Narra Chloe:
A Alex le extrañaba que no me hubiera desecado de tanto llorar, había pasado ya una semana desde mi cena con Fer (¿Por qué coño ahora lo llamaba Fer?), y una semana desde mi "discusión" con Seb, si se le podía llamar discusión, claro, porque no habíamos mediado palabra...
Me había dicho Alex, que le había dicho Kimi, que a él le había dicho Seb (un puto lío, sí), que se había enterado de mi cena con Fernando por una foto de un paparazzi o algo así.
Estaba deseando que llegara la carrera de Hungría, porque allí, a Seb no le quedaría más remedio que salir de su escondite, pero hubo un problema (sí, otro más); se suspendió el gran premio que iba a desarrollarse en el Hungaroring debido a monumentales desbordamientos del río Danubio, que fluía superando su caudal a escasos kilómetros del circuito.
El parón veraniego se había anticipado, y yo seguía sin ninguna noticia de Seb.
Pese a ello, y al disgusto que yo había llevado los primeros días, Alex había conseguido tranquilizarme con una gran noticia.
¡Kimi y ella iban a casarse!
Alex estaba realmente ilusionada, jamás la había visto así. El Iceman la había convertido en la chica más feliz de este mundo, y yo no podía alegrarme más por ella, lo merecía, merecía todo lo bueno que le pasara.
Mi amiga consiguió que me distrajera ayudándola a preparar la boda, todo debía ser perfecto, debía estar a la altura de aquella maravillosa pareja.
La acompañé a comprar el vestido, era precioso; lleno de pedrería y tul, me emocionaba muchísimo verla de blanco, estaba preciosa...
Cuando los novios ya me hubieron saturado bastante, me dijeron dos cosas; la primera fue la más importante, la más emocionante, la más bonita... La más todo. Me pidieron que fuera su dama de honor.
¡Claro que acepté! Dios mío, aquello era una locura, pero una locura preciosa.
La segunda era un billete de vuelta a España, para que pasara allí unos días, aunque mi madre estaba en Austria con Toto.
Me haría bien volver a casa, o eso pensaba...
Llevaba un par de días en España cuando recibí un mensaje extrañísimo de Max, diciendo que me había mandado un regalo, que estaría a punto de llegar, que era para que eliminara tensiones.
¿Pero qué tensiones ni qué mierdas? ¿De qué estaba hablando Verstappen?
Lo entendí todo cuando el timbre retumbó en el silencio de la casa, y me levanté a abrir la puerta de la calle.
-¿Qué coño haces aquí?
Aquello era una locura.
-Me envía Max.
Ni que viniera por paquetería exprés.
Me adentré en el salón, sentándome en el sofá y hundiendo la cara en las manos.
El chico cerró la puerta de la calle, y se sentó a mi lado.
-Esto no está bien, Fer.
-¿Y a quién le importa ahora lo que está bien?
-A mí.
Él me apartó las manos de la cara, haciendo que lo mirara a los ojos, unos ojos preciosos de color chocolate.
¿Qué coño te pasa, Chloe? ¡Vale ya joder!
-Voy a preparar algo de cenar- dijo él.
-Ni siquiera sabes donde está la cocina.
-La encontraré, listilla.
Los oídos me pitaban y la respiración se me había acelerado, me estaba agobiando así que decidí entrar en instagram para distraerme un rato.
¿Buscas distracción? JAJAJAJAJAJA. Sí, claro.
Con aquella visita inesperada no me había dado cuenta de las docenas de notificaciones que inundaban mi móvil; eran menciones en instagram, en una foto de una modelo a la que no había visto en mi vida.
¿Quién coño era esa?
Tardé mi tiempo en darme cuenta de lo que todos querían que viera.
La foto era sugerente, no obscena, pero sugerente, desde luego; en ella salía la modelo esta que os he dicho, medio tapada con una camiseta roja.
Espera.
No era una camiseta roja cualquiera.
¡Cabrón! ¿No habrás sido capaz?
Era una camiseta de Ferrari, de puto piloto Ferrari. ¡Y a Leclerc le gustaban más los hombres que los coches! (y mira que ya era decir...).
El fuego de la ira me recorrió por completo, tuve ganas de tirarlo todo por la borda, sed de venganza.
Y fijaos qué suerte, que la propia venganza me estaba haciendo la cena.
*Conversación de WhatsApp*
Max: Has visto ya la foto???
Chloe: Cómo no verla.
Max: Y qué vas a hacer?
Chloe: Quiero venganza.
Max: Jajajajajajaa Entonces te gusta el regalo que te he mandado?
Chloe: No está mal...
Max: Ánimo guapa! Y un saludo de Dan.
Chloe: Cómo lleva lo suyo?
Max: Está nervioso perdido, pero creo que lo va superando.
Chloe: Mucho ánimo también para vosotros, chicos!
Max: Un beso!!
*Fin de la conversación de WhatsApp*
Bloqueé el móvil, y lo dejé sobre la mesa, para después tomar aire y dirigirme a la cocina.
Fer estaba mirando atentamente el interior del microondas cuando llegué.
-¿Qué estás mirando?- le pregunté sentándome en la encimera.
-Me estoy dando cuenta de que no tengo ni puta idea de cocinar-se rió él apagando el microondas.
-No es la única cosa que no sabes hacer- me reí mientras me mordía un poco el labio.
Aquello se me daba fatal.
Él levantó una ceja y me sonrió mientras se acercaba -¿Qué más no se hacer?-
Fingí pensar -Pues... Conducir, por ejemplo- me reí.
-¿Cómo?- rió él, sujetando mi cintura.
-Yo conduzco mejor.
-Tal vez... Pero seguro que hay cosas que se te dan incluso mejor que conducir...
Su voz sonaba ronca, me había erizado todo el cuerpo de repente.
No pude evitar sonreír.
-Sabes nena, no sé que te ha pasado, pero me gusta.
-Alonso.
-¿Sí?
-Tienes una voz insufrible- me reí.
-¿Y qué propones?- dijo él, riendo y mordiéndose el labio.
-Que calles un rato.
-No voy a callarme.
-Te callaré yo entonces.
Los labios del chico me recibieron con ganas, casi diría con ansia. Abracé mis piernas a su cintura y respiré hondo, aquella noche pintaba bien... Muy bien...