14 - Lo que nunca me diste

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Acompaña el capítulo la clássica canción de Luis Miguel - Usted

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Acompaña el capítulo la clássica canción de Luis Miguel - Usted

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🎶 Usted es la culparle
De todas mis angustias, y todos mis quebrantos
Usted llenó mi vida
De dulces inquietudes, y amargos desencantos 🎶

La canción que se sonaba en el bar era conveniente con el momento del hacendado. Perdido entre la letra de la canción, se vio envuelto en su propio drama. Su amigo se animó y se acercó, comprensivo.

— Déjame adivinar. ¿Tienes problemas con la patrona? — Le preguntó Joaquim.

— Problemas... Problemas — Repitió Federico dando una de sus características carcajadas. — Para que uno tenga problemas, como dices, hay que haber un vínculo. Lo que yo tengo con Cristina, Joaquín, no son problemas. Es frialdad, distancia, desprecio... — Su voz afectada por el efecto de la bebida también estaba llena de dolor — ¡Desamor, Joaquín! ¡Desamor!

— ¿Y desde cuando un hombre como tú soluciona un problema como este con el alcohol? Ven, te llevaré a tu casa, Cristina debe de estar preocupada. — Joaquín actuó como un buen amigo.

— Tú no has entendido, Joaquín. — Con gran dificultad articuló las palabras, volvió a hablarle riéndose. — ¡No tengo ningún problema, tengo desamor! Ella nunca me va amar. Nunca le he importado, no le importa si vuelvo a la casa o si desaparezco. ¡Nada de lo mío le importa a Cristina! — Repitió con dolor y no pudo evitar que las lágrimas corrieran por su rostro.

🎶 Su amor es como un grito
Que llevo aquí en mi alma y aquí en mi corazón
Y soy aunque no quiera
Esclavo de sus ojos, juguete de su amor 🎶

— Entonces, ¿qué te parece si nos vamos a la casa de doña Estelita, eh? — Joaquín sugirió lo que, en otro momento, seguramente alegraría a Federico. — Seguramente algunas de sus chicas te darán todo lo que necesitas y olvidarás las penas.

— Olvidarla... ¡Olvidarla era todo lo que quería, Joaquim, pero no puedo! ¡No puedo! Esa mujer está impregnada en mí, cómo una fragancia, no existe otra, Joaquín, solo Cristina. Solo ella, solo Cristina existe para mí y es la única que no tengo. Seguía llorando por el efecto de la bebida y del dolor.

— Sí, mi amigo... Entonces, lo siento por decirte eso... estás perdido. Perdido. — Joaquín concluyó lo que Federico ya se había dado cuenta.

***

Eran casi las dos de la mañana cuando Cristina, que no había podido dormir, finalmente escuchó el sonido que importaba: el de la camioneta de Federico entrando en la Plantanal. Rápidamente se puso la bata sobre el camisón y corrió hacia abajo, sin darse cuenta del impulso que estaba teniendo, su angustia era más grande que cualquier otra situación. Al llegar a la puerta de la casa, se encontró a Federico tambaleándose, desequilibrado, prácticamente cargado por Joaquín.

Las sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora