45 - Intrigas y dudas

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Federico se quedó intrigado por la actitud de su cuñada. Él conocía su amargura y su envidia hacia Cristina, ¡pero era un hecho! No podía negárselo, Cristina estaba muy extraña últimamente. Siempre insegura, asustada, diciéndole que tenía algo que decir, pero nunca decía nada. ¿Sería mentira que ella lo amaba? ¿Todo sería un invento desde que se había entregado a él? Si fuera así... Si fuera así, no podría soportarlo. Tanto que había luchado por ella y todo lo que habían conseguido valió la pena, pero las palabras de Carlota. Iba a la cascada, en el peor de los casos, tendría una conversación con Cristina para deshacer esas nubes entre ellos. Sí, era mejor no escuchar las intrigas de Carlota, sino saber lo que le pasó a su esposa.

Cristina pasó la tarde con los niños en la pequeña escuela que ya estaba trabajando. Alternaba las clases de enseñanza con Carlos. Amanda ayudaba con todo, también estaba totalmente absorta en este proyecto, involucrada con su tía y su novio. No había muchos niños, solo los hijos de los empleados de Plantanal y algunos de Ojo de água. Finalmente, sintió que se estaba cumpliendo profesionalmente al ver un proyecto que ella misma ideó para trabajar, que la hizo muy feliz.

Sin embargo, al mismo tiempo, estaba preocupada. Desde que Héctor regresó, no podía encontrar la paz, solo cuando dormía en los brazos de Federico y ahora... Desde esa conversación con Marilia, su corazón se aceleró. ¿La estaría engañando Federico? Ella confiaba en él, en su amor, pero Raquela la hacía sentir insegura. No podía evitarlo, la herida de lo que sucedió hace siete años estaba muy viva en ella, tan decisiva en su vida.

Desde de esa imagen, esa imagen que observó en el almacén, tomó un camino diferente en su vida. Nunca había podido mirar a Federico con la misma admiración que antes, la misma admiración que sentía por Héctor porque había esa nube, la nube del engaño entre ellos. Federico no podría ir a ver a Raquela en su propia hacienda, en la cascada, le había jurado, pero... ¿Y si lo hacía? ¿Y si ella hubiera hecho tanto que logró lo que quería de Federico? No quería perderlo, no podía soportar perderlo. Esa tarde iría a la cascada solo para aclararle a Raquela que era su esposa.

***

Héctor llegó un poco temprano a la cascada y observó el paisaje. Ese lugar, ese hermoso lugar. A veces recordaba que estuvo allí con Cristina cuando eran jóvenes. Cómo la vida era diferente ahora y había cosas que no se podían cambiar. Pero así como había cosas que no podían cambiarse, había cosas inevitables. Independientemente de si ella estaba feliz con Federico, si ella elegía quedarse con su esposo, él no podría ser el mismo sabiendo que ella estaba viva y no era justa, no era justo servir a Dios de una manera tan dividida.

A unos metros de distancia, escondido detrás de unas rocas, Carlota ya estaba observando el comportamiento de Héctor. Sabía que pronto llegaría Cristina y poco después Federico. Con suerte, los encontraría en una situación comprometedora y eso sería perfecto. Porque todos son muy fáciles de manipular, pensó Carlota. Fue divertido imaginar la interferencia que funcionaría en la vida de los tres, su amargura fue lo que guió sus actitudes.

Cristina vino a través de los árboles tratando de encontrar algún rastro de Raquela y Federico. Carlota sonrió cuando la vio acercarse. Distraída, mirando a su alrededor, Cristina se topó con Héctor y se sobresaltó.

— Héctor!? exclamó asustada. — ¿Que haces aquí?

— ¿Como asi? Vine por el mensaje. — No entendió su asombro.

— No sé si es conveniente... — Cristina mostró incomodidad con su presencia en la hacienda.

— De todos modos... realmente necesitaba hablar contigo — La interrumpió sin preocuparse demasiado por la situación.

Las sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora