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Para Carlota, el embarazo de Cristina era doblemente impensable. Estaba casada hacía seis años y en ese tiempo había hecho todo lo posible para quedar embarazada y no pudo. Con su esposo, que la complacía en todo, buscó a toda clase de médicos y supo que era poco probable que ella fuera madre algún día.Nunca había tenido el valor de darle esta noticia a Severiano, quien confiaba en ella y en Cristina la responsabilidad de asegurar su descendencia. Sobre todo, esperaba un nieto varón a quien confiaría la administración de la hacienda y la secuencia de los negocios, y ahora su hermana menor, Cristina, estaba embarazada a los diecisiete años.
Carlota sintió que se le secaba la garganta, la amargura y la envidia recorrían su cuerpo e inconscientemente echaban raíces en su alma. ¿Cómo podría la vida ser tan injusta? ¿Cómo Cristina pudo haber logrado sin esfuerzo algo que había buscado durante tanto tiempo? En ese momento, en ese mismo instante, un indicio de odio hacia Cristina nació en su corazón. Algo que, aunque nunca se lo revelara, siempre estaría allí porque no podía admitir que Cristina le daría a Severiano un nieto, que Cristina fuera madre y ella no.
Cristina se acercó al tocador y se sentó a mirarse al espejo. Tenía miedo de mirar a Carlota, tenía miedo de su reacción, temía que ella se le contara todo a Severiano, pero en ese momento ya no le importaba, ya no le importaba nada, realmente quería que la verdad saliera a la luz porque lo que ella no podía admitir, no podía aceptar era casarse con Federico.
— ¿No me vas a decir nada? — Preguntó Cristina con los ojos húmedos.
Carlota se acercó a la cama donde se sentó y suspiró.
— ¿Qué puedo decirte Cristina? ¿Qué hiciste con tu vida? ¡La desgraciaste, la desgraciaste! — Sentenció Carlota aún sin creerlo.
— No Carlota, no lo hice. Solo quiero ser feliz. Solo estoy luchando por mi felicidad.
— ¿Luchando por tu felicidad? ¿Le llamas luchar por tu felicidad entregarte a un cualquiera, quedar embarazada de él y provocar toda una tormenta a la vida de nuestro padre? —Carlota no pudo evitar la amargura en sus palabras.
— No es un cualquiera, Carlota. Héctor es el hombre que amo y sé que solo con él puedo ser feliz. Él está arreglando todo, nos vamos juntos...
— Por favor, Cristina! ¡Escucha las cosas que estás diciendo! Para que nuestro padre no sepa y que estés haciendo las cosas de esa manera, solo puede ser un muerto de hambre. ¿Te vas y para tener una vida mediocre con muchos niños teniendo todo aquí? No puedes hacer esto con tu vida, tienes 17 años, no puedes tomar esa clase de decisión.
_ Mediocre, Carlota... Mediocre para mí, para mí es una vida como... Una vida sin amor. — Cristina se limitó y evitó atacar la vida de Carlota, que siempre le había parecido mediocre. —Cualquier duda que pudiera quedar si esta fuera la mejor decisión desapareció en el momento en que supe que estoy embarazada.
— Este hombre... ¿Tu novio ya sabe que estás embarazada, Cristina? — Carlota tanteó el suelo.
— Todavia no. No he podido hablar con él desde que lo supe, pero antes de que él lo supiera, ya me había dicho que nos escapáramos porque sabe que mi papá quiere que me case con Federico. ¿Qué piensas hacer? ¿Decirlo todo a nuestro padre? — La indagó Cristina, casi desafiante. Cualquiera que la viera no hubiera imaginado que estaba en un momento tan frágil.
— No sé qué haré... Estás loca, loca... — Carlota estaba desconcertada.
— ¡Entonces ayúdame, Carlota, ayúdame! — Cristina corrió y se sentó en el piso sosteniendo las manos de su hermana. — Ayúdame a escaparme con Héctor, ayúdame a evitar esta maldita fiesta de compromiso mañana, te necesito, Carlota. — Le rogó confiante.
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Las sombras del pasado
Romance¡HISTORIA CONCLUÍDA! Una mujer, dos hombres. El pasado y el presente. Cristina es una mujer que tuvo la vida marcada por las pérdidas y el sufrimiento de que decidieran su vida por ella cuando era solo una adolescente. Años más tarde, se encuentra e...