Capítulo 4

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Fruncí el ceño mirando como aquel muchacho de ojos verdes entraba a mi oficina como si nada y se sentaba en la silla que estaba frente a mi escritorio. Tenía una sonrisa de un millón de dólares (no es como si no los tuviera), traía una cajetilla de cigarros en una de sus manos y simplemente esperaba a que yo abriera mi boca.

-¿Que haces aquí?- pregunté colocando un par de papeles en mi escritorio -tengo mucho trabajo hoy.- me quedé quieta mirándolo -¿Quien te dejó entrar?-

-No hay nadie abajo, deja de ser mentirosa.- se sentó cómodo en la silla mirándome -además, hoy vengo como un cliente.-

-¿Enserio?-

Asintió lentamente.

-¿En que puedo ayudarte entonces?-

-Pues abajo uno de tus empleados me dijo que hacían pedidos para eventos en especial.- hizo ademanes con sus manos -así que te contrato a ti y a tu pastelería.-

-De antemano quiero decirte que no hacemos pasteles eroticos ni nada por el estilo.- sonreí burlona.

-Tu enserio eres....- este me miró mal -no te voy a pedir nada de eso.- se cruzó de brazos -necesito un pastel para más de doscientas personas, postres, dulces, chocolates yo que se.- se inclinó contra la silla -el precio no es un problema.-

-Fiesta en grande, ¿eh?- empecé a anotar lo que este estaba pidiendo.

-Digamos que es una reunión.-

-Ya, una reunión.- reí asintiendo -bien entonces te pasaré la factura luego de que te dejemos las cosas en el bur... en tu edificio.- anoté - ¿para cuando quieres todo?-

-Viernes, pueden dejar las cosas dentro el viernes a las seis y media de la tarde.-

-Bien. ¿Estas seguro que no quieres decirme los sabores, o que cosas prefieres?-

-Te lo dejaré todo a ti. Tienes cara de tener buen gusto.-

-¿Gracias?-

-Si, de nada.- le restó importancia -siento que muero de tanto color que hay aquí dentro.- dijo mirando todo -el color rosa me deja ciego, te lo advierto.- hizo cara de asco.

-Pues perdón por no tener una oficina como la tuya.- murmure -además, soy una chica y dirijo una pastelería, me gustan esos colores y cuando vuelvas le colocaré brillos rosas a todas mis cosas.- señalé bromeando -claro, si es que quieres volver.-

Este puso los ojos en blanco.

Luego de nuestra pequeña charla de hace unos días nos hemos estado viendo más seguido de lo usual. A veces este aparecía cuando yo llegaba a la pastelería, o me iba, charlábamos un poco y luego hasta el otro día.

Yo seguía un tanto aturdida después de darme cuenta que mi psicometria no funcionaba en él y eso me tenia inquieta y con demasiadas preguntas en mente.

-¿Quieres ordenar algo más o...?- dije al ver que este dudaba sobre entrar o salir de mi oficina.

-Vayamos a almorzar juntos, Sarang.- lo soltó de la nada mientras metía sus manos a los bolsillos delanteros de sus pantalones de vestir.

Un momento, ¿acaso...?

-¿Disculpa?-

Este caminó había mi y miró su reloj por última vez.

-Te estoy diciendo que vayamos a almorzar.- repitió -antes de llegar había reservado un mesa para dos en un restaurante ya que tenía compañía pero me cancelaron. Odio comer solo así que...- se encogió en hombros.

Sarang;; h.s ||1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora