Capítulo 80

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Narra Chloe:
Seb y yo habíamos llegado con tiempo al circuito para la qualy, y como su motorhome pillaba de camino al mío, entré con él al hospitality rojo, para dejar a Seb en su habitación y saludar a Leclerc.
Estuve hablando con Charles hasta que mi móvil vibró en mi bolsillo, indicando un mensaje de Horner; para mi jefe tenía un tono de notificación predeterminado, no sé si por evitar sus mensajes o por todo lo contrario, pero la cuestión es que lo tenía.
Christian era de esos que te llamaban a las seis de la mañana, preguntando si habías mirado no sé qué dato, de no sé qué página de la telemetría de no sé qué día.
¡Sorpresa jefe! No, no lo he mirado, estaba durmiendo, como hace la gente normal a estas horas...
Estaba saliendo del motorhome de los de Maranello (o intentándolo, porque aquello era horriblemente grande), cuando pasé por la puerta de Binotto, que tenía unas gafas redondas dibujadas en el rojo vivo de la madera de la puerta.
Llamadme cotilla, maruja o lo que queráis, pero me paré allí mismo al escuchar voces. Una era la de Binotto, seguro, y la otra... Me sonaba mucho, pero realmente no me venía a la cabeza de qué.
—Sabes que aquí siempre ha habido un hueco para ti— decía Binotto.
—¿Eso qué quiere decir?
—Que tienes la puerta abierta, tú tienes la última palabra Fernando.
¿¡CÓÓÓMO!? ¿¡FERNANDO ALONSO!? ¡LA MADRE QUE LO PARIÓ!
Estoy segura de que me puse roja de golpe, de ira. ¿Por eso Binotto quería fuera a Vettel? Alonso se iba a enterar, iba a tener unas serias palabras con el niñato aquel, a ver si se pensaba que iba a poder hacer y deshacer lo que quisiera allí, que no era el Rey del Mambo joder.
Oí pasos procedentes del despacho, y como si de un ninja se tratara, me moví con velocidad por el pasillo, escondiéndome en un recoveco que había ántes de bajar las escaleras.
Los dos hombres se despidieron, con un abrazo de esos que parece que se van a partir la espalda, y yo contuve la respiración como pude.
La puerta del despacho se cerró, y pronto me di cuenta de que los pasos de una única persona se dirigían hacia mí.
Ojalá haber tenido un walkie talkie conectado a una red de espías, por el que decir "Agente 13 a punto de ser descubierto, repito, al Agente 13 le peligra el culo", pero claro, no lo tenía.
—¡Hombre nena! ¿Qué haces ahí?— la voz de Fernando me retumbó en la cabeza. Pues sí que se había dado prisa en encontrarme el monigote aquel...
Me giré de repente, y de la misma repentina forma, le estampé un puño en la cara al ex-piloto asturiano.
Del golpe sonó un crujido, pensé que era su nariz y que me había convertido en una boxeadora de puta madre, pero no, error, había sido mi mano, que me dolía horrores.
—Joder Chloe— Fernando se sujetó la cara, y al retirarse las manos, vi un enorme moratón oscuro que había decorado su ojo con velocidad.
—Te lo tienes ganado.
—¿Y a ti no puedo ganarte?— dijo, acercándose mucho a mí.
—No seas pesado Alonso.
—¿Ya no me llamas Fer?— preguntó, haciendo un puchero.
—No.
—¿Después del puño que me has metido vas a estar así de sosa?
—Me tengo que ir, a diferencia de ti, yo sí tengo un coche decente este año.
Él intentó detenerme, pero conseguí salir de allí y llegar a mi motorhome, para repasar las últimas estrategias de la qualy.
Christian no llevaba ni 10 minutos hablando cuando detuvo la reunión mirando mi mano.
—¿Qué te ha pasado?
—Nada— dije, intentando ocultar lo morados que se me habían puesto los nudillos y el gesto de dolor que me recorría la cara con cada movimiento.
—Voy a cambiar la pregunta, Chloe— dijo Horner inspirando hondo —¿Qué has hecho?—
—Nada...
—Niña, suéltalo— insistió él sin sonar brusco.
—Le he pegado a Fernando Alonso.
—¿QUÉ?
—Mi puño, en su ojo.
—Pero vamos a ver— me miró mi jefe, apoyándose en la mesa con las dos manos —¿Le has hecho algo grave?—
—Un moratón.
—Se lo merecería, que se joda— se rió Christian —Y tú, niña, vas a necesitar que te miren esa mano—
Efectivamente, el dolor iba a más, y Horner no tardó en llamar a mi fisio para que me echara un ojo, y entre los dos decidieron que lo mejor sería llevarme al médico.
Fractura del cuello del quinto metacarpiano.
Toma ya.
Os preguntaréis qué coño es eso.
Bien.
Que aquí la chica tuvo tal mala suerte  que en vez de partirle la cara al imbécil de Alonso se rompió no sé qué parte de la mano.
Conclusión.
Que tenía uno de los dedos de la mano derecha más torcido que la Torre de Pisa.
Me pusieron una férula para inmovilizarme la mano.
Y lo mejor de todo, me prohibieron conducir hasta después del parón veraniego.
DE PUTA MADRE CHLOE.
Christian no estaba enfadado, pero Max...
Max me dijo de todo menos guapa, pero al final me acabó dando la razón con el tema de Alonso.
La qualy fue bien, al menos para Seb, que marcó un tiempo espectacular llevándose la pole de sobra, con muchísima diferencia sobre Hamilton, que quedó segundo.
Por la noche, mi rubio favorito y yo fuimos al restaurante en el que habíamos quedado con toda su familia, esta vez incluidas sus hermanas.
La cena fue muy agradable; ya os lo tengo dicho, hacían que me sintiera como en mi propia casa, era una sensación preciosa, que realmente me hacía mucha falta teniendo a mi madre lejos.
Quién me hubiera dicho aquella noche, que el día siguiente, el de la carrera, iba a ser tan complicado...

[Fórmula 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora