-Tranquila, Clo, respira, respira.
-¡LOS ODIO, JODER, LOS ODIO!
-Clo, mírame, mírame a los ojos.
-NO PUEDO DAN.
-Bueno, pues... No sé, eh... Mírame a los rizos.
Sonreí desganada.
-Bien, bien, eso está bien.
Respiré, poco a poco, teniendo cuidado.
-Tú puedes, Chloe, solo te has puesto nerviosa.
Me eché a llorar de nuevo.
-No, Chloe, ¿Qué pasa?
-Siempre eres tú quien me encuentra gritando, y llorando como una loca.
-Pero eres mi loca favorita, Clo- Dan me sonrió.
-No sé que haría sin ti, Dan, eres un amigo genial.
-Un amigo que siempre estará aquí para ti- el chico me abrazó.
Y era cierto, Dan había estado ahí siempre que había necesitado a alguien, podía considerarme una chica realmente afortunada, por tener a un amigo así a mi lado.
-¿No deberías estar en pista?- medio sollocé.
-Me he quedado en la Q2, y cuando me han dicho lo tuyo... He venido a buscarte.
-Oh... Lo siento, tío.
-No te preocupes, me las apañaré.
Suspiré.
-Cuéntame Clo.
-Me duele el alma Dan.
-Intenta tomártelo como un reto.
-¿Qué?
-Vas a salir la última, proponte hacer una remontada épica.
-Sería una locura.
-Y un espectáculo.
-Nuestro trabajo es eso, Dan, una locura y un espectáculo.
-El Gran Circo es así, sí...
Los dos nos quedamos mirando, con la mano dada, llegaban hasta allí los rugidos de motor del circuito, y aquel maravilloso olor a gasolina al que había cogido tanto cariño.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla -podemos con esto, tío-
-Juntos- el chico se levantó del suelo, y como no, yo también tuve que levantarme con él.
-Dame un abrazo, Dan...
El chico me sonrió con ternura -¿Eres consciente de lo mona que eres cuando te lo propones?- el chico me abrazó, y yo como agradecimiento le besé la mejilla.
-Oh dios, estais aquí, menos mal que os encuentro- Alex acababa de llegar.
-¿Qué pasa Al?- pregunté.
La chica estaba cansada, había venido corriendo, y necesitaba descansar un poco y tomar aire. Ricciardo le pasó el brazo por los hombros.
-No os vais a creer lo que está pasando en el circuito, bueno en el paddock, bueno, en tu garaje Chloe.
-¿Qué?- pregunté.
-Nos tienes en ascuas, guapa- le dijo Dan.
-La FIA está inspeccionando TU coche.
-¿Cómo? ¿Qué le hacen a mi bebé?
-Qué le hacen no, qué le han hecho antes.
-¿De qué hablas Alex?- le preguntó el chico.
-Chloe, alguien manipuló tu coche.
La vena de mi cuello que se hinchaba cuando me enfadaba se dejó ver. Aprieté los puños con tanta fuerza que me hice sangre en las palmas de las manos. Dan lo vio, y me sujetó las muñecas con fuerza para que abriera los puños y no me desangrara.
—Voy a matar a alguien— dije muy nerviosa, pero sin gritar.
—Cariño, no vas a matar a nadie— me dijo Alex.
—Parece mentira que no me conozcas— dije —¿Quién ha sido?—
—No se sabe aún— dijo Al.
—Y no se va a saber... Porque como lo pille... — mi voz sonaba pausada, pero amenazante.
—Yo me encargaré de averiguarlo— aseguró Dan.
—Alto ahí, Sherlock, déjaselo a los profesionales, nosotros ya tenemos otra investigación abierta— le dije.
Los tres caminábamos hacia el paddock. Cuanto más nos acercábamos, más gente había, nos iban haciendo pasillo, y todas las miradas se dirigían a mí. Al llegar a mi garaje, Alex y Dan se detuvieron, dejándome pasar.
Todo el mundo me miraba, pero yo estaba demasiado concentrada como para sentirme incómoda.
Me acerqué a Horner.
—Alguien manipuló el turbo, estaba programado para coger una velocidad muy peligrosa con la que no funcionarían los frenos, gracias a Dios el motor falló, lo siento— me dijo Christian.
—¿Lo sientes? ¿Eso es todo lo que puedes decir? Podría haber tenido un accidente Horner— le dije, empezando a alterarme —Podría haberme matado, si el motor no hubiera fallado ¿Sabes lo que significa eso?—
Mi jefe se había quedado de piedra, decenas de flashes capturaban el momento.
—No quiero que toquéis mi coche— me detuve —NADIE— dije mirando a Guillaume —Ya me las apañaré yo, que para eso tengo los mismos estudios que vosotros—
Nadie dijo nada, la tensión se palpaba en el ambiente, el aire hubiera podido cortarse con tijeras.
De la nada, Max se abrió paso entre la multitud.
—Vámonos, Chloe— dijo dándome la mano —Y que nadie toque su coche— dijo subiendo la voz.
Verstappen me sacó de allí por la puerta de atrás, le agradecí con la mirada, porque realmente no me salían las palabras.
El chico me abrazó, y me besó la frente.
—Mataré a quien te haya hecho esto— dijo Max. Los dos teníamos la misma forma de pensar.
—¿Y si me hubiera pasado algo?
—A Red Bull se le va a caer el pelo, Chloe.
—¿Y yo qué mierda voy a hacer con esto?
—Seguir luchando, amiga, como has hecho siempre.
—¿Y por qué a mí Max? Tu coche estaba bien.
—Ojalá pudiera hacer que me hubiera pasado a mí en vez de a ti, Chloe.
Aquellas palabras por parte de Max significaban mucho para mí; él era un chico ambicioso y competitivo, que daría lo que fuera por ganar carreras, y me prefería a mí, antes que a tener una qualy decente, por algo Max era mi mejor amigo.
Max me acompañó a la habitación para que pudiera estar tranquila, nos sentamos en el sofá y cerré los ojos, pasandome las manos por la cara, aquello era totalmente surreal.
No me había dado tiempo ni a tomar un poco de aire cuando llamaron a la puerta, y Max se levantó a abrir.
—A ver, niña, arriba ese ánimo— los tacones de Laia sonaban en el suelo, y retumbaban en mi cabeza.
—¿Qué pasa?— pregunté.
—Que en tu mánager sí puedes confiar, y estoy aquí para solucionarte un poco el cotarro.
—¿De qué hablas Laia?— dije.
—Te he conseguido gente— la chica puso música de opening de anime en su tablet —Te presento a... ¡LANDO! el hacker que se encargará de sustraer la información de las cámaras para pillar al que te ha jodido— Norris entró en la habitación como un futbolista saltando al campo —¡JAMES! Como ingeniero provisional para poner el coche a punto— el canario entró muy motivado, y se puso al lado del joven de Mclaren —¡ROSE!
Que es ingeniera de Ferrari, y nos va a echar una mano también— la chica entró con timidez, sonrió y se juntó a James, quien le pasó el brazo por la cintura —¡ALEX! Que le robará el puesto al personaje ese de Horner— la periodista entró bailando —Estos chicos son mecánicos, vienen uno de cada equipo y no vienen para nada coaccionados— Laia miró al techo disimulando, y los chicos entraron sin ganas —Y POR ÚLTIMO— puso un redoble de tambor —TUS FANS PARTICULARES— Ricciardo, Seb, Charles y Carlos entraron gritando y aplaudiendo, con la cara pintada y camisetas con mi nombre. ¿Cómo les había dado tiempo a preparar aquello?
Sin duda, eran los mejores amigos que pudiera imaginar jamás, porque en aquel momento, con todo lo que estaba pasando, me sentí la más afortunada del mundo.