Capítulo 24

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Estaba yo todo ofuscada en la habitación que compartía con Max, jugando al F1 2019, aquel juego se me daba fatal... Mi compañero no estaba, por lo que no me quedaba otra que apañármelas sola.
Cuando por fin estaba a punto de adelantar a Robert Kubica, alguien llamó a mi puerta. Pausé el juego y fui a abrir.
Nada más y nada menos que Carlos Sainz, apoyado en el marco de la puerta, con una camiseta hiper ajustada que le marcaba todos y cada uno de los músculos.
—Buenas tardes, buscaba yo a una tal Chloe Novoa.
Hasta tardé en contestarle, mis ojos estaban clavados en su torso, me costaba concentrarme en otra cosa, y joder, él se había dado cuenta.
Rozó su labio superior con la punta de su lengua e insistió —Guapa, ¿me dejas pasar?—
Me aparté de la puerta, sin tener claro qué estaba pasando, y el chico entró sin pensarlo.
—Ala, estabas jugando al F1— el chico se tiró sobre la cama y cogió el mando —joder, qué mala eres— se rió.
Yo me senté con cuidado en el borde de la cama, y el chico se me quedó mirando.
—No muerdo Chloe.
Me moví dos centímetros hacia él.
—¿En serio?— dijo.
Respiré hondo, me mentalicé, y me moví a su lado, el chico no tuvo que pensar tanto, y apoyó su cabeza en mis piernas.
Después de lo que me había contado Lando, aquello me estaba resultando particularmente incómodo.
—¿Pasa algo Chloe?
—Le hiciste daño a Lando...— aquello se me escapó.
El chico se me quedó mirando.
—Le di lo que quería.
—Por dios, el chico no quería sólo sexo.
—Yo se lo dejé claro, solo sexo, sin sentimientos, sin compromisos.
—Además, tú...
—¿Me vas a venir ahora con que soy muy hetero no? Pues fíjate, me da igual, hombre, o mujer, a mi me importa que me hagan disfrutar ¿me entiendes?
—Supongo...
—No era mi intención hacerle daño, Chloe.
Era extraño, pero parecía sincero.
—No me gusta que mis amigos sufran— dijo.
—A nadie le gusta.
—Lando es mi mejor amigo, no lo cambiaría por nada, además, no me plantearía tener algo serio con él.
—¿Por qué?
—Al final, con estas cosas, la gente se enamora, y eso sí que duele.
Tuve que pararme a pensar, ¿Carlos no quería nada con Lando para no hacerle daño?
—¿Tú te has enamorado alguna vez, Carlos?
Sus ojos se clavaron sobre los míos.
—Sí— se le veía serio.
—¿Salió mal?
—Me dejó por otro.
—¿Y por eso te muestras como un machote que solo quiere follar?
—Tal vez.
Aquella conversación me relajaba.
—Es un poco triste, Carlos.
—Lo triste es que yo había venido a ver si me liaba contigo.
Me quedé muda, no sabía qué decir.
—Joder, Chloe, ahora me siento mal...
Lo abracé.
—Bueno, ahora un poquito menos mal— se rió.
—Eres un cabrón, Carlos— suspiré.
—Lo sé, y doy asco.
—Le he dicho a Lando que no se enamore de ti.
—Lando no es tan santo como te crees.
—¿Qué?
—No va a enamorarse de mí.
—¿Por qué?
—Porque va detrás de otro, alguien que le va a cuidar mejor de lo que yo lo cuidaré nunca.
—No preguntaré quien es.
—Mejor, sí.
—Y a ver si tú te buscas a alguien a quien querer, Carlitos, que menuda cara de mustio se te ha quedado.
El chico se me quedó mirando.
—Yo no valgo, tiene que ser otra, bueno, o otro...— dije.
—La verdad es que prefiero una chica.
—Bien señor Sainz, le buscaremos una buena moza— le sonreí.
—¿Estás con alguien?
Me quedé un poco cortada.
—No salgo con nadie— dije.
—Pero hay algo.
—Puede ser, sí...
—Tiene suerte de tenerte.
—Cállate Carlos, me harás llorar.
—¿Sabes? Voy a ir a hablar con Lando, a explicárselo todo bien.
—No me esperaba eso de ti.
—Lo sé, pero se la debo a Norris.
—Mucha suerte, Carlos.
El chico me abrazó y me dió un corto beso en la mejilla antes de irse.
—Gracias Chloe— dijo, y la puerta se cerró.
Me dejé caer sobre la cama, la colonia de Carlos se había impregnado en las sábanas, la que me faltaba...
Acabé la partida del videojuego, y evidentemente, quedé última... Vaya desastre estaba hecha...
Salí al balcón y abrí mi mochila, aquella mañana había comprado un paquete de tabaco, era lo que mejor calmaba mi ansiedad. Estaba atardeciendo, pero la temperatura no era mala. Me puse a pensar en todo lo que había pasado aquel día, estaba cansada, y el gran premio todavía no había empezado, la vida como piloto era más difícil de lo que nadie pudiera imaginar.
Las luces de algunas de las habitaciones brillaban en la oscuridad del atardecer. Desde mi balcón también se veía la piscina del hotel, donde una pareja jugaba entre los últimos resquicios de luz.
Apagué el cigarro y entré a la habitación, apreciando el silencio, y la tranquilidad de aquel lugar, necesitaba relajarme, y desconectar, después del tornado de emociones que estaba sintiendo.
Encendí la televisión y puse esa serie de médicos tan famosa, si no me hubiera dedicado a esto, probablemente sería médica.
Justo cuando estaba recolocando los cojines de la cama para tirame sobre ellos, alguien aporreó mi puerta con desesperación.
Me acerqué a la puerta y abrí, un chico rubio me esperaba fuera, mirando a ambos lados con nerviosismo.
—¿Quien eres?— pregunté dubitativa.
—¿Puedo pasar?— preguntó él.
—¿Por qué?
El chico me miró, y volvió a mirar a sus lados.
Sin que yo le dijera nada, me apartó con cuidado y se coló en mi habitación. Yo, perpleja, cerré la puerta y me giré para mirar al chico, que muy alterado, daba vueltas por toda la habitación.
—Perdona, ¿puedes explicarme esto?
—Oh, sí, lo siento.
El chico miró al suelo.
—Me están persiguiendo— dijo.



Hoy ha fallecido en pista Anthoine Hubert, piloto de F2, mi más sincero pésame para su familia y amigos❤️

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