Capítulo 68

491 27 19
                                    

Narra Chloe:
Aquella mañana de Junio se me hacía imposible salir de la cama, era incapaz de separarme de los labios de Seb...
-Un ratito más porfa- pedía yo acurrucándome en su pecho.
Él sonreía con dulzura y me besaba la frente, dándome pequeñas caricias en la espalda.
La luz ya entraba a raudales por las ventanas de la habitación austríaca.
-Amore mio, vas a llegar tarde- me susurró él al oído.
-Pues que espere Max- cerré los ojos.
-No es Verstappen quien me preocupa, cielo.
Gruñí todavía sin abrir los ojos, intentando volver a quedarme dormida.
Estaba ya a puntito de caer rendida cuando sonó el teléfono de Seb.
El chico al ver el número que le llamaba puso el altavoz.
-Buenos días señor Horner- dijo él, mirándome divertido.
-Buenos días Vettel, te llamaba porque creo que tienes algo de idea de dónde está mi piloto, ya sabes, Novoa, la del 13- Christian se lo pasaba bien.
-No me suena, la verdad- se rió Seb, con mis ojos asesinos clavados sobre los suyos -Oh, espera, ¿es esa que va justo detrás de mí en el mundial?- dijo riéndose.
Entre los dos me estaban poniendo de los nervios.
-Efectivamente, Vettel, esa es.
-Pues me parece que sí que está aquí, que esta mañana se le pegan las sábanas.
Horner rió -Mira a ver si me la traes, o me la mandas por mensajería urgente o algo, la necesitamos sin falta-
-Haré todo lo que pueda señor.
-Espero por mi bien que esta no sea tu estrategia para ganar el mundial, chaval, porque lo conseguirías- el hombre sonaba casi como un padre.
Se despidieron, y Seb colgó todavía riendo, me sujetó por la cintura, y como si yo ni pesara ni abultara nada, me colocó a horcajadas sobre él.
-Cariño, hay que levantar- me dijo, incorporándose un poco para besarme.
-Pero tengo sueño...- dije haciendo un puchero.
-Luego nos echamos una siesta, te lo prometo- me sonrió.
Y esta vez sí, aunque un poco desganada, me levanté de la cama y me preparé para las doscientas treinta y dos reuniones que tenía aquel día.
Estaba ya dispuesta a despedirme de Seb cuando sonó mi teléfono.
Era mi madre.
-Hola mamá- sonreí aunque no pudiera verme.
-Hola cariño, tengo una sorpresa para ti.
-¿Una sorpresa?
-Claro- se rió.
-¿Qué es?
-Estoy en Austria.
-¿Cómo? ¿Y tú que haces aquí?
-Digamos que... He venido a solucionar unos asuntillos, ya te contaré, esa es otra sorpresa.
-Me dejas de piedra mamá. ¿En qué hotel estás?
Ella rió a través del teléfono -No estoy en un hotel-
-¿Entonces?
-Ya te contaré cariño, ya te contaré, ahora tengo que dejarte.
Una voz de hombre se oyó de fondo, y mi madre no tardó en colgar.
¿Qué leches estaba pasando?
Yo solo rezaba que la voz de fondo no fuera de mi padre; se habían divorciado hace años, y cada vez que lo habían intentado de nuevo, el problema se había agravado.
Lo había pensado muchas veces, ojalá rehicieran su vida, cada uno por su lado, sin interponerse en los asuntos del otro... Pero siempre se había quedado en un ojalá.
Esta vez sí, me despedí de mi chico con un suave beso en los labios y salí de la habitación.
Estaba esperando en la parada de autobús a que el urbano de las doce me recogiera para llevarme al circuito, pero alguien se le adelantó.
Un Volkswagen Golf blanco se detuvo a mi altura, un chico me observaba desde dentro, con unas gafas de sol y una gorra que le tapaban gran parte de la cara.
La ventanilla se bajó, era el chico de la otra vez, el del Paddock.
-¿Te llevo a algún sitio, guapa?
Hice como que no lo había oído.
-Novoa, no me ignores.
-No me gustas.
-Tú a mí sí.
No supe qué contestar a aquello.
-Venga sube, no tengo todo el día.
-Prefiero esperar al autobús.
-¿Segura?- preguntó, señalando un cartel en el que yo no me había fijado.
"Se suspenden todos los trayectos matinales durante esta semana, disculpen las molestias"
Mierda.
-¿Subes entonces?
Y no me quedaba otra, porque el circuito estaba lejos, y estaba empezando a gotear.
Refunfuñando abrí la puerta del copiloto y me introduje en el interior del coche.
Estaba tensa.
-No te voy a secuestrar, Chloe.
-Ya, bueno...
-No seas terca chica.
-Me suena tu cara.
-Normal.
-Pero no sé de qué.
-Pues es evidente.
El chico conducía con suavidad, se le veía cómodo al volante. ¿Y si era un piloto? ¿Pero quién? Estaba empezando a ponerme nerviosa.
-Yo pensaba que "la Bala" Novoa no se ponía nerviosa- él era quien controlaba la situación, estaba claro.
-¿Tú cómo coño sabes eso?- pregunté, refiriéndome a mi apodo.
-Toda España lo sabe.
Entonces era español. Tenía que saber quien era, seguro que sí, pero en aquel momento no caía.
-¿Cómo está Vettel?- me preguntó.
-Eso no te importa.
Decidí no contestarle, porque aunque yo le hablaba de Seb a todo el mundo, no estaba segura de lo que este señor pudiera hacer con esa información.
-¿Y tú? ¿Cómo estás?- siguió preguntando.
-Incómoda.
-¿Con Vettel?
-Contigo.
Pese a que el chico llevaba gafas de sol, pude intuír como me fulminaba con la mirada desde el asiento del conductor.
En un segundo se me heló toda la sangre del cuerpo.
No tardamos en llegar al circuito, íbamos muy rápido, a velocidades a las que yo solo estaba acostumbrada en el monoplaza.
Al llegar, paramos de un frenazo en seco, de esos que si no vas atado, te mandan a través de la luna delantera.
El cinturón de seguridad me hizo daño en el pecho al frenar, y me cortó levemente la respiración.
Intuía que aquel numerito significaba un "lárgate de mi coche ya, que no te he dejado tirada en una cuneta a mitad de camino porque me ha parecido mal", así que sin decir nada, me desabroché el cinturón y abrí la puerta del coche para salir.
Estaba ya fuera, y dispuesta a cerrar de un portazo, cuando el chico se quitó las gafas de sol y me miró a los ojos, diciendo aquello que tan helada me dejó.
-Soy Fernando, pero tú puedes llamarme Fer.
Y con un acelerón, se marchó.

[Fórmula 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora