¡HISTORIA CONCLUÍDA!
Una mujer, dos hombres. El pasado y el presente. Cristina es una mujer que tuvo la vida marcada por las pérdidas y el sufrimiento de que decidieran su vida por ella cuando era solo una adolescente. Años más tarde, se encuentra e...
El título del capítulo es una referencia a la canción de mismo nombre de la cantante Thalía, la pueden escuchar arriba. En algunos minutos el capítulo 72 que será un poco más corto. Gracias por sus comentários, disfruten de la historia. ⚠️🚨 ALERTA 🚨⚠️ Capítulo con descripción del acto sexual. 🔥🔥🔥
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— ¿Qué fue eso? — Dijo Cristina con asombro.
— ¡No lo sé! — Contestó Federico, alarmado. — Podría ser solo un animal, o...
— Ay Federico, tengo miedo. — Dijo Cristina corriendo hacia la cama y abrazando a su esposo.
— Cálmate mi amor, aquí estamos protegidos. Pero si quieres, saldré a mirar si hay algo. — Trató de calmarla.
— No! No te vayas, te duele el pie. — Ella se preocupó. — Dios mío, solo espero que no entren acá...
— Trata de mantener la calma. La casa tiene cerraduras y, si intentan entrar, nos daremos cuenta. Pero sigo pensando que era solo un animal. Sabes que la naturaleza tiene sus sonidos.
— Tienes que aceptar que no es una situación para que una se sienta completamente segura, ¿verdad? Estamos en una cabaña, en medio del bosque y, como recordaste, hay animales, nadie sabe que estamos aquí y ... hace un momento, alguien intentó matarnos. — Le recordó Cristina.
— ¿Qué hiciste con la pistola? — Le preguntó Federico recordando que fue Cristina quien la tomó de la mano de Raquela.
— La tiré al precipicio.
— Sería bueno si la hubiéramos guardado... — Divagó Federico.
— No! Cristina negó rotundamente. — No quería eso cerca de nosotros.
— ¡Tranquila, mi amor! Sería solo para protegernos por la noche. Ven, acuéstate aquí conmigo, olvida ese ruido, no debe de haber sido nada. — Cristina se acercó y se dejó estrechar por sus brazos, en su pecho con miedo, abrazándolo con más fuerza.
— Una pistola no sirve de nada como protección. Recuerdo que mi padre tenía una en la casa y mi madre le tenía muerta de miedo. Yo también.
— Ya lo sé, ya he visto esa pistola de tu padre en la oficina. Cálmate, mi amor, tratemos de dormir, mañana todo estará bien.
— No sé si podré dormir con esta aprensión. — Ella le confesó.
— Olvida el ruido, todo está tranquilo. No debe ser Raquela, ya debe haberse escapado. Cuando volvamos a Teapa, la denunciaremos y la policía la encontrará. Ella ya no nos hará daño. No te hará nada a ti ni a nuestro bebé.
— Ah, mi amor. — Dijo Cristina, suspirando.
— No tengas miedo. Y... si tienes miedo a dormir, hay cosas más interesantes que podemos hacer aquí en esta cama, ¿no crees? — Le sugirió.
