49 - Mirarla a los ojos

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***
Federico entró a la casa de Raquela casi cargado por ella. Ella sonrió cuando se topó con los muebles antes de caer en el sofá. Ella se sentó a su lado y ambos se miraron, Federico aún tenía algo de claridad y se preguntó si debería estar allí con ella. Sabía que, incluso inconscientemente, lastimaría a Cristina. Si lo hiciera... sería inapelable.

Y no es que quisiera lastimarla deliberadamente, no era venganza, era que estaba muy herido por la mujer que amaba tanto y parecía que nunca había sido amado por ella. Y Raquela siempre había demostrado que tenía sentimientos completos y firmes por él. ¿Por qué no dejarse ser amado? Lo necesitaba, en ese momento lo necesitaba.

— No es que me esté quejando, Federico, pero... — Raquel se fue acercando a él en ese sofá. — ¿Por qué estás aquí esta noche?

Federico la miró todavía indeciso, como si quisiera tomar una decisión, a pesar de que el efecto del alcohol en su cuerpo lo superaba. Se levantó, luchando por mantener el equilibrio, y dijo con voz cargada.

— ¡Tú tienes razón! No tiene sentido para mí estar aquí esta noche. Me voy a la casa.

Caminó hacia la puerta, aparentemente determinado, pero Raquela lo detuvo, sosteniendo su brazo.

— No hombre, no te estoy corriendo. — dijo ella mirándolo llena de amor a los ojos.

Se detuvo y permaneció en silencio mirándola y algunas veces mirando a su alrededor.

— Después de todo lo qué pasó... si estás aquí esta noche, es porque tu esposa no se merece que te vayas a la casa con ella, ¿no es así? — Jugó con las armas que tenía.

— No quiero hablar de Cristina contigo. — Le regañó.

— ¡No hablemos! — determinó Raquela — ¡Pero no te vayas! ¡Quédate aquí! Déjame cuidarte hoy, Federico. Te prometo que te haré olvidar todo el daño que te han hecho. — dijo ella besándolo.

No reaccionó, se dejó besar. La tomó por los brazos y la apartó un poco.

— No Raquela, es mejor no hacerlo. — Intentó evitar tomar esa decisión equivocada una vez más.

— Es solo una noche, Federico. ¿Qué de mal puede pasar por una noche? — dijo ella sosteniéndolo de la mano.

El no respondió. Ella lo besó de nuevo y él le devolvió el beso. Tomado por la situación, su dolor y su necesidad, Federico, inconsecuentemente, fue a la habitación de Raquela con ella a los besos, donde pasaría toda la noche.

***

Cristina, en la soledad de su hogar, apenas podía dormir. Como Federico le había dicho que hablarían en la casa, le esperó por muchas horas. Además, incluso si él no hubiera dicho eso, ella lo habría esperado porque siempre lo hacía, se había acostumbrado a esperar a que llegara su esposo incluso antes de que los dos se entendieran. La presencia de su esposo la tranquilizaba, le daba la sensación de hogar. Su corazón estaba lleno de dudas por el regreso de Héctor, pero Federico era su constante, su certeza. No quería perderlo, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por él.

Sin embargo, él no vino... Pasó otra noche sin Federico, sola en su cama, extrañando su calor, la protección de sus brazos y, principalmente imaginando cuánto estaba herido por ella y rechazándola. Era la cosa más dolorosa que jamás había enfrentado. Cada segundo, cada minuto que pasaba sin él y experimentaba el dolor de esa soledad era interminable y la hacía estar aún más segura de lo que no tenía dudas al respecto: quería a Federico, amaba a Federico, quería compartir su vida con él. Si fuera necesario luchar por él, lo haría, ¿él no lo había hecho ya por ella?

Las sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora