Capítulo 37

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-Venga Lando, ¡suéltalo ya!- pedí.
-Primero, he de decir que el tuyo no fue el único coche que estuvo toqueteando el sujeto.
-¿A qué te refieres?- preguntó Seb.
-El problema que tuvo Carlos en carrera, he estado investigando, y tiene la misma causa.
-Dilo ya, Norris- rogaba que el británico lo soltara ya.
-Fue Magnussen.
-¿¡QUÉ!?- Seb y yo nos habíamos quedado a cuadros.
-Si hombre sí, el rubio este de Haas- aclaró Lando.
-¿Y ese gilipollas por qué lo ha hecho?- La ira me consumía muy rápido.
-Tengo una teoría- dijo el McLaren.
-No te hagas tanto de rogar, Lando- pidió Seb.
-Creo que es por lo bien que Carlos y tú os lleváis con James.
-¿Y eso qué cojones tiene que ver?- pregunté.
-Oh vamos, todo el mundo lo sabe, Magnussen es el archienemigo de James.
Seb y yo nos miramos.
-¿No lo sabiáis?
Nosotros negamos con la cabeza.
-Oh vaya, pues... ¡Sorpresa!
-Hay algo que no entiendo- dijo Seb -Magnussen no tiene ni idea de mecánica-
-Eso es lo más divertido- intervino Lando riéndose -Os he traído el vídeo para que lo viérais-
El joven sacó una tablet y nos mostró su contenido, Kevin Magnussen, vestido de Red Bull, estaba agachado al lado del coche, siguiendo sobre él las instrucciones que le dictaba un vídeo tutorial de Youtube.
-Eso sí que es triste- Seb se dejó caer sobre la cama.
-Se va a enterar el niñato ese- dije yo.
-¿Qué vas a hacer?- Lando se sobresaltó.
-Asegurarme de que ese tipo no vuelva a pisar mi garaje, ni ninguna otra parte del circuito- me levanté de golpe, la sangre me hervía en las venas.
-Chloe- Seb me paró -No-
-¿No, qué?
-Que no lo muelas a palos.
-Vettel lleva razón- dijo Lando -denúncialo a la FIA, no te la juegues-
Los chicos me miraban, con ojos suplicantes, no pude decirles que no, sabía que se preocupaban por mí, y que lo que decían sería lo mejor.
Me sentía demasiado inquieta en la habitación, y puesto que había hablado con Seb de hacer los mismos entrenamientos, me lo llevé a la ciudad, a correr. El avión salía por la noche, por lo que teníamos suficiente tiempo.
El parque en el que estuvimos entrenando era precioso, con montones de árboles y flores.
Aquello era surreal, Seb estaba en mucho mejor forma física que yo.
—¡Venga, venga!— el chico se reía, y yo iba muerta, con la lengua fuera.
—¡Seeb no corras tanto!
Él no paraba de reír.
—¡A ver si me pillas, Chloe!
Eché a correr detrás de él, pero alcanzarlo se me hacía imposible. Al final el chico se detuvo, debajo de un gran árbol, y me esperó, un rato después llegué yo.
—Te odio— dije medio ahogándome cuando llegué al árbol.
—Mentira, me quieres con locura— el chico me abrazó, para después besarme.
—No puedo enfadarme contigo, tonto— abracé al chico.
—Oye, cariño— Seb me retiró un mechón de pelo detrás de la oreja.
—¿Sí?
—¿Estás nerviosa?
—¿Cómo lo sabes?
—Cielo... — el chico me sonrió —¡Que vamos a España!—
No pude evitar sonreír —Vuelvo a casa... — susurré.
—Vuelves, cariño, y al fin verás a tus padres.
—Los echo mucho de menos.
—Lo sé, mi amor— Seb me besó la punta de la nariz.
—No lo entiendo.
—¿El qué?
—Te conozco desde hace nada, y siento que sabes leerme, que me conoces mejor que nadie.
—Yo siento que te conozco de toda la vida, Chloe.

[Fórmula 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora