A Max le había faltado poco para tirar mi puerta abajo aquella mañana, se me había llevado a desayunar casi a rastras.
-Mucho quejarte Max, pero poco se habla de mi sudadera de Fernando Alonso- dije llevándome una cucharada de cereales a la boca.
-Es guay- dijo él.
-¿Guay? ¡Es alucinante!- Carlos apareció por detrás.
-Eso es porque es de vuestro país- rió Verstappen.
-Tengo una sorpresaaaa- Ricciardo se había sentado con nosotros.
-¡Oh! ¡Oh! ¿Qué es?- aquello de las sorpresas me emocionaba.
-Si te lo dice dejará de ser una sorpresa mujer, pero te gustará- Lando también se había sentado a la mesa.
-¿Y por qué tú lo sabes?- Max se hizo el ofendido.
-Porque Dan necesitaba una mente joven y brillante- rió Lando.
-¿Habláis de mí?
-Buenos días Charles- le sonreí, indicando la silla a mi lado.
-Vaya, ¿ya estamos todos?- preguntó Ricciardo.
-Falta Ve... - no pude acabar la frase, unas manos fuertes se posaron en mis hombros, haciendo que me estremeciera.
-Yo, faltaba yo- Seb acababa de llegar.
-Es que hoy al señorito se le han pegado las sábanas- dijo Charles divertido.
Max se rió -Que se le han pegado las sábanas dice, que casi me hace falta una banda militar para levantar a Chloe esta mañana.
-Trasnochar no nos vino bien a ninguno, sí que es cierto... - dijo Charles bostezando.
-Ala, ala, exagerados, id acabando que nos espera un coche- Dan estaba ansioso.
-Espero que nos lleves a un spa o algo, estoy muerto- dijo Carlos tapándose la cara.
-Uy sí, el único Spa que vas a ver es el de Bélgica amigo- Lando le pasó el brazo por encima del hombro.
Ricciardo no tardó en levantarnos a todos y sacarnos a la calle, allí nos esperaba un coche enorme, con plazas suficientes como para llevarnos a todos.
-Chicos ¡Todos a la máquina del misterio!- A Dan se le veía en su salsa, se sentó al lado del conductor para darle indicaciones.
Mi asiento daba justo a la ventanilla, siempre lo había preferido, me sentía en cierto modo, más libre. A mi lado, un adormilado Seb me cogía la mano con cuidado, casi como si fuera a romperme. Charles y Lando se pegaban puñetazos con cada coche amarillo que pasaba, casi como un par de niños. Carlos, por su parte, se había puesto sus cascos, probablemente para escuchar reguetón. Max sonreía como un bobo mirando su móvil, yo por mi parte tendría que investigar, aquello era tremendamente sospechoso...
El trayecto se me hizo eterno, tuve mucho tiempo para pensar, y evidentemente, lo primero que vino a mi mente, fue el sueño que había tenido. Miré a Seb, se había quedado dormido como un bebé, y todavía dado de mi mano, era tan mono... Lo que el chico no esperaba, era despertarse de golpe cuando el coche rebotó en un bache de la carretera, abrió sus preciosos ojos azules, y me dirigió su mirada con cariño, dándome un leve apretón en la mano.
No tardamos en llegar a un rincón de la ciudad, donde Dan había encontrado un salón de tatuaje.
Tenía miedo.
Pero me inspiraba más temor que el supuesto tatuador, fuera un tipo vestido de cowboy, que bailaba música jamaicana.
Socorro.
-VAMOS A HACERNOS UN TATUAJE EN GRUPO- gritó Ricciardo emocionadísimo.
-¡¿Qué?!- Vettel se había despertado de golpe.
-¡Guay!- A Carlos le gustaba la idea.
-¡A ti todo te parece guay!- Lando estaba asustado.
Dan nos, literalmente, arrastró al interior de la tienda.
-¿Tienes pensado el tatuaje por lo menos?- preguntó Charles.
Ricciardo nos enseñó un sistema solar.
-Entiendo que es un planeta por cada uno, pero que falte el último es algo cutre tío... - dije.
-Pues aporte algo mejor, muchacha- Dan se hizo el ofendido.
Me froté debajo de la nariz, como hacía siempre que quería pensar, y se me ocurrió una de esas ideas brillantes, con las que te aparece una bombilla en la cabeza. Me incliné sobre el mostrador e hice unos trazos rápidos para enseñárselo a los chicos.-Son las marchas de un coche, por lo de que somos pilotos, y eso- aclaré.
-¿Siete marchas manuales? ¿Te has vuelto loca?- rió Ricciardo.
-Hombre, es porque somos 7 ¿no?- preguntó Max, a lo que yo asentí.
-A mí me gusta- dijo Vettel guiñándome un ojo.
-Yo me apunto- a Charles se le veía feliz.
Lando miraba de un lado a otro nervioso -Yo también-
-Venga, venga empiezo yo- se adelantó Carlos, quitándose la camiseta, joder cómo estaba el chico...
-Lo quiero en la espalda, en el omóplato derecho- sentenció con seguridad, y la máquina de tatuar empezó a emitir su estridente ruido.
Una vez Carlos estuvo tatuado, fue el turno de Dan, quien eligió localizar su tatuaje en el lado izquierdo del pecho, justo sobre el corazón, además de guapo era un chico muy tierno...
Empujamos a Lando a que fuera el siguiente, él decidió hacérselo en la cara interior de la muñeca derecha, para que no se lo tapara el reloj. Se sentó en el sillón temblando, pero todo fue más rápido de lo que él creía, apenas le dolió.
Yo fui la siguiente, mi tatuaje iba en la parte trasera del brazo, un dedo por encima del codo, sentí un cosquilleo algo molesto, pero nada doloroso, y en menos de lo que arranca mi F1, estuve lista.
Charles se sentó, sin quitarse la camiseta y agachó bruscamente la cabeza, su tatuaje iba en la parte baja de la nuca, cuando el tatuador acabó, se levantó feliz como un niño, y no paró de mirarse en el espejo.
Verstappen tampoco se desvistió, una pena, sus marchas iban en la pierna derecha, un poco más arriba del tobillo, lo vi hacer una mueca de dolor, pero ésta solo duró unos segundos.
Seb fue el último, dijo que quería poder ver el tatuaje cuando quisiera, por lo que no eligió un sitio complicado, estampó el dibujo en el antebrazo, en la zona más cercana al codo.
Y por donde habíamos ido, volvimos. Esta vez ilusionados, porque cuanto más mirábamos lo que acabábamos de hacer, más nos convencía, ahora estábamos unidos, de una forma particular, y sobre todo, muy nuestra.