27 - Dueña de sí

717 76 6
                                    

Ese fue el último gran paso del tiempo en la historia y los personajes que entran ahora permanecerán como la historia se lo pida. Créeme, la secuencia de la historia no los decepcionará, hay mucho todavía que contar. Federico y Cristina ahora terminarán de hacer un camino necesario para aceptar este amor que, aunque doloroso, es tan hermoso. Después... Bueno, entonces veremos cómo lidiarán con el pasado que volverá a sus vidas como indica el título de la historia. Puedo entender que la historia les deje pegadas y apasionadas y me encanta leer sus comentarios, pero recuerden qué hay mucho trabajo aquí para el que no hay sueldo jejeje y a veces una sola palabra puede quitarme el ánimo para que yo la siga subiendo porque lo hago por cariño. La historia está completa en portugués, tiene su público y incluso gente que siempre vuelve a leerla porque les encanta y si la traduzco es porque muchas me lo han pedido.
¡Disfruten la lectura y no se les olvides seguir comentando, recomendando y votando en la historia!

7 años despues

***

Vicenta tocó a la puerta de la habitación de Cristina con emoción, trayendo lo que alegraría su mañana. En su mano, un sobre. Cristina, saliendo en la bata de baño y con una toalla envuelta en su pelo, ni siquiera se vistió, corrió hacia su mano y tomó la carta.

— ¿Es de quién estoy pensando? —Preguntó con una sonrisa.

— Por supuesto! Ya me preguntaba porque hace casi un mes no llegaron cartas. — dijo Vicenta sentada en la silla frente a ella.

Cristina abrió rápidamente el sobre y comenzó a leer la carta. Su rostro se iluminó con las palabras que leyó y el afecto que significaba solo leer esas líneas. Era uno de los pocos momentos en su vida que se sentía completa, que no le faltaba nada. Una de sus mayores satisfacciones es recibir una carta como esa.

— ¿Y qué dice la niña? ¿Ella está bien? ¿Están todos bien? — Vicenta preguntó.

— ¡Todos! Pero ya no es una niña. Mira qué hermosa está Amanda, Vicenta.

Dijo tomando del sobre la fotografía que había venido como adjunto a la carta. La imagen era de una hermosa joven, una mirada astuta y feliz de quien tiene una vivacidad y alegría puras. El pelo castaño claro, la tez blanca y un aire de satisfacción juvenil.

— Sí, Cristina! — Vicenta acordó prestar atención a la foto — ¡La niña se ve hermosa! ¿Y esos ojos? Y me doy cuenta de que es muy inteligente. En todos estos años, ¿Carlota no se dio cuenta de que correspondías?

— Ahora tal vez sí. Pero cuando era más joven lo escondió bien. Era una chica especial, pude ver desde el primer momento. Cuando se fue de aquí le di un regalo. Una caja con una joya y adentro, pautas sobre cómo me escribiría sin que su madre se diera cuenta. Luego fue ella misma quien me envió instrucciones sobre cómo escribirle, para que ella quitara las cartas en el buzón sin que Carlota se diera cuenta. Hoy, creo que ya no se lo oculta de Carlota, pero por supuesto que no le gusta, ya que no le gustó nuestra cercanía cuando estuvo aquí.

— Eso es muy raro. La niña Carlota nunca estuvo complacida con su relación. — Dijo Vicenta.

— ¿Por que te extrañas, Vicenta? —Cristina no estuvo de acuerdo: — Tú eres la que nunca se dio cuenta de la amargura de mi hermana, siempre trata de justificarla, de defenderla.

— Es que ella no es una mala persona, niña. ¡No lo es! — defendió ingenua Vicenta.

— Entonces, ¿por qué es así, Vicenta? ¿Por qué ella siempre hace todo para que yo no sea feliz? ¿Por qué le disgusta tanto que Amanda me quiera? ¿Qué justificación puede haber de que me quiera tan mal? — Cristina no se hizo ilusiones sobre el personaje de Carlota.

Las sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora