Narra Kimi:
Había salido al jardín a tomar el aire, el alcohol me estaba subiendo muy rápido, y me iba completamente de lado.
"Ten cuidado Kimi, no te vayas a caer a la piscina" me decía a mí mismo, mi propia voz me retumbaba en la cabeza.
Me iba tropezando a cada paso, "Menuda resaca vas a tener mañana, cabrón" pensé, y me reí de mí mismo.
La risa se me cortó de golpe cuando vi a una chica llorando. ¿Y a esa qué le pasaba? Pobre mujer, ahí toda desconsolada. Como no estaba en plenas facultades, no pensé mucho, y sin ver quien era, me acerqué y me senté en el suelo, a su lado.
Ella me miró.
Era Alex.
—¿Qué cojones quieres ahora?— me preguntó, volviendo a llorar con ganas.
Se me hizo un nudo en la garganta, y se me secó la boca con velocidad.
—¿Qué te pasa?— le pregunté.
Ella me miró como si fuera evidente —¿Pero tú eres gilipollas?—
Abrí mucho los ojos, encima me insultaba la niña...
—Intento ser amable— dije molesto.
—¿Amable?— resopló, sacando el móvil del bolsillo, y enseñándome mi conversación de WhatsApp —¿Amable?— repitió.
Uy.
Pues iba a ser verdad que no había sido muy amable.
Recordé por qué le había escrito eso, y tal vez fue porque iba borracho, pero en ese momento me dio igual, la verdad.
—No puedo dejar de pensar en ti— dije.
Uy.
Eso se me había escapado, supe que no tenía que haberlo dicho por como me miró ella.
Noté que el alcohol se me bajó de golpe, dejé de marearme, y ya con dos dedos de frente, me di cuenta de que acababa de meter la pata hasta el fondo.
—A ver, niña— empecé a hablar, y ella resopló —Esto no puede ser— dije.
La chica me miraba cada vez más confundida.
—¿Esto?— preguntó.
—Sí, bueno, lo nuestro.
—¿Por qué?
No respondí.
—¿Estás casado? Es eso, ¿verdad? Tenía que haberme dado cuenta...
¿De qué hablaba esta ahora?
—No estoy casado.
—Mentira.
—Estoy divorciado.
—No te creo.
—No llevo el anillo.
—Solo faltaba, que te me hubieras follado con anillo de boda.
La chica sonaba muy molesta.
—Te lo digo de verdad, estoy divorciado, ¿a ti como hay que decirte las cosas? ¿En otro idioma?
—Prueba a ver.
Y no paraba de vacilarme.
—Pidän sinusta paljon, mutta sinä olet vielä tyttö (Me gustas mucho, pero aún eres una niña)— mi finés aún era decente, aunque hacía siglos que no lo hablaba.
No me daba miedo haberle dicho aquello, ni que Alex fuera a saber finés.
Me reí yo solo, y ella me miró, con una ceja levantada y una media sonrisa en los labios.
Me ardía el cuerpo por dentro, acababa de decir algo muy fuerte.
Dios, me estaba volviendo un cursi, tanto tiempo con Vettel me estaba pasando factura.
—En ole Kimi tyttö (no soy una niña, Kimi)
Mi cara fue un puto cuadro, ¿sabía hablar finés?
Oh mierda.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Ella se echó a reír, y así, como si nada, pero como si todo, cogió mi mano, y entrelazó sus dedos con los míos.
Un escalofrío me recorrió toda la espalda.
Tenía un bombo en la cabeza.
—13 años no es tanto— dijo ella.
—¿Ya lo sabías?
—Claro.
—¿Y voviste?
—Sí.
—Estás loca.
¿Qué coño me estaba haciendo aquella chica? ¿Por qué sentía aquel calorcito por dentro? Menuda desesperación. ¿Cómo se suponía que me tenía que sentir? ¿Qué tenía que hacer? Cálmate Iceman, te estás poniendo nervioso.
—Necesitas alguien joven, de tu edad, yo ya no estoy para juegos.
—Eso no es lo que parecía el otro día.
ZAS, EN TODA LA BOCA.
Pasaba su pulgar por el dorso de mi mano.
—¿Soy poco para ti?— preguntó.
—¿Estás tonta?
—¿Entonces?
—No quiero que lo pases mal.
—¿Y por qué iba yo a pasarlo mal?
Suspiré, y pasé los dedos por mi tatuaje del brazo, el que ponía "Iceman".
—Yo no sé querer, niña.
—Puedo enseñarte.
—Esto no es serio, te has encaprichado de mí.
—¿Qué?
—Te pone que sea mayor, te gusta jugar, se te pasará.
Ella me miraba con un gesto que no fui capaz de descifrar.
—Kimi Raikkonen, tienes la inteligencia emocional de una piedra— se rió.
Con esa risa suya tan bonita.
Coño Iceman, céntrate.
Ya no sabía qué decir para que se olvidara de mí, ella se reía de todo lo que le decía, no me tomaba en serio, tenía una respuesta ingeniosa para todo.
Me estaba matando.
—Kimi.
—¿Qué?
—¿Vas a dejarme hablar ya?
La miré a los ojos, aún llorosos, y con cuidado, asentí.
—Tengo una edad, como para saber lo que quiero y lo que no. No quiero que elijas por mí.
Suspiré —vale—
Ella inclinó la cabeza, y la apoyó en mi hombro.
Me iba a volver loco.
Me iba el corazón a mil por hora. ¿Qué era aquello? ¿Amor? No. De ninguna manera. El Iceman no podía enamorarse, no era capaz.
Alex levantó la cabeza de mi hombro, y con los dedos, y mucho cuidado, giró mi cara hacia ella.
Tío, tendrás 40 años, pero eres peor que un adolescente, ni siquiera sabía qué hacer, o qué esperar.
Me miró a los ojos, y yo solo espero que no viera mi miedo, que no viera que estaba completamente aterrado.
Y me besó.
Pero no fue como las otras veces; no fue un beso desesperado, no fue un beso seductor, ni mucho menos. Fue tierno, cariñoso, yo no estaba acostumbrado a aquello, pero me gustó, me gustó mucho.
Y cuando nos separamos, la vi sonreír como nunca la había visto, y me contagió, y me imaginé sonriendo como un estúpido.
—Esa sonrisa te queda preciosa, Iceman.
Y seguí sonriendo, no podía evitarlo, me sentía bien, feliz.
La abracé, porque me salió, porque lo sentí así.
—¿Por qué yo, niña?
—No lo sé— sonrió.
—¿Estás segura de esto?
—Completamente.Este capítulo va con dedicatoria especial para luriver98 feliz cumpleaños ❤️