Capítulo 3

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Mi pierna subía y bajaba con demasiada rapidez mientras miraba a mi alrededor o al menos esperando que el guapo vecino se dignara a dejarme ir. Ya eran las tres de la mañana y era un grave problema si no llegaba a casa hoy, mis padres llegarían como a las seis de la mañana a recoger a mis hermanos.

-Vecin... digo, Harry.- llamé su atención -llevo dos horas sentada aquí, enserio tengo que irme.- dije de manera rápida.

Dejé el vaso de agua que este me había dado en la mesita ratona que se encontraba en frente mio y me coloqué de pie -juro no decir nada acerca de tu burd... tu antro extraño.- murmure -por favor.-

-Sarang, odio a las personas que hablan demasiado y tu en estas últimas dos horas no has cerrado la boca ni por un minuto.-

-Pues perdón señor seriedad pero yo tengo que irme a casa, tengo cosas importantes que hacer.-

-¿Exactamente que haces a las tres y media de la madrugada?- preguntó burlón.

-No es tu asunto.-

-No trates de hacerte la ruda que no te queda.-

-Ya callate.-

-Tu eres la que esta hablando hasta por los codos.-

-¡Porque quiero irme a casa!- di un golpe al suelo con mi pie.

-¡Bien! te acompaño hasta tu auto.-

-No necesito que me escoltes, gracias.- tomé mi orgullo y mi bolso saliendo con la frente en alto de la situación.

Pero claro, al parecer para este hombre la palabra "no" no estaba en su vocabulario y terminó caminando detrás mío poniéndome los pelos de punta con cada paso que daba, él parecía estar disfrutandolo demasiado.

-Este es mi auto.- dije somnolienta -ahora dejame sola.- le quité la alarma -adiós.- subi mientras esté ponía los ojos en blanco mirándome mal como siempre.

A la hora de conducir a casa con suerte no me quede dormida en frente del volante.

Tardé alrededor de treinta minutos en llegar y en un dos por tres ya me habia lanzado a mi cama cayendo dormida al instante. Después de todo no siempre te enteras que tu vecino es dueño de un burdel y que tu psicometria no funciona con él.

Eso es lo que me dejó más sorprendida, como es que no pude ver nada, a pesar de que tiró de mi a su gusto y antojo cuando estábamos dentro de ese lugar.

A veces no puedo entenderme a mi misma, ni como es que puedo controlar lo que puedo hacer.

Tiene que haber alguna explicación para todo esto.

De alguna forma la averiguaria más tarde.

-¡Arriba!- se sintió como si yo hubiera cerrado los ojos hace apenas unos segundos.

Pero de repente mi madre estába ahí lanzandome agua en la cara mientras me movía de un lado al otro.

Soy mayor de edad, una adulta para ser exacta... ¿Que hice para merecer esto un domingo por la mañana?

Seis treinta de la mañana.

No dormí absolutamente nada.

-¡Estoy despierta mamá!- me senté de golpe limpiando mi rostro con los bordes de mi blusa.

-No haces nada todos los días y duermes así, Dios mio Sarang.- aplaudió casi cerca de mi cara -arriba, nos estamos llevando a tus hermanos.-

-Si, si.- me levanté siguiendola. Tanto alboroto solo para eso -¿como les fue en su viaje?-

Sarang;; h.s ||1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora