Narra Chloe:
-Vente conmigo, cielo- le dije.
-Por favor principessa, déjame dormir un rato más.
-¿Tanto sueño tienes?
-No me has dejado dormir en toda la noche- Seb se tapaba la cara con las sábanas.
No pude evitar reír ante aquella situación.
-No ha sido para tanto, amor- le sonreí.
-Estoy mayor Chloe- dijo removiéndose en la cama.
-¿Y Kimi y Alex?
-¿Cómo?
-Que Kimi está más mayor- me reí, intentando picarle.
-Ay Chloe, pero él es... Es... Ay, no sé.
-No te preocupes tonto- le besé la frente -Es broma-
Él suspiró tranquilo -Danke (gracias) - dijo sonriendo, mientras yo lo arropaba con cariño.
-Nos vemos luego cielo- le dije, besándole los labios de forma rápida -¡Te quiero!-
-Y yo a ti, preciosa.
Salí de la habitación todavía riendo. Lo que más gracia me hacía, era lo multilingüe que se despertaba Seb, es decir, tan pronto te hablaba en su italiano Ferrari, como en inglés, como en alemán... Y yo le sonreía como una tonta, porque me encantaban esas cositas suyas, y porque lo quería un mundo. Ais, el amor...
-Buenos días Bala Novoa- la voz de Alex retumbó en todo el pasillo del hotel.
-¡Al!- grité corriendo a abrazarla -¿Ya habéis vuelto de vuestro retiro espiritual?- me reí, refiriéndome a su escapada con el piloto de Alfa Romeo.
Ella me sonrió -Acabamos de llegar, Kimi ya tenía la agenda plagada para esta mañana-
-Bueno, y cuéntame, ¿cómo os ha ido?- le pregunté ilusionada mientras nos dirigíamos al ascensor.
Alex hablaba sin parar, con todo lujo de detalles (algunos de los cuales hubiera preferido no escuchar, no volveré a mirar a Kimi de la misma forma que antes XD), se la veía totalmente entusiasmada, feliz... Y yo me alegraba muchísimo de verla así, ya le tocaba disfrutar un poco de la vida, que solo es una, y se pasa volando.
Ambas cogimos un taxi para ir al circuito; ella tenía decenas de pases de prensa, y yo quería pasar un rato con mis ingenieros y con mi joyita, empapándome de todo lo que pudieran enseñarme, me encantaban la mecánica y la ingeniería; era una de mis pasiones ocultas, porque a algunos ingenieros, eso de que los pilotos nos metamos por medio, no les gusta nada...
Al llegar al Red Bull ring me sentí como en casa, supongo que os será evidente el porqué.
Pese a ello, cuando Alex y yo nos separamos, tuve que atravesar el corralillo de prensa, ese tétrico lugar para cualquier piloto, en el cual docenas de periodistas nos esperaban para avasallarnos a preguntas complicadas.
Esa vez me tocó a mí; "Después del GP de Francia, ¿se puede confirmar tu relación sentimental con el tetracampeón del mundo Sebastian Vettel?" "¿Has tenido algún problema al establecer relaciones con alguien de otro equipo?" "¿Confirmas o desmientes los rumores de boda?" "¿Qué opina Sebastian de tu relación tan cercana con pilotos como Max Verstappen?".
Joder, me estaba poniendo de los nervios, una ansiedad tremenda me desbordaba por todas partes, y no sabía que contestar a toda aquella retahila de mentiras y tergiversaciones que estaban soltando.
Me quedé bloqueada en medio de todos los periodistas, sin contestar, y deseando con todas mis fuerzas que la tierra me tragara.
Unas manos se posaron en mis hombros, y me empujaron con suavidad, guiándome fuera de aquel campo de batalla.
Una vez estuvimos en el Paddock, sin tanta gente alrededor, pude respirar tranquila.
-Gracias Nico- suspiré, intentando que la voz no me temblara.
-No ha sido nada- sonrió él -A veces los periodistas se ponen pesados-
Y el chico tenía razón; yo amaba a mis fans con toda mi vida, pero los periodistas... Creo que solo soportaba a Alex, para los demás era todo carnaza y sensacionalismo... Hoy en día el periodismo no sirve para nada más que para crear morbo.
Caminé hasta mi garaje charlando con Hulk, un poco de todo, mi relación con él seguía siendo buena, ambos nos encontrábamos cómodos, con la única diferencia de que yo ya no sentía la necesidad irrefrenable de tirarme a su cuello en cuanto el chico aparecía. Puede decirse que éramos amigos, pero no faltaron los comentarios periodísticos que señalaban una posible infidelidad por mi parte, hacia Seb, claro.
Ug, la prensa era lo peor.
En mi garaje, me despedí de Nico con un abrazo, y me acerqué a saludar a mi madre, quien por algún motivo el cual desconozco, ya estaba allí.
La mujer me abrazó con mucha fuerza, y me dio un sonoro beso en la mejilla. Los ojos le brillaban como nunca antes, y su sonrisa destacaba por encima de todo.
Jamás la había visto tan bien.
-¡Cariño! ¿Cómo te va?- me preguntó al separarnos.
Estuve contándole un poco todo, haciendo un resumen rápido que evitara detalles innecesarios.
Como ya había hablado con Seb, le propuse a mi madre una cena, un día, los tres, un poco para formalizar la relación. Ella aceptó sin dudarlo, pero me propusó algo más.
-Yo también quiero presentarte a alguien, Chloe- dijo ella.
Y yo no supe qué decir, ¿era cierto? ¿Aquello estaba pasando? Fui la más feliz del mundo al intuír que mamá estaba tratando de rehacer su vida.
-Mamá ¿puedo preguntar quién es?
Ella rió con dulzura.
-Puedes preguntarlo, si quieres, pero no te contestaré.
Hice un puchero -Por favor, tú sabes a quién te voy a llevar-
-No me mires así, cariño, lo descubrirás en la cena.
-Bueno...
-¿El sábado después de la qualy te parece bien?
-Claro, sin problema, se lo diré a Seb, tú díselo al hombre misterioso- le sonreí.
Ella me acarició el pelo con suavidad y sonrió -Se lo diré de tu parte-
-¿De mi parte?
-Ahá.
-¿Nos conocemos?
-Puede ser.
Ay por favor, aquello sí que no me lo esperaba, no pude evitar reír, de lo surrealista que estaba siendo la situación.
Tras un par de abrazos más, nos despedimos, y como mis ingenieros estaban tomando un café, decidí ir al garaje de Ferrari, a ver si mi chico se había dignado a salir de la cama.
-Buenos días, guapa- susurró alguien en mi oído, sujetándome con fuerza por la cintura.
Me tensé de golpe, no fue difícil verlo.
Era el chico raro otra vez, el español, el que me sonaba pero no sabía quién era.
-Déjame, por favor.
-¿Qué pasa? ¿Se va a poner celoso Vettel si te ve?
-Suéltame- dije elevando el tono más de lo que me hubiera gustado.
-No quiero- contestó él con tono burlón.
En ese momento, y gracias al cielo, Seb apareció en el garaje, vestidito de rojo, y tan mono como siempre, pero con una tremenda cara de malas pulgas.
-Alonso, la chica ha dicho que la sueltes- espetó Vettel con frialdad.