Capítulo 10 (Parte 1)

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¡Bienvenidos a Bahrein! Aquello era una pasada, una isla hasta los topes de rascacielos que no iba a tardar en recorrer.
Nada más bajar del avión me agobió un calor horrible, no estaba acostumbrada a aquello. Menos mal que la carrera de Bahrein era de noche, iba a ser mi primera carrera iluminada por focos, y aquel dato me ilusionaba y preocupaba a partes iguales.
Los chicos estaban que no paraban, todo el día de aquí para allá, incluso conseguí llevármelos a hacer turismo; la primera parada era indispensable, nos acercamos a la Mezquita Al-Fateh, sus sobrios y altos muros la hacían impresionante.

 Los chicos estaban que no paraban, todo el día de aquí para allá, incluso conseguí llevármelos a hacer turismo; la primera parada era indispensable, nos acercamos a la Mezquita Al-Fateh, sus sobrios y altos muros la hacían impresionante

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El sol abrasador nos acompañó a lo largo de toda nuestra ruta, Ricciardo se ponía moreno por momentos, y Max iba tapado hasta las orejas.
-Tío, ¿no tienes calor?- le preguntó Charles a Verstappen.
-Sí- respondió él.
-¿Y por qué vas tan tapado?
Max lo miró como si fuera evidente -Soy muy pálido, no quiero quemarme-
-Pálido no, se dice guiri- Carlos estalló en risas.
Todos lo miraron sin saber a qué se refería, y yo, que sí lo había entendido, no pude evitar reír con él.
Cuando empezó a caer la noche, encontramos un parque de atracciones del que salían luces por todas partes, Adhari Park, creo que se llamaba. Éramos pilotos de Fórmula 1, nos gustaban la velocidad y las emociones fuertes, aquel era nuestro sitio, y puedo asegurar que lo aprovechamos al máximo. Y menos mal que no nos conocían, porque menudo cuadro hicimos... Las miradas indiscretas que se clavaban sobre nosotros eran muchas, pero por suerte la ropa de calle nos camuflaba; no creo que ni siquiera nadie fuera a plantearse que aquellos que estaban jugando en el parque de atracciones eran pilotos de carreras hechos y derechos, era una situación peculiar, eso estaba claro.
Cuando llegamos al hotel, estábamos todos tan emocionados que ni nos planteamos irnos a dormir, y así, como el que no quiere la cosa, acabaron todos en mi habitación.
Era espaciosa, con una cama enorme y mullida, que los chicos no tardaron en deshacer entera. Una tele gigante estaba colocada en la pared, justo encima de un simple escritorio. Como el anterior, era un hotel lujoso.

Nos sentamos todos en el suelo, en círculo, con las luces de la habitación apagadas, y únicamente iluminados por los coloridos destellos que entraban de la calle

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Nos sentamos todos en el suelo, en círculo, con las luces de la habitación apagadas, y únicamente iluminados por los coloridos destellos que entraban de la calle. Carlos puso música en su móvil, pero al ver que era reguetón, Sebastian la cambió por lo que él llamó "algo más decente", Shape of You de Ed Sheeran empezó a sonar en la habitación.
-¿Qué vamos a hacer?- preguntó Lando, dejándose caer hacia atrás sobre la alfombra.
-No lo sé, ¿alguien propone algo?-pregunté.
-Yo tengo una idea- la sonrisa de Ricciardo tuvo un brillo maligno, y sin tardar mucho, sacó una botella vacía de su mochila -Prueba o verdad con la botella-
-No me jodas... - Seb se tapó la cara.
-Esto se pone interesante, ¡levanta pelma!- dijo Carlos, ayudando a Lando a incorporarse.
-¿Jugamos todos?- preguntó Leclerc.
-Hombre claro, si no no hay gracia guapo- rió Dan colocando la botella en el centro -¿Preparados?-
La botella empezó a girar con velocidad, y unas mariposillas se instalaron en mi estómago, estaba nerviosa, pero joder, ni que tuviera 12 años. La botella empezó a bajar la velocidad, crucé los dedos "a mí no, a mí no", fue deteniéndose, hasta que paró en el lugar que eligió la suerte "Mierda".
-Hombre Chloe, te ha sonreído la fortuna- dijo Dan, y esta vez, pude ver la maldad brillar en sus ojos.
A mí solo me dio la vida para emitir una risa nerviosa.
-Venga, venga ¿Prueba o verdad?- A Charles se le veía ilusionado.
-Verdad- suspiré.
Los chicos hicieron un complot para decidir cuál sería la mejor pregunta que hacerme, tenía miedo, pero en realidad aquello me divertía.
-¿Hace cuanto tuviste sexo por última vez?
Empecé a toser como una loca, no me esperaba eso, me estaba ahogando con mi propia baba, aquello era surreal.
-Morir no te librará de responder, chica- Carlos estaba en todo.
Me puse roja -¿Cuánto hace desde el segundo día que estuve en Australia?-
-Algo menos de una semana ¿por?- Lando no estaba relacionando conceptos.
-Fue hace algo menos de una semana entonces- sonreí nerviosa.
-¿Cómo?¡Qué fuerte chaval!- Carlos estaba sorprendido.
-Buah, un australiano, no me extraña- Dan se rió.
-No fue australiano no- Verstappen abrió su tremenda bocaza.
-Cállate, estúpido- le di un codazo a mi compañero.
Carlos abrió mucho los ojos -¡¿Te tiraste a Verstappen?!-
No pude evitar morirme de risa y Max hizo lo mismo, era parar de reír, mirarnos, y volver a la carga; no era un chico feo, pero no lo veía como nada más que como un amigo, además, siendo más joven que yo me pasaba como con Leclerc, los veía más como mis hermanos pequeños. Los demás se miraban entre ellos, un poco sin saber de qué iba aquella movida, y en parte agradecí lo discretos que fueron Leclerc y Vettel.
-¿Vamos a seguir o estáis demasiado impactados?- Me reí.
Ricciardo se tomó aquello como un reto, y sin pensarlo, giró la botella, con tan mala suerte de que ésta acabó apuntando en su dirección.
-¿Prueba o verdad?- canturreó Max.
-Prueba- Dan sonaba contundente.
-Quítate una prenda- dije yo sin pensar.
-La que quieras- dijo Vettel rezando que no fuera muy comprometedora.
-Sensualmente- pidió Carlos divertido.
El australiano se puso en pie, nos recorrió con la mirada, y con ojos seductores empezó a quitarse la camiseta, despacio y al ritmo de la música.
-Por dios, demasiada intensidad para mí- Vettel se dejó caer hacia atrás, quedando tumbado en la alfombra para no ver al chico, que cuando terminó de quitarse la camiseta se la tiró al alemán a la cabeza -A ver si la lavas, guarro- se quejó este último riendo.
Ricciardo no estaba nada mal, de hecho, estaba muy bien; tenía la piel de un moreno dorado precioso, lo que acentuaba más si cabía sus músculos; bíceps y abdominales trabajados, y por supuesto bien marcados, hasta los chicos se fijaron.
-Joder Dan- dijo Leclerc, después de que el australiano recibiera un silbido de parte de Sainz.
-¿Te gusto verdad?- respondió Ricciardo divertido.
Aquel juego no había hecho nada más que empezar.

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