Aquella mañana en Mónaco me desperté antes que Nico, así que me tomé la libertad de pasearme por la casa en la que tanto tiempo había vivido. Todo estaba igual, y a la vez absolutamente diferente a cuando yo estaba aquí. Estaba claro que el chico tenía arte para decorar, pero no sé, a mí me faltaba algo, tal vez todas mis cosas por ahí desperdigadas, como solían estar cuando vivía con el chico.
Cuando volví a pasar por la puerta de la habitación en la que habíamos dormido, él seguía soñando, así que bajé a la cocina para preparar el desayuno, y como me sentía inspirada, hice tortitas.
-Qué bien huele, señorita- aquella palabra me hizo recordar mi primera noche con Seb, pero cuando Nico se acercó a mí, pegando sus abdominales a mi espalda, la imagen se fue de mi mente.
La voz ronca del chico por la mañana era una de esas cosas que echaba de menos. Me abrazó la cintura por detrás y besó mi cuello con cuidado, rozándome con esa barbita de unos días que tan bien le quedaba, como siempre, iba solo en calzoncillos.
-Buenos días Schatz- dije sonriendo, y juro, que lo dije sin pensar, que me salió solo.
-Echaba de menos tenerte aquí, esto es muy aburrido sin ti- el chico frotaba su cara con suavidad por mi hombro, casi como un gato pidiendo mimos.
Yo ya había hablado mucho el día anterior, así que creí que lo más conveniente era cerrar mi tremenda bocaza y guardarme para mi que yo también le había echado mucho de menos.
-¿Qué vas a hacer hoy?- le pregunté, cambiando sutilmente de tema.
-He quedado con Dan en el garaje, hay que mirar un par de cosas de estrategia.
-¿Te importaría acercarme? Yo también debería ir.
-Sin problema, bonita- me sonrió él comenzando a poner los cubiertos del desayuno en la mesa.
-¿Sigues desayunando Cola-Cao?- preguntó.
Yo asentí, y él me lo preparó. Nico odiaba el cacao en la leche, pero siempre tenía un bote guardado, porque sabía que a mí me encantaba. Mira que había pasado tiempo, pero el chico no había tirado el bote que tenía guardado en la despensa de siempre ¿Qué quería decir aquello? Acabé de preparar las tortitas, y me senté a la mesa con Nico. Desayunar con las vistas que tenía su casa era uno de esos placeres de la vida, y si además él estaba allí, mi sentimiento se intensificaba masivamente, lo tenía claro, le echaba mucho de menos.
Cuando terminamos de desayunar, yo subí a la habitación a cambiarme de ropa, mientras el chico fregaba los cacharros que habíamos utilizado. Me puse los vaqueros negros, unas deportivas blancas y mi polo de Red Bull. Como me sentía bien, (y sobre todo, algo más segura de mí misma), me pinté los labios de rojo, y me hice el eyeliner, que aunque no me quedó igual en los dos ojos, me hizo sentirme aún más guapa, estaba que lo rompía. Vi el frasco de colonia de Nico, aquella que tanto me gustaba, y me puse un poco, porque ¿Por qué no?
Estaba lista, cogí mi mochila y bajé al encuentro del chico, que de algún misterioso modo, se había cambiado sin pasar por la habitación.
-Anoche dejé mi ropa en el baño, para que tú pudieras vestirte en la habitación y que no te diera corte- dijo él ante mi cara de sorpresa
-¿Nos vamos?- dijo.
Asentí, y en menos de lo que canta un gallo, estábamos en el pitlane, Nico me dio un beso en la mejilla antes de separarnos, y partí hacia el garaje de Red Bull, donde Max me esperaba nervioso.
-¿Pero tú no llegaste ayer?- me preguntó.
Asentí.
-¿Y por qué mierda no estabas en tu habitación?- estaba confuso.
Levanté las cejas.
-Oh... ¿has estado con el alemán?
Volví a asentir.
-Espera- el chico abrió mucho los ojos -¿Cuál de los dos?- su cara era un cuadro.
-El de los ojos azules.
Max relajó el gesto, pero lo volvió a cambiar al momento -Los dos tienen los ojos azules, estúpida- se rió.
-He estado con Nico.
-Joder, Chloe...
-¿Qué pasa?
-Sabes que yo soy team Seb.
-Ya, bueno... Yo también.
-¿Tú también?
-Eso creo, no sé.
-Eres un desastre- me sonrió él.
-Ay Max, ya lo paso bastante mal yo sola...
-¿Y qué tal es Nico?
-¿En la cama?
Mi compañero se sonrojó.
-Supongo que seguirá siendo igual de bueno que antes- sonreí.
-¿Entonces no habéis... ?
-Qué va.
-Wow, qué fuerza de voluntad.
No estuve segura de si el chico lo decía por Nico, o por mí, pero de igual manera le sonreí de lado.
-¿Qué tal tú con Laia?
-¿Sinceramente?
Asentí.
-Mal.
-¿Y eso?
-Desde que Horner se metió de por medio no ha vuelto a ser igual...
-No me jodas, Max, ¿Qué coño tiene que ver ese con vosotros?
-Es nuestro jefe, Chloe.
Suspiré -Bueno... Supongo que sí-
No sabía muy bien qué hacer, así que abracé a Max con todas mis fuerzas, en ese momento me necesitaba, y yo iba a estar ahí para él, como había estado él para mí cuando lo había necesitado ¿Qué haríamos el uno sin el otro?