Capítulo 16

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El gimnasio del hotel era una pasada, tenía todo lo que hubiera podido imaginar, pero seamos realistas, ni siquiera sabía para qué servían la mitad de las máquinas que allí había.
Me acerqué a una cinta de correr, la puse al máximo y cerré los ojos, al volverlos a abrir, me topé de bruces con mi reflejo, me había puesto unas mallas ciclistas negras, y un top deportivo naranja, no solía hacer deporte, no más del imprescindible.
No recuerdo cuanto tiempo estuve corriendo, solo me dejaba llevar por la cinta, trataba de no pensar, pero me resultaba imposible dejar la mente en blanco, demasiadas cosas me estaban atacando, como para centrarme solo en una.
Algo creció en mí, y por algún motivo, estuve segura de que era ira, no entendía por qué, pero estaba ahí, quemándome por dentro. Paré la cinta de correr, y me dirigí a la esquina del gimnasio, allí había un saco de boxeo. Me puse unos guantes que encontré en el suelo y golpeé por primera vez el saco, notando algo de calma en mi interior. Lo golpeé de nuevo, una y otra vez, aquello me estaba aliviando, cuanto más fuerte golpeaba, mejor me sentía. Incluso me pillé a mi misma gritando, mientras arremetía contra el saco, con la intención de sacar todas mis fuerzas. Aquello era una locura, las gotas de sudor me caían por la cara, y por algún motivo, tanta violencia me estaba dando cierta calma. Llegué al éxtasis, gritaba, lágrimas de rabia se mezclaban con el sudor en mis mejillas, golpeaba repetidamente el saco con toda la fuerza que podía. Y de pronto, alguien, por detrás de mí, me sujetó por la cintura, y me paró los puños.
-Tranquila, estoy contigo- susurró Dan en mi oído.
Me di la vuelta, y ver al chico me provocó unas ganas horribles de llorar. No podía más, tenía que soltar aquello como fuera, mis pensamientos se estaban apoderando de mí. Había recordado y entendido todo de golpe, era mucho para mí.
Ricciardo me abrazó, y apoyó mi cabeza en su hombro.
-Suéltalo todo, bonita, suéltalo- el chico me acariciaba el pelo.
En vez de comerme el mundo, éste se me estaba comiendo a mí, no sabía por qué lo que estaba sintiendo era tan intenso, creía que en cualquier momento se me partiría el alma.
Dan me abrazó más fuerte, como para que me diera cuenta de que él estaba ahí conmigo, de que no estaba sola.
Poco a poco me fui calmando, mi respiración se relajó, y las lágrimas dejaron de brotar.
-Eres fuerte Clo, puedes con esto- miré al chico a los ojos, y vi cariño, afecto.
-Gracias Dan- la voz aún me temblaba un poco.
Caminamos hacia una gran ventana, y admirando las vistas, nos sentamos en la repisa.

Caminamos hacia una gran ventana, y admirando las vistas, nos sentamos en la repisa

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-¿Quieres hablar?- preguntó él, y yo sin duda asentí.
-No sé por donde empezar.
-Los medios dicen que fue una especie de ataque de ansiedad, que retenías mucho estrés. Yo no creo que fuera así- dijo Ricciardo.
Lo miré -¿Entonces?-
-Creo que fue por Vettel, Clo, creo que te asustaste por él, y eso derivó al supuesto shock.
Respiré hondo, y sonreí con cierta amargura -Fue mucho para mí, Dan, me asusté, me paralicé-
-No pasa nada Clo, Vettel está bien.
-Dan.
-¿Sí?
-Creo que lo quiero.
-Lo sé.
-¿Lo sabes?
-Solo hay que ver como os miráis.
Me sonrojé, y le sonreí a mi acompañante.
-Oye Dan, ¿qué coño haces aquí a estas horas?- reí.
-Bueno, necesitaba pensar, y creí que esta vista me ayudaría a ello- desvió la mirada hacia la ventana, y los reflejos de las luces se vieron en su cara.
-¿Quieres hablar?- le pregunté.
Su sonrisa tuvo un tono amargo -No, tranquila, mejor en otro momento-
Abracé al chico con fuerza, para agradecerle que estuviera allí, conmigo en aquel momento.
El chico sacó el móvil del bolsillo, entró en su Spotify y seleccionó una canción "Dinosaurs" de Ruby Fields, era una de sus canciones favoritas. Y en cierto modo, representaba un poco todo aquello que estábamos viviendo; porque aquellos niños que soñaban con podios y coches de carreras, habían alcanzado la cima, y ahora solo sentían miedo, creían ser diminutos ante toda aquella inmensidad. Lo que había pasado aquel día, era solo la punta del iceberg, porque siendo realistas, podría haber sido peor. Con los ojos clavados en el horizonte, recordábamos juntos a los grandes, a Jules, que se fue en el circuito, a María, a quien encontraron en su casa, a Schumacher, a quien después de su viaje a la nieve, no han vuelto a ver las cámaras.
La vida, es un concepto tan relativo, porque a veces, vives, pero es como si no lo hicieras, no sientes, no piensas, sufres tanto que has decidido desconectar, y en vez de vivir, te limitas a existir.
Mi cabeza estaba apoyada en el hombro de Ricciardo, aquello había sido solo un susto, una prueba para comprobar que éramos fuertes, pero joder, era tan duro...
-I'm scared of falling not the jump- cantó Dan, a la vez que la canción.
A aquel chico le pasaba algo, estaba segura, si no quería hablar en aquel momento, esperaría, teníamos tiempo, pero iba a ayudarlo igual que él me había ayudado a mí.
Parecía que la música lo abstraía, había cerrado los ojos, y su habitual sonrisa empezaba a dibujarse sobre su rostro. Lo miré, y vi que una lágrima desertora se deslizaba por su mejilla, la recogí con mi dedo índice y lo abracé con toda la fuerza que me quedaba.
-Te quiero, amigo- le susurré.
No obtuve palabras por su parte, no creí que tuviera fuerzas, se limitó a devolverme el abrazo con más fuerza si cabía.
-I used to love dinosaurs when I was a kid- cantó con la música.
Aquel momento fue tan metafórico y Dan estaba tan flojito de ánimos, que yo solo quería que supiera que estaba con él.
Allí, abrazados, y con mi mano acariciando su pelo, nos quedamos dormidos, apoyados el uno en el otro, habían sido demasiadas emociones juntas...

[Fórmula 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora