Capítulo 48

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Narra Rose:
Era el día después de la carrera, y era tan temprano que el circuito aún estaba vacío, nadie había llegado todavía a recoger.
Yo estaba en el box de McLaren, James me había llamado para que le ayudara con no sé qué mierda de la telemetría de la carrera.
En el box no había nadie, James siempre llegaba tarde...
Me senté en el bordillo del pitlane a esperar, pero por una vez, el ingeniero no tardó dos horas en llegar.
-Buenos días tardón- dije con tono de burla.
Él besó mi mejilla -Lo siento, el pesado de Carlos no me dejaba irme-
-¿Por qué?
-Digamos que... Quiere que haga algo por él.
-¿Y no se puede contar?- sonreí.
-A ver, Rose, no sé...
-Venga James, porfa- dije haciendo un puchero.
-Quiere que lo líe con tu hermana- dijo él de golpe.
-¿Cómo? ¡Pero si a Sasha le cae fatal!- me eché a reír.
-Si yo se lo digo, pero no me hace ni puto caso.
-Bueno, yo puedo ayudarte- dije.
-Oye Rose...
-¿Sí?
-¿Y a nosotros quién nos ayuda?
Se hizo el silencio.
-Me gustas mucho Rose- dijo.
No me salían las palabras, tenía un nudo en la garganta.
-Yo...- no me dejó acabar.
-Tú no me quieres, ya lo sé, pero podríamos intentarlo, y a lo mejor...
-James.
-Mejor no digas nada...
El chico se dirigió al interior del garaje, y yo me levanté tras él.
-James- llamé.
-Vamos a trabajar.
-¡Déjame acabar de hablar James!
El chico cerró la boca.
-Tú también me gustas- dije.
Noté como me ponía tan roja como un Ferrari, la cara me ardía.
-¿Cómo?- James abrió mucho los ojos.
Se me cayó el mundo a los pies.
-¿Me vas a hacer repetirlo?- pregunté en un susurro.
Él sonrió -Sí- dijo chasqueando la lengua.
-¡Ay James!- dije dándole un puñetazo cariñoso en el hombro mientras reía.
-Bueno... - sonrió.
Nos miramos a los ojos, y poquito a poco nos juntamos en un abrazo. Era la primera vez que lo tenía tan cerca, pero no fue incómodo en absoluto, nuestros corazones se juntaron en uno, y me sentí más segura que nunca, era feliz.
Intentamos ponernos a trabajar, pero nos fue imposible. Yo intentaba escribir, y James posaba su mano sobre la mía, haciendo que un escalofrío recorriera toda mi espalda.
Trabajar así iba a ser difícil, estaba claro...
Ahora era James quien tomaba apuntes, mientras yo apoyaba mi cabeza en su hombro.
Era el mejor repaso de la telemetría que había hecho nunca, y eso que no me estaba enterando de lo más mínimo.
El chico giró la cabeza, y su nariz chocó con la mía, estabamos muy cerca, sonrojaditos, monísimos, aproximándonos con mucho cuidado, disfrutando cada segundo, y maldiciendo cada milímetro que nos separaba.
-Buenos días ingeniero- gritó Carlos cuando entró al box, vestido con su polo de McLaren.
Por algún motivo, no le prestamos atención, seguimos a lo que estábamos, y el chico se dirigió a su salita.
Narra Carlos:
Me había encontrado a James y Rose dándose todo el lote en el garaje, y como no me atraía especialmente contemplar aquella situación, me metí a la sala de pilotos.
Según entré, mi reflejo me saludó desde el espejo, y retiré la mirada con velocidad.
Ese espejo tenía una toalla por encima, ¿quién coño lo había destapado?
Me dió miedo, pero armándome de valor, dirigí mis ojos al espejo, y me ví.
Decir "me ví" es algo subjetivo, porque llevaba mucho tiempo sin verme identificado con mi reflejo, no me gustaba como me veía, evitaba los reflejos, porque mis rasgos y mi figura me ponían de los nervios.
Y era algo que me tenía que callar, porque nadie me entendía; "si eres súper guapo", "ala, con lo bueno que estás". Todo el día, contínuamente, ¿no entendían que yo no me gustaba? Que gente tan pesada... Además, nadie quería fijarse en que no soy todo físico, nadie se molestaba en conocerme, en preocuparse por mis gustos e inquietudes.
Qué paciencia tenía que tener...
Volví a cubrir el espejo con la sábana de la camilla, ya había sufrido bastante por el momento.
Y me senté en el sofá a seguir dándole vueltas al tema, empiezo a pensar que era masoquista...
¿Yo qué hacía? Protegerme.
¿Cómo? Con pura fachada.
Fingía, todo el rato, contínuamente, aparentaba ser alguien que no era. Porque era la única forma que tenía de refugiarme de los demás.
Prefería que pensaran que era un cabrón, a que se dieran cuenta de que soy un manojo de inseguridades.
¿Cómo podía ser tan difícil encontrar a alguien que me quisiera? ¿O que se molestara en entenderme mínimamente?
Tal vez fuera porque no llego a confiar en la gente, son pocos los que me conocen de verdad.
Había veces que me enamoraba, porque sí, yo era ese tipo que cuando le preguntaban si creía en el amor a primera vista, decía que no, que el amor no existía.
Error, falso, mentira.
He perdido la cuenta de cuántas veces me he enamorado ya a primera vista, pero es que... No lo puedo evitar.
Joder Carlos, eres un completo desastre, si no te aguantas ni tú...
Me llevé las manos al pelo y lo revolví, mientras tanto, la imagen de Sasha apareció en mi mente, y sonreí como un completo imbécil solo de pensarlo, solo por ver sus preciosos ojos en mi cabeza, siendo tan especial, tan como nadie...
No pude evitar pensar en ella.
En cómo la miraban los demás,
Por ser única.
Y en cómo la miraba yo,
Por la misma razón.

[Fórmula 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora