-¿Segura que esto es buena idea?- Alex no sonaba convencida.
-Completamente- dije yo.
-Pero me da vergüenza...
-Vergüenza solo para robar dice mi yaya.
-Tu yaya es una santa, Chloe.
-También adoras a mi madre.
-Y a tu padre.
Alex había pasado siempre más tiempo en mi casa que en la suya propia, pues nunca había tenido buena relación con sus padres.
Íbamos bajando las escaleras que daban a la piscina cubierta del hotel. Gracias al grupo de WhatsApp con los chicos me había enterado de que Nico y Dan habían bajado a relajarse un rato. Como le había dicho a Al, era una oportunidad de oro para ella, y no la íbamos a desperdiciar.
El pasillo que llevaba a la zona de piscina tenía el suelo cubierto de baldosines vintage, que trazaban un mandala negro sobre el fondo blanco. Las paredes tenían un pulcro brillo nácar, también por las baldosas, y al final del pasillo, unas puertas de cristal daban a una silenciosa piscina, con cascadas y chorros de agua, en la que únicamente se oía el hilo musical, con esa música espiritual que tan nerviosa me ponía.
Hulk y Dan estaban metidos en la piscina, flotando y dejándose llevar, mirando al techo.
Al abrir la puerta para entrar, esta emitió un chirrido realmente escandaloso, que hizo que Nico volviera a su estado normal, y se nos quedara mirando.
Sonrió y saludó con la mano, yo hice lo mismo, y Al, después de un codazo mío, también.
-Estoy muerta de vergüenza, Chloe.
El bañador que le había conseguido a Alex era un trikini de esos, medio abiertos por todas partes, y medio cerrados a la vez. Ni siquiera el color era discreto, era un blanco súper brillante, que contrastaba con la piel morena de la chica.
-No seas tonta, estás preciosa.
-¿De verdad?
-De verdad- eso no lo había dicho yo.
Alex se sonrojó con velocidad y le sonrió a Nico, que se había acercado para ver cómo estábamos.
Los tres mirábamos a Dan, quien seguía en la misma posición que hacía un rato.
-¿Y si se ha muerto?- preguntó Al, aunque no me quedó claro si era una broma o lo decía en serio.
-Uy, no sé, estaría mirando hacia abajo ¿no?- Hulkenberg le seguía el juego.
-¿Pero no veis que respira?- dije.
-Anda, pues es verdad- Alex respiró aliviada.
-Chicas, ha empezado a hacer un ruido raro.
Los tres escuchábamos con atención.
-¡Se está ahogando!- gritó Hulk.
-Pero si sigue hacia arriba- esta vez Al había pensado antes de hablar.
-No me jodas- dije.
-¿Qué pasa?- dijeron los dos al unísono.
-Está roncando, se ha quedado frito- no pude evitar echarme a reír.
Los tres nos echamos a reír, y aún así, el australiano seguía en el séptimo sueño.
-Déjenme encargarme de esto señoritas- Hulk le tiró una de esas pelotas de yoga a Dan, pero él siguió a lo suyo.
-Vaya profesional... - dije yo con sarcasmo -déjame a mí- dije, y me acerqué al borde de la piscina más cercano a Dan- ¡TACOS GRATIS! ¡TACOS! ¡TACOS Y ENCHILADAS GRATIS!-
Ricciardo se despertó, pataleteando y medio ahogándose -¿Dónde? ¿Dónde?-
Los chicos se reían a más no poder.
-¿Te habías dormido Ricciardo?- preguntó Nico con sorna.
-¿Yo?- el chico se sonrojó -Estaba meditando- sentenció seguro.
-Ya claro- se rió Alex.
-Espera, ¿tú eres... ? Hulk interrumpió a Dan.
-Es la periodista del otro día sí ¿cómo has podido olvidarte de ella tío?- dijo Nico.
Al me miró con los ojos como platos, totalmente sonrojada.
-¿Por qué no puede olvidarse de mí?- me preguntó en un susurro.
-Cuando llegaron de la entrevista dijeron textualmente que estabas bien buena- le respondí.
-¿¡QUÉ?! ¿¡POR QUÉ COÑO NO ME HAS DICHO ESO ÁNTES!?
A mí solo me dio para reír levemente, y encogerme de hombros.
-¿Qué pasa chicas?- preguntó Dan desde el agua.
-Nada, guapo, que Chloe había olvidado decirme algo muy importante- Al sonrió y se sentó en el borde de la piscina en el que estaba el chico.
Hulk se me quedó mirando -Al menos lo he intentado- dijo, cogió su toalla y se fue.
Yo allí sola, sujetando velas, no pintaba nada, así que subí al gimnasio, desde allí podía ver toda la piscina a través de un gran ventanal, y podría practicar aquella afición que había descubierto que me gustaba tanto. Me puse los guantes y estuve un rato golpeando el saco de boxeo, me veía reflejada en el espejo, una gota de sudor caía por cada uno de los mechones de mi flequillo, y menos mal que había sustituído el bañador por ropa deportiva, porque si no aquello no hubiera transpirado nada, y estaría aún más empapada en sudor.
Carlos y James llegaron al gimnasio en aquel momento.
-¡Hey Chloe!- saludó el ingeniero.
-Hombre... Pero si está aquí la Bala Novoa- rió Carlos -¿Cómo vas, Chloe?-
-Aquí me veís, soltando los nervios para estos días.
-Nosotros hemos venido a correr un rato en la cinta, que en la calle se ha puesto mal día- dijo James.
-Odio correr- bufó el piloto.
-Pero es lo que hay, Carlitos, además, tu entrenador ha delegado en mí ¿recuerdas?
-Sí...
-Pues ale, pon la máquina a la velocidad 17 y calienta un rato- dijo el canario, comenzando a estirar.
-¿¡LA 17!?- Carlos abrió mucho los ojos.
Tras quejarse un rato, Carlos empezó a correr, y yo seguí golpeando el saco, eso sí, sin quitarle ojo a la piscina, donde Alex y Dan llevaban un buen rato hablando, y riendo.
Me hubiera gustado tener una foto o algo para enseñaros lo monos que estaban, pero me parecía mal, la verdad. No os vayáis a preocupar, porque encontré una muy parecida en internet. Era una cosa así, pero claro con la carita mona de Daniel Ricciardo.