Narra Chloe:
Me había despertado en una habitación totalmente blanca, en una cama realmente incómoda, y rebozada en un horrible e incómodo camisón, parecía que ya era costumbre amanecer cada día en una habitación...
Esta vez estaba segura, aquello era un hospital, y no tenía ni la más mínima idea de cómo había llegado hasta allí. En ese momento, un enfermero entró en la sala.
—Oh, te has despertado— dijo, mientras anotaba mis constantes en una libreta —Avisaré al médico—
—Disculpa— dije, y el chico se giró —¿Dónde estoy?—
—En la planta psiquiátrica del hospital de Bahréin.
—Gracias.
El chico se fue, y yo me quedé pensando, ¿acaso me había vuelto loca? Intentaba recordar, pero solo conseguía que un fuerte dolor inundara toda mi cabeza sin piedad. Cuando el médico entró, yo estaba sujetándome la cabeza con fuerza, aquello era insufrible.
—Relájate, venga, respira— el hombre me sujetaba la cabeza, y tenía que estar notándola palpitar, yo lo notaba. Fui incapaz de calmarme sola, pero un relajante lo hizo por mí.
—¿Cómo te encuentras?— me preguntó el médico al rato.
—No siento nada.
—¿Nada?
—Absolutamente nada.
El hombre sacó un bolígrafo del bolsillo de su bata, y anotó algo en unos papeles, que dejó en un apartado que tenía la camilla.
—Iré a avisar de que te has despertado— dijo él.
¿A quién iba a avisar? Mi familia no estaba allí...
Cuando el hombre salió de la habitación, me estiré para coger los papeles que el médico acababa de dejar, era mi información, mi diagnóstico y esas cosas."Nombre: Chloe Novoa
Mujer
Edad: 27
Nacionalidad: Española
Diagnóstico: Ingreso en psiquiatría tras traslado en ambulancia por pérdida de consciencia; estado de shock.
Seguro médico: SÍ"¿Estado de shock?¿Por qué? No estaba procesando esa información, pero no me sentía confusa, no sentía nada.
Un hombre entró por la puerta, no tardé en reconocerlo; Christian Horner estaba allí.
—Chloe, ¿cómo te encuentras?
No supe que contestar, la mente se me había quedado en blanco.
—¿Chloe?
Tardé un poco, pero volví en mí, y noté cierta relajación en la cara de mi jefe.
—Creo que bien— dije —¿Cuánto rato llevo aquí?—
Horner miró el reloj —Un par de horas—
—Lo siento— dije.
—No lo sientas Chloe, tú salud es lo primero.
El enfermero de antes entró con una bandeja de comida, aunque no la probé, no tenía ni hambre ni ganas de comer.
—¿Qué pasó?— pregunté.
—Perdiste la consciencia en plena carrera.
Un recuerdo quiso volver a mi mente, pero un borrón negro le quitó el sitio.
—¿Provoqué un accidente?
—En absoluto, chica, no sé cómo, pero te apartaste antes.
—Y... ¿Shock por qué?— incidí.
—No estamos seguros.
Christian se guardaba información, se lo vi en la mirada, pero realmente me fue indiferente. Estaba muy cansada, me dolían todos los músculos del cuerpo, algunos que ni siquiera sabía que tenía, era como si acabara de correr una maratón.
—Verstappen está fuera ¿quieres que lo llame?— preguntó Horner, y al momento regresaba a la habitación con mi compañero —Os dejo solos— dijo, y se fue.
Max me abrazó con fuerza, y yo me removí sin poder evitar emitir un quejido.
—Dios, lo siento, soy un burro— sonrió.
—No pasa nada— dije, y forcé una sonrisa que no convenció al chico.
—Te he traído un regalo— dijo él emocionado, abriendo una enorme mochila de deporte —Ten, esto es para ti— dijo, y me entregó el trofeo del primer premio.
—Gracias Max, eres el mejor— sonreí, aunque mi voz sonaba sin fuerzas.
Mi mirada se perdió en la pared blanca —¿Qué me pasó, Max?—
—Perdiste el conocimiento, creo que por lo de Vettel— dijo él.
—¿Vettel?— pregunté.
—Ahá— asintió Verstappen.
—¿Qué le ha pasado a Seb?— mi mente no estaba reteniendo la información, ni mucho menos, atando cabos.
—Tranquila, está bien— zanjó él la conversación, como si hubiera hablado de más sin querer.
Horner entró en la habitación —Han dicho que podemos marcharnos chicos, ven Max, déjala que se cambie, te esperamos fuera Chloe—
Ambos salieron, y yo, aún aturdida y con la cabeza embotada me puse de pie. El suelo estaba frío, pero me dio igual, mi cabeza estaba totalmente en blanco, no era capaz de pensar en nada. Me vestí sin ser consciente del tiempo que empleaba en ello, al moverme por la habitación me vi en el espejo, en el reflejo me vi extremadamente pálida, un blanco enfermizo, y con unas oscurísimas ojeras que me cubrían la mitad de la cara, por algún motivo, tenía también moratones en las manos, aquello era una locura.
Cogimos un taxi para ir al hotel, yo, levemente mareada, me apoyaba en Max con debilidad, Christian nos observaba desde el asiento del copiloto por el retrovisor.
Cuando llegamos, no tardaron en dejarme en mi habitación para que descansara, Max me metió en la cama, me arropó y se despidió con un beso en la frente y un "te quiero".
Mi móvil estaba sobre la mesilla, lo cogí y entré a Internet, todo estaba lleno de titulares. "Piloto de Fórmula 1 pierde la consciencia en plena carrera" "Explota el depósito de combustible de un monoplaza tras una colisión" "Vettel y Novoa fuera del GP de Bahréin, Bottas se reincorpora". Había recordado todo de golpe, había pasado de no poder pensar en nada a tener mil cosas avasallando mi cabeza. Las sienes me dolían, la imagen del accidente de Vettel y Bottas apareció en mi cabeza, el circuito lleno de humo, mi conversación con mi ingeniero, la ansiedad que había podido conmigo. Inconscientemente me había levantado de la cama, estaba dando vueltas por toda la habitación, mi cabeza era un hervidero, me estaba saturando. Abrí la ventana, y una leve brisa me dio en la cara, aún era de madrugada.
Confiaría en Verstappen, él dijo que Seb estaba bien...
Me estaba agobiando allí metida en la habitación, el espacio se me quedaba corto para dar vueltas, necesitaba soltar toda la energía que acababa de generar, y en ese momento, con el cuerpo aún dolorido, busqué una forma de liberarme.