Narra Chloe:
Me había vestido rápido y corriendo.
—¿Qué pasa Nico?— pregunté asustada.
—A ver, bonita, tengo que hablar contigo.
Estaba tan nerviosa que no me salían las palabras.
—Respira, Chloe— pidió él, sentándose conmigo y sujetándome la mano —¿Qué estás haciendo?—
—¿Yo? Nada.
—Acabo de largar a Fernando Alonso de tu habitación, piensa mejor tu respuesta.
—Ah, es por eso...
—Sí— el chico me miró a los ojos.
—No lo sé Nico, no tengo ni puta idea de nada.
—Eso me imaginaba...
El chico respiró hondo, frotándose los ojos.
—Tengo tiempo, Chloe, ¿quieres hablar?
Asentí, y yo también respiré con profundidad.
—Fer odia a Seb— comencé.
Nico asintió —Ha sido así siempre—
—Y se ha propuesto superarlo en todo.
El alemán escuchaba con atención.
—Escuché una conversación en la que Binotto le ofrecía a Fer el sitio de Seb— susurré.
—¿Cómo?
—Sí...
—Fernando me está chantajeando; me obligó a ir a cenar con él, si no quería que Seb tuviera problemas en Ferrari.
—Y supongo que de ahí sale la foto.
—Efectivamente.
—Seb la vio, y como yo no le había explicado nada, sacó sus propias conclusiones.
—¿Por qué no intentaste explicárselo?
—A él le da miedo que Fer pueda hacerme daño, y no me hubiera arriesgado para salvar su plaza en Ferrari.
—Es complicado, la verdad... ¿Tanta influencia tiene Alonso sobre Binotto?
—Es una locura, Binotto lo adora.
—Pero... ¿Fernando no te estará forzando a... ?
—No, no, en ningún momento— lo corté yo —Eso es cosa mía—
Nico levantó una ceja.
Saqué el móvil y le enseñé la foto de la modelo con la camiseta de piloto Ferrari.
—¿Qué pasa?— preguntó Hulk.
—Que Leclerc es gay.
Él abrió mucho los ojos.
—A ver, Chloe, esto está plagado de malentendidos— dijo tomando aire —Esa modelo está haciendo una campaña para Ferrari—
—¿Seguro?— pregunté, sin estar muy convencida.
—Juraría que sí...
Estoy segura de que se me quedó una cara de imbécil enorme.
—Entonces, Chloe, vamos a recapitular— dijo Nico estirándose —Alonso te chantajeó diciendo que Seb iba a tener problemas en Ferrari—
—Eso es.
—Quedaste a cenar con él y no pasó nada.
—Efectivamente.
—Pero un paparazzi os hizo una foto y Seb la vio.
—Ahá.
—Se enfadó contigo, y ahí tú viste la foto de la mujer esta— dijo, señalando el móvil.
—Y pensé que se había liado con Vettel— lo completé.
—Es comprensible... Y ya no habéis vuelto a hablar, ¿no?
—Negativo— suspiré.
—Mira Chloe, yo quiero serte sincero.
—Por favor.
—Dejé que te fueras con Vettel, porque él iba a cuidarte mejor que yo, porque iba a quererte de la forma que necesitabas— paró para respirar —Y sigo convencido de que él lo hará mejor que yo. Pero otra cosa que sé seguro, es que en el ránking, aunque yo estoy por debajo de Vettel, estoy por encima de Alonso—
—¿Qué quieres decir, Nico?
—Que te conozco, Chloe, sé cómo eres, y sé que Alonso no es el indicado para ti.
—No lo quiero, Nico.
—Claro que no lo quieres, bonita, porque un trocito de tu alma sigue con Vettel.
—Lo de Fer es... Es... No sé lo que es...
—Es despecho, niña, está claro.
—Bueno... Puede ser.
—Hazme caso, sabes que siempre he querido lo mejor para ti, y el mejor ahora, es Vettel.
No supe qué decir.
—Lo quieres con locura, Chloe, y él a ti también. No podéis dejar que un cúmulo de malentendidos os arruine así.
—No sé qué hacer Nico.
—Está claro, no os enfrentéis entre vosotros, todo lo contrario, tenéis que ser un equipo, luchar juntos contra el problema.
—Juntos...
—Sí Chloe, juntos, búscalo, habla con él.
—Ni me mira, Nico, no quiere saber nada de mí.
—Pero te quiere Chloe, ¿no lo ves? Todos tenemos nuestro orgullo, ¡claro que sí! ¿Tú piensas que no le ha jodido escuchar a Fernando en tu habitación toda la semana? Por dios niña, ¡que se han llegado a cruzar en el pasillo!
No pude evitar sonreír, aquello parecía una telenovela de las que veía mi abuela.
—Lo quiero mucho, Nico.
—Lo sé tonta, así que ve a por él.
—Primero tengo que hablar con Fer.
—Eso es, pero ni se te ocurra ceder a más chantajes sin hablar antes con Seb ¿vale?
—Vale... — asentí.
—Y luego te vas a buscar a Vettel, que te escuche aunque no quiera, tiene que saber la verdad, los dos habéis metido la pata.
—¿Estás seguro de que me escuchará?
—¿Con lo pesada que eres? Completamente seguro— rió.
Nos abrazamos; de esos abrazos largos que hacen falta de verdad, de los de "voy a estar aquí pase lo que pase". Respiré hondo, impregnándome del olor de Nico; era un chico genial, cada día lo tenía más claro, lo quería muchísimo, no de la misma forma de antes, desde luego, pero para mí era un alivio tenerlo cerca.
—Gracias por todo, Nico, me voy a buscar a Fer.
El chico me sujetó la muñeca antes de que pudiera irme.
—Chloe.
—¿Sí?
—Te conozco, no dejes que Alonso te... Distraiga. Por favor— se rió.
Reí con él —Te lo prometo— le di un rápido beso en la mejilla y apreté con fuerza la mano del chico como gesto de despedida.
Más tarde me enteraría de que tendría que esperar al Gran Premio de México para hablar con Fer, porque Nico y yo éramos los únicos pilotos que quedaban en el hotel.