52 - Dime la verdad

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Les agradezco a todas que toman la moléstia de leer mi historia y hacen buenos comentarios. Yo me siento infinitamente más motivada a traducirla cuando leo que les gusta la historia y que la quieren seguir leyendo. Ya sé que a algunas puede decepcionar los hechos que pasen en el imaginario o el tiempo que me tardo en actualizar. Sin embargo, a algunas (no todas), les recuerdo que, al igual que ustedes, lo que leo me afecta a mí y no me gusta a veces terminar sintiendo que tengo que pedir perdón por hacer algo que me tomó tanto trabajo escribir y me sigue tomándolo traducir. Comparto mi historia con ustedes con todo el cariño, pero con todos los defectos que ella pueda tener, le tengo mucho cariño a ella también porque sé el trabajo que me costó escribirla. Disfruten y me encanta que la sigan leyendo, porque la escribí con mucho amor. ✨❤️

***

— ¡Te creo! — Le garantizó, Cristina con ojos de amor. — No sé cómo le hiciste, Federico, pero lo lograste! Tengo una confianza inquebrantable en ti, me siento tan protegida, como si nada malo pudiera afectarme cuando estoy contigo. — Dijo ella sin dejar de mirarlo a los ojos.

— Y sobre tu hija... — Dijo con aprehensión.

— Federico no necesitas decirme nada. — Cristina bajó la mirada.

— Lo necesito! — Él le garantizó cogiendo su mano.

Una vez más miró a Cristina a los ojos y, con la misma firmeza en su voz, le garantizó:

— Un día te hice una promesa. Y no te fallaré, mi amor, puedes confiar en mí.

— Yo confío, Federico. Yo confio! —  Dijo Cristina nuevamente, acurrucando su cabeza en el hombro de su esposo, pegando su rostro al de él.

🎶 Por que te prometí, que no iba a dejar de luchar jamas
Que iba a morir por ti
Lo prometí y no voy a cambiar

Te prometí, que si amenazaba la soledad
Iba abrazarte a mi
No voy a dejarte de amar 🎶

Continuaron bailando, movidos y llevados por el amor. Al bailar con ella, olerla, sentir el calor de su cuerpo y su pulso agitado junto a él, olvidaron que estaban en el medio del restaurante y Federico la envolvió en un beso caliente por no resistir a su presencia tan cerca. Él le acarició la espalda cubierta por la textura ligera del vestido desesperado por sentir la piel sedosa de la mujer que amaba en sus manos mientras que el beso fuera más profundo y cálido. Se perdían juntos cuando se besaban.

— Tu olor es maravilloso, Cristina — dijo Federico suavemente al oído — Me vuelve loco. — Dijo frotando su rostro con el de ella, perdiéndose en su cabello negro mientras bailaban totalmente unidos.

— ¡Pórtate bien, Federico! — Le regañó Cristina, un poco sin aliento.

— No puedo. — Dijo rumoreando travieso en su oído.

— Entonces volvamos a la mesa, ¿sí? — Dijo alejándose de él.

Así que cenaron, bebieron vino y se sintieron inquebrantablemente unidos, como habían anhelado toda su vida. Cuando salieron del restaurante, tuvieron que caminar un poco para llegar a la camioneta. El restaurante no tenía servicio de aparcacoches, debido a la simplicidad de un establecimiento en un pueblo pequeño como Teapa. La sorpresa de Federico fue inmensa cuando se dio cuenta de que había una persona apoyada contra la puerta de su camioneta. Cristina la miró con indiferencia cuando saludó:

— ¡Buenas noches! ¿Si no es la pareja más feliz de Teapa? — Dijo con algún cinismo en su voz.

🎶 Antes, que la sombra de nuestro pasado
Intente cambiar el destino y separarnos
Créeme que estaré a tu lado 🎶

Las sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora