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Creo que voy a vomitar...

-Señor Loncan, creí que usted pertenecía a la zona VIP... ¿Que hace aquí?

Tú tampoco perteneces a esta zona... es la zona de los clientes habituales.

-¿Que hacemos aquí? -continuo. Mis ojos viajan a la puerta rápidamente y luego vuelven a sus lindos ojos. -¿Usted quiere sexo vainilla conmigo? -después de todo es lo que hago. -Esta no es mi zona...

-¿Me tienes miedo, Fresa? -me pregunta deslizándose lejos de la puerta y avanzando hasta mi despacio.

Respiro entrecortadamente y siento que mi corazón se va a salir en cualquier momento por mi boca. A cada paso que él da a mi, yo retrocedo otro. Pongo mi mano en la garganta.

-Fresa, ¿Me tienes miedo?

Me agarra del brazo y me acerca a él.

-Si, Señor Loncan. -admito, dando un respingo.

Intento apartarlo pero atrapa mi mano en el aire y la lleva a su boca, le da un pequeño besito en el dorso. Tiro de mi brazo para tratar de soltarme pero aprieta con más fuerza, y de pronto, me pega un cachetazo.

Lo empujo, pero es demasiado rápido, y termina atrapándome en un parpadeo. Su brazo me envuelve la cintura y me estampa contra la pared. Agarra mis muñecas para intentar ponerlas encima de mi cabeza, pero antes de que me toque, levanto la rodilla y le pego en la entrepierna.

-¡Zorra inmunda! -vocifera agarrándose su miembro con una mano.

Corro hacia la puerta pero antes de que alcance el picaporte me agarra del cabello y me obliga a retroceder sobre mis pasos. Tiro mis manos hacia atrás y trato de quitar sus manos. Con la mano en mi cabello tira mi cabeza hacía atrás, pasa su dedo debajo de mi barbilla y acerca sus labios a los míos.

-¡No! -le grito sacudiendo la cabeza y apretando los labios. -¡No me toques!

-¿Ya te crees con derecho a tutearme? -me tira sobre la cama y se sube a horcajadas sobre mi. -¿No te enseñaron modales, mocosa?

Sus ojos no dejan de mirarme fijamente. Él me agarra del cuello con una mano y trata de besarme a la fuerza. En cuanto sus labios se acerca a la mía, abro la boca y le muerdo en el labio con todas mis fuerzas, como una maldita perra.

Loncan me pega otra cachetada.

Levanto la rodilla para pegarle en el trasero, o en algún lado, y, entonces, sus manos toman las tiras de mi vestido, el de Misty mejor dicho, y los arranca del lugar. Rápido intento cubrirme. Loncan se levanta de la cama y tira con el del borde de mi vestido hasta dejarme desnuda de la cintura para abajo.

Maldita sea. Voy a vomitar.

-¡No me toques, viejo asqueroso! -le pego una patada en la nariz.

Respira entrecortadamente. Loncan, con una mano en la nariz, se quita el saco y me pega una patada en el estomago y me tira boca arriba en el colchón. Loncan se sube a horcajadas sobre mi, me agarra del cuello y trata de meter su mano en mi entrepierna.

De pronto, cuando todo parece perdido, escucho como la puerta se abre con un estruendo, unas pisadas acercarse y veo como un brazo enfundado en una camisa negra pasa por la parte trasera de la cabeza de Loncan y lo arrastran lejos de mi.

-¡Loncan!

¡Dios mío! ¡Gracias, Dios mío!

Tomo una gran bocanada de aire y me siento en la cama.

Estoy temblando como una hoja de papel y mi corazón late muy fuerte. Subo las rodillas contra mi pecho y me abrazo con fuerza, mirando angustiada la cara de Jen, que solamente tiene atención para el cliente VIP.

MENTIRAS CRUELES: Yo Soy Tuya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora