Capítulo 30

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—Muchas gracias por confiar en nuestra aerolínea, esperamos que el vuelo haya sido de su agrado, un saludo de parte de toda la compañía, y ¡bienvenidos a Baku!— la voz del piloto del avión dejó de oírse por megafonía.
El desembarque fue rápido, y los controles de seguridad también.
Cuál fue mi sorpresa cuando salimos por la puerta de "llegadas", allí había muchísima gente, gente esperándonos. A nosotros, que llevábamos buenas pintas después de 7 horas de vuelo.
Lando y yo estábamos emocionadísimos, conociendo fans, y firmando todo lo que nos ponían a mano. No recuerdo cuantos selfies me hice, pero puedo asegurar que fueron muchos. Norris y yo disfrutábamos como chiquillos, riendo, de aquí para allá.
Los señores de la FIA se acercaron a nosotros, y sutilmente nos empezaron a alejar de allí, Lando los miró con carita triste, pero por algún extraño motivo seguramente relacionado con la brujería negra, aquella táctica no surtió efecto.
En menos de lo que canta un gallo, estábamos con los demás, metidos en un coche como sardinas en lata. Yo estaba sentada entre Ricciardo y Norris, por lo que el viaje hasta el hotel no se me hizo aburrido.
El circuito de Baku era urbano, y algunas de las calles ya estaban cortadas para el evento, por lo que un viaje que normalmente se haría en 15 minutos, lo hicimos en media hora.
El de Azerbaijan era de mis circuitos favoritos, no sabía el motivo, pero aquel lugar me transmitía algo bonito, una energía especial.
Cuando llegamos al hotel, respiramos tranquilos al saber que tendríamos habitaciones individuales, después de la semana tan movida en China, nos hacía falta poder descansar de forma individual.
Mi habitación era la 420, y estaba pared con pared con la de Max, lo que significaba que podía seguir teniendo al chico cerca, pero con algo más de intimidad.
La 420 de aquel hotel era espectacular. Tenía una cama enorme, y un sofá también gigante, creo que ya sabía dónde se iban a meter los chicos a pasar el rato.

Estaba yo admirando las vistas de aquella preciosa ciudad, cuando llamaron a mi puerta

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Estaba yo admirando las vistas de aquella preciosa ciudad, cuando llamaron a mi puerta.
Me acerqué sin pensar mucho quién podía ser, y también sin pensar, abrí la puerta.
—Hola, Bala de la Fórmula 1— Alex me sonrió —¿puedo pasar?—
Aquella visita me alegraba una auténtica barbaridad.
La chica entró, y nos sentamos juntas en el sofá, mirando hacia la ventana. Hacía tanto tiempo que no quedábamos, que había olvidado lo bonito que se sentía.
—Cuéntame ¿cómo te va todo?— me preguntó ella, con su habitual tono comprensivo.
—Esto es una locura, Al, el trabajo es lo mejor que he hecho nunca, me da igual todo el esfuerzo que tengo que hacer. Y la gente...
—¿Sí?
—Son los mejores, cada uno tiene algo genial.
—Venga, pues háblame de ellos— yo estaba súper emocionada, y Alex lo veía.
—Max es genial, es esa persona que me hace reír cuando tengo un día de bajón. Seb me cuida por encima de todo, lo quiero mucho.
La sonrisa de la chica escuchándome era de las de verdad.
—Luego están Lando y Carlos, Lando es un bebé al que cuidamos entre todos, jamás le haría daño a una mosca. Y Carlos... Es un chico que lo ha pasado mal en el amor, pero no es malo, lo tengo claro— dije.
Respiré hondo y continué hablando —Si Lando es un bebo, Charles es un niño, es tan inocente que tienes que decirle las cosas con cuidado, porque si no se asusta, Vettel casi actúa como si fuera su padre.
Alex escuchaba interesada.
—¿A quién me dejo?— pregunté dubitativa.
—Al buenorro de rizos— dijo ella con una risita.
Me eché a reír también —Dan es un tipo increíble. De esas personas que transmiten magia allá donde van. Lo está pasando mal, pero es un chico realmente fuerte, y aún así, se preocupa muchísimo por los demás—
—Vaya... Qué bonito es lo que habéis creado entre todos, en tan poco tiempo— suspiró Al.
—Luego está Nico, pero los chicos no le hacen mucho caso.
—¿Ese es el alemán más cuadrado que un sugus?— se rió la chica, y yo asentí.
—Pues yo no entiendo por qué no le hacen caso— Alex seguía riendo.
—Ricciardo y Hulkenberg— pensé yo en alto —entonces tendrás que animar a Renault—sonreí.
—Uy que si los voy a animar, seré su fan número uno— dijo ella convencida.
—Y a ti, Alex ¿Cómo te va?
—Poquito a poco, lo dejé con Pablo cuando te fuiste de Madrid, me agobiaba demasiado.
—Vaya, lo siento.
—No te preocupes, desde el primer momento tuve claro que no era el hombre de mi vida.
—Era un tipo raro, la verdad.
—Cuando te fuiste, me quedé muy mal, pero no tardé en darme cuenta de que no tenía porqué enfadarme, sólo tú, puedes decidir sobre tu vida. Me daba mucha vergüenza llamarte, porque pensarías que era una loca obsesiva.
—Yo nunca te llamé porque pensaba que estarías enfadada.
Parecíamos dos niñas pidiéndose perdón por haberle roto el lápiz a la otra.
—No podía llamarte, pero quería recuperar nuestra amistad por encima de todo, aquello me motivó para seguir mi sueño. Y tras mucho estudiar, he conseguido tener el trabajo de mi vida, y recuperar a mi mejor amiga.
Se me habían saltado las lágrimas, ambas nos mirábamos como si aún allí, a medio metro de distancia siguiéramos echándonos de menos. Nos abrazamos, y así, me di cuenta, de que nunca había extrañado tanto algo.
Cuando nos separamos, la chica miró su móvil y me sonrió, le acababa de llegar un mensaje.
—¿Pasa algo?— le pregunté.
—No, tranquila, ningún problema.
Yo sonreí, y me recosté en el sofá, era increíblemente cómodo.
No entendí muy bien lo que pasaba, Alex me hizo levantarme del sofá, y me llevó al pasillo, me dió una carta, y se despidió de mí misteriosamente.
¿Qué coño estaba pasando?
Abrí la carta y leí su interior:
"Habitación 401"
En el papel no ponía nada más, probablemente mis amigos me estuvieran gastando una broma, pero mi curiosidad era tan grande, que no pude evitar ir a la habitación en cuestión.

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