Narra Lando Norris
Estaba nerviosísimo, no paraba de dar vueltas, mis dedos tamborileaban sobre uno de los asientos de la grada 13, de aquel circuito de Barcelona.
Intentaba no mirar mucho el reloj, porque sabía que aún me volvería más histérico. Él llegaba tarde, llegaba 10 minutos tarde, y la impuntualidad era algo que me sacaba de quicio.
No era la primera vez que quedábamos, de hecho, era nuestra segunda "cita" (por llamarla de alguna manera).
En Barcelona había mucha humedad, se me había metido el frío hasta los huesos, y mi chaqueta de McLaren no era suficiente. Me acurruqué en una esquina de la grada, tapándome hasta la nariz, y cerré los ojos al respirar hondo.
-¿Tienes frío?- el chico había aparecido a mi lado, y me miraba con los ojos muy abiertos.
Asentí, sin hacerle mucho caso, para que viera que me había molestado su tardanza.
El chico se quitó su chaqueta, y me la puso por encima.
-¿Mejor?- preguntó.
Volví a asentir, esta vez con un sentimiento muy bonito, un calorcito que me inundaba por dentro.
-Gracias- le susurré, mirándolo a los ojos, y él se sentó a mi lado, apoyando su cabeza en mi hombro. No pude evitar sonrojarme, y menos mal que él no me vio, porque me hubiera dado una vergüenza inmensa.
Aquel chico me hacía sentir algo muy especial.
Volví a respirar hondo, en un vano intento de calmar las mariposas de mi estómago, aquello no funcionaba.
-Oye Lando.
-¿Sí?
-¿Estás nervioso?
-¿Qué?- me volví a sonrojar.
-Te oigo el corazón desde aquí, Norris- el chico se rió -Vas acelerado-
-Oh... - bajé la vista al suelo.
-No tienes de qué avergonzarte, yo también estoy nervioso- sonrió.
Mentiría si dijera que aquella confesión no me ilusionó como a un niño, me salió una enorme sonrisa tonta.
Me apetecía mucho darle la mano a mi acompañante, pero no sabía si él tendría las mismas ganas que yo. ¿Y si no le gustaba? Mis nervios crecieron en un 200%.
El chico, como si me hubiera leído la mente, desplazó su mano sobre la mía, y aquello, a mí me animó a entrelazar mis dedos con los suyos.
Él frotó con cuidado su dedo pulgar contra el dorso de mi mano, y me provocó una sensación espectacular; la calma en la tormenta, algo así como un precioso oasis en mi propio desierto.
Algunos equipos hacían su paseo de reconocimiento por la pista, pero nadie reparaba en nosotros, en aquella grada de la curva 13. Era como nuestra burbuja particular, un refugio en el que solo estábamos los dos.
-¿Cómo te encuentras?- le pregunté.
-Nervioso por la carrera.
-Yo también, es mi primera vez aquí.
-Te saldrá bien, lo sé- me sonrió.
Volví a sonreír como un estúpido.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?- preguntó.
Medité mi respuesta durante unos segundos -¿La verdad? Ahora que estoy contigo mejor-
No sé de dónde saqué valor para dar aquella respuesta, en mi cabeza lo tenía claro, pero en cuanto me oí a mí mismo decirlo en alto, se me congeló mi propia sangre.
El chico levantó la cabeza de mi hombro, y tuve miedo.
Me cogió por la barbilla y me hizo girar la cara hacia él, me sonreía con ternura.
-Eres muy bonito, Lando.
Casi me atraganto al oír aquello.
-Me haces feliz- una vez más no entendía de dónde salía la valentía que me estaba llevando a decir aquello.
-Ojalá esto fuera más fácil- susurró el chico, y se llevó las manos a la cara.
Pasé mi brazo por sus hombros, e intenté apoyar a mi acompañante.
-Lucharemos juntos- dije, presionando su hombro.
-¿Me lo prometes?- preguntó él.
-Te lo prometo.
La sonrisa del chico fue sincera, y me llenó totalmente, qué poco le hacía falta para ser feliz...
En cierto modo lo envidiaba, era alguien fuerte, había vivido muchas cosas, y la vida le había dado muchos golpes; pero eso, lo había fortalecido enormemente.
-Háblame de ti, Lando- pidió él.
-¿Qué quieres saber?- pregunté.
-¿Qué te gusta?
-La Fórmula 1.
El chico me miró alzando una ceja, sarcástico.
-La leche- dije.
De nuevo, me volvió a mirar, pero esta vez, con cierta picardía en sus ojos.
-¡Ay! ¡Tonto!- le di un leve puñetazo en el hombro, y él se rió.
-Me gusta la Moto GP- dije, mirando al cielo, que había empezado a oscurecer.
-¿Quién es tu piloto favorito?
-Valentino Rossi.
El chico sonrió -A mí me gusta Márquez-
-Te gusta porque es más guapo- dije yo, poniendo cara de intelectual.
-Está claro- rió él -Pero si así te pones, mi piloto favorito serías tú-
Me dio un vuelco el corazón, se me cortó la respiración por un momento, y las mariposas me subieron hasta la garganta.
-No mientas- le dije sonrojado.
-¿Qué insinúas?- preguntó él.
-Que los hay más guapos que yo.
-¿Por ejemplo?
-Cualquiera.
-Pues a mí me gustas tú.
Otra vez el nudo en la garganta.
No sabía qué responderle, así que me limité a ser sincero.
-No sé qué decirte.
Él sonrió de lado, como si aquella fuera la respuesta exacta que estaba esperando.
-No digas nada- dijo, y posó su mano en mi nuca, acercándome a él con cuidado.
No me iba a poner en plan dramas, pero nunca había besado a nadie, y era algo que me daba mucha ansiedad; aquel chico me gustaba, ¿Y si lo hacía mal?
Todos los nervios se me bajaron de golpe cuando sus labios rozaron los míos. Era una sensación totalmente mágica, casi como estar en una nube.
El chico se separó de mí y me miró a los ojos, interrogante. Yo por mi parte, seguía sin saber qué decir, por lo que tomé aire, saqué todas las fuerzas que pude, y me lancé a besarlo de nuevo, él me recibió con entusiasmo, acercándome a él con ternura.
Yo revolvía su pelo, y él de vez en cuando interrumpía el beso con una sonrisa, lo que me hacía inmensamente feliz.
-Gracias Lando- susurró cuando nos separamos.
-No, gracias a ti, Charles.