—pregunte porque el juez no parecía ser alguien que pudiera robar los pergaminos, no sin ayuda. En ese momento pensé en Homura.

—No lo sabemos

Un Shinobi apareció de repente entre nosotros y le susurró algo que al principio no logré escuchar pero que después logré leer de sus labios. "No le despegues un ojo de encima, sea lo que sea que vaya a hacer en la aldea"

El Shinobi que me había hablado del robo de los pergaminos, se alejó de ella y se aclaró la garganta.

—El sexto Hokage nos ha llamado para que sepamos qué vienes por órdenes de el. Así que eres libre y si necesitas cualquier cosa. No dudes en decirnos.

Sus palabras me parecían con dobles intenciones pero al final teníamos un propósito en común. El saber más acerca de los pergaminos y yo saber si tenían vuelta atras todo este lío.

—¿Puedo hablar con el jefe de la familia Fukushima?—pregunte esperando que todavía existiera algún miembro de su familia libre o de lo contrario tendría que hacer una visita a la cárcel.

El asintió.

—¡Sígueme!

Lo seguí durante varios minutos mientras tres shinobis nos seguían de cerca. No me tenían confianza y la verdad los entendía.

Poco después nos detuvimos frente a una gran casa, que para ser de personas desterradas parecían estar muy bien. Los jardines de esa mansión también dejaban a cualquiera con la boca abierta.

El Shinobi de la hierba que me acompañaba tocó la puerta tres veces y espero. No por mucho tiempo pero las personas que viven en este lugar nos hicieron esperar.

—¿A qué vienen?—pregunto una señora anciana con muy mal carácter.

El suspiro

—El es Sasuke Uchiha y viene de la aldea de la hoja a buscar al señor Shun.

La anciana cerró la puerta en nuestras narices pero al poco tiempo abrió las puertas de par en par e inclinó su cabeza en forma de saludo.

—Pasa—me dijo con cierta dulzura mientras evitaba que el Shinobi entrará conmigo.—El señor Shun te está esperando.

Camine por un largo pasillo hasta la última habitación en donde estaba el. Sus ojos dorados y su cabello largo de color blanco le daba apariencia de un dios pero me reí internamente de mi propio pensamiento.

—¿En qué puedo ayudar a la aldea de la hoja?

Sus palabras habían sido tajantes. En ningún momento pensaba ayudarme a mi, si no a la aldea y sabía que a cambio quería un favor.

Tomé de mi mochila el pergamino y lo puse sobre el suelo llamando su atención. Lo reconocía pero se mantenía en silencio.

—¿Quiero saber más del pergamino?

El tomo el pergamino con mucho cuidado y alzó una ceja.

—Veo que el sello ha sido roto

—Si

El suspiro y lo volvió a dejar sobre el suelo.

—No puedo ayudarte...

—No puedo ayudarte

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