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Apenas puedo dormir en toda la noche. Me preocupa las represalias que pueda tomar Kevin en contra de mi. Lo humillo El Jefe por mi culpa, y eso es imperdonable.

Bajo los pies al suelo y me levanto de la cama. El salón esta vació cuando voy a la cocina a buscarme un vaso de agua. No quiero que nadie sepa de mi presencia asique no enciendo la luz por las dudas.

-Señorita Fresa, que bella sorpresa.

Una mano cruza por mi pecho y se pone encima de mi corazón. El Jefe esta parado al lado de la puerta con una mano encima del picaporte.

-Jefe. -le digo.

-Buenas noches, Fresa. -me contesta con tono divertido.

El Jefe da un paso adelante y cierra la puerta detrás de el. Un escalofrió me recorre por el cuerpo entero.

Empiezo a retroceder para tratar de poner distancia entre nosotros. El corazón me late muy deprisa.

Los labios se le curvan en una sonrisa y es en ese momento, en ese preciso momento, cuando siento el borde de la mesa golpear mi espalda baja. Miro hacia atrás.

-He pensado que quizás le di demasiada libertad y que ha llegado la hora de que me cobre todos los favores que le hice.

Sus ojos negros destilan una expresión llena de maldad pura. Sus labios entreabiertos despiden suavemente el aliento. Él avanza a mi sin ningún inconveniente, lento, tranquilo y provocativo, hasta que llega y me acorrala contra el borde de la mesa.

Pongo mi mano en su pecho, con la clara intención de alejarlo, pero la aparta rápido y la deja detrás de mi espalda. Toma la que esta libre y la deja al lado de la otra, sujetadas por su propia mano. Toma mi barbilla con la punta de sus dedos y su boca busca la mía.

¡No!

Intento resistirme pero me empuja la lengua y después de darle una ultima vuelta soy empujada arriba de la mesa. Siento como su mano empuja mis rodillas contra mi pecho. Intento morderle cuando vuelve a tratar de besarme pero eso solamente lo divierte más. Se ríe de mi.

-¡No me bese!

No pienso dejarle el camino libre sin pelear. Levanto para tratar de darle una patada en medio de la oscuridad y él me agarra desde los tobillos. Ahora mis manos están libres. Las levanto y me empujo hacia mi costado. Caigo al suelo. Ni siquiera hubo tiempo de poner las manos para protegerme y mi brazo fue el que me hizo de colchón. Rápida me pongo de pie y trato de cruzar la sala. Las luces están apagadas pero conozco este lugar de memoria.

-Lo único que logras con estos juegos es prenderme.

Siento como me rodea el cuerpo y me levanta en el aire. Me deja otra vez en la mesa. Sus manos agarran mis muñecas y las deja encima de mi cabeza.

-Escúchame bien, Fresa.

-No quiero -digo.

-Escúchame bien. Te voy a coger.

-No.

Siento su respiración abanicando mi oreja.

-Me canse de los juegos, Fresa.

Niego y trato de convencerle de que me deje ir pero el me besa y todo lo que iba a decirle de ahoga. Muerde mi labio y su lengua tira de la mía hacia su boca y la chupa. Pone su mano en el escote de mi musculosa y la empuja hacia abajo hasta que las tiras terminan por ceder. Me quita las zapatillas, las medias y, muy lentamente, las calzas.

Apenas puedo moverme, el me mantiene prisionera con sus manos y el peso de su cuerpo. Ni siquiera puedo verlo pero la oscuridad no parece ningún inconveniente para el, por que ha logrado dominarme sin esfuerzo. Siento su boca descender por mi boca, mi cuello y mis pechos. Él acaricia mis pechos con sus labios y inhala encima de mi pezón izquierdo. Se inclina, lo besa lentamente le pasa la lengua de arriba abajo.

MENTIRAS CRUELES: Yo Soy Tuya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora