62- La vida no espera

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***Federico se despertó con una gran resaca después de pasar otra noche tomando, esta vez, solo en la casa

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Federico se despertó con una gran resaca después de pasar otra noche tomando, esta vez, solo en la casa. La campana en la sede de Ojo de Água sonó y sintió que su cabeza pesaba una tonelada cuando se levantó para abrirla. Era Raquela.

— ¿Que haces aquí? — Le preguntó impaciente, ni siquiera le dijo que pasara.

— ¿Es esa la manera de recibirme, mi vaquero? — ella ignoró su hostilidad y fue entrando. — Te ves como un trapo. — verificó.

— Raquela yo no te invité a venir a mi casa, no te invité a pasar. ¿Qué es lo qué quieres? ¡Habla y desaparece por el mismo lugar de donde has venido!

— Mírate, Federico. Mira a esta casa, se parece más a una casa de huéspedes, todo tan impersonal. ¿No te das cuenta de cuánto tiempo perdiste con Cristina?  — Le atacó.

— ¡No hables de lo que no sabes, Raquela! — Le advirtió Federico.

— ¿No sé? ¿Y quien es que lo sabe? ¡solo mírate! No tienes una familia, no tienes a nadie, no tienes la esposa por la que hiciste tanto esfuerzo, no tienes hijos, ¡nada! Mientras estábamos juntos siempre tomaste precauciones...

— Yo no quería tener un hijo contigo, Raquela. Nuestra relación nunca fue un compromiso, ¡y lo sabes! — Federico volvió a mostrarse impaciente.

— Yo podría darte un hijo, una familia, hacerte feliz, Federico. — Le rogó acercándose a él, sin embargo, él le esquivó.

— Raquela, entiende que no quiero tener nada que ver contigo. Y si te digo todo esto tan directamente, es por el poco respeto que te tengo. Entre nosotros siempre fuiste tú quien insistió en que estuviéramos juntos porque yo no quería darte esperanzas...

— ¡Porque yo te amaba, Federico, te amo! — Le volvió a rogar.

— ¡Y yo amo a Cristina! — Le gritó el hacendado. — ¡Siempre la he amado y siempre le amaré! ¡No hay un solo día en que no maldiga esa maldita noche que pasé contigo! ¡Porque si no fuera por eso, hoy estaría con Cristina, la única mujer que me importa, Raquela!

— ¿Por qué me tratas así, Federico? ¿No fue bueno esa noche, no fue bueno cada vez que estuvimos juntos? — Raquela no se rindió.

— ¡No, Raquela, no lo fue! — Federico respondió directamente.

— ¿Qué? — dijo ella sin creerlo.

— ¡No debería haberme acostado contigo nunca! ¡Solo lo hice por orgullo y pagué caro por ello! Sal de aquí, me da asco mirarte porque me recuerda que por ti no tengo a Cristina. La recuperaré, recuperaré a Cristina, pero ... para eso, debes estar donde tienes que estar: ¡lejos de mí!

— ¡Tú y Cristina lamentarán haberme hecho sentir así, Federico, tenlo muy claro!

Enfurecida, tomó su bolso que había colocado en un mueble cerca de la puerta y salió de la sede de Ojo de Agua decidida a vengarse. Federico no le daba mucha importancia a sus amenazas, pero ella se lo estaba tomando en serio.

Las sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora