MENTIRAS CRUELES: Yo Soy Tuya

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Me toma los brazos y me pone una esposa en mi muñeca izquierda, pasando la cadena alrededor de la barra de metal que esta al cabezal de su cama, y cierra la otra en mi muñeca derecha. Cuando acerca su boca a mis labios abro la boca y trato de morderlo pero se aparta. Estoy atada en la cama del Jefe. ¿Existe algo más humillante?

El Jefe está sentado a horcajadas sobre mí y estoy completamente desnuda debajo de él. Saca un pañuelo rojo del bolsillo de su pantalón, la enrolla en sus nudillos y toma la punta con la otra mano. Tira de la corbata demostrándome algo. ¿Qué mierda quiere ahora? Él sonríe.

–Te voy a tapar los ojos. –anuncia tranquilamente. –Te quiero completamente a mi merced.

¿Está hablando enserio?

Trato de evitar que me ponga esa maldita venda pero con mis brazos esposados no hay mucho que pueda hacer. No veo nada. Tal como él deseaba, estoy completamente a su merced. Siento como se baja de la cama. Giro la cabeza de un lado a otro, intentando localizarlo, y me sobresalto cuando sus manos se ponen en mis tobillos y tira de mí hasta el borde de la cama. Trato de pegarle una patada... Sé que no es conveniente, pero, no estoy dispuesta a ceder sin pelear aunque sea una vez. No voy a dejar que piensen que soy una presa fácil. Oigo como un cajón se abre y se cierra. Ha tomado otro artilugio más. Bárbaro. Estamos completos.

– Veamos. –susurra – ¿Que voy a hacer primero con este precioso cuerpo?

– ¿Dejarlo en paz? –sugiero.

Es una idea.

Suelta una risita.

–Dime algo, Fresa. –me dice, dejándose caer a mi lado. – ¿Alguna vez haz usado algún juguetito?

¿Un juguetito?

–Tengo casi veinte años, por favor. Tuve una infancia antes de que decidiera meterme en este lugar.

Puedo escuchar su sonrisa.

–Eres adorable. –responde en tono burlón. –No, Fresa. No estoy hablando de esos juguetes. Te pregunto si alguna vez haz usado algún juguete sexual.

– ¿Que es un juguete sexual? –pregunto sin entender de qué habla – ¿Eso existe?

Suelta una risotada.

–Así que es la primera vez de la Fresa...

–No soy virgen.

De pronto siento su boca en mi vagina. Me tomo por sorpresa. Intento retroceder pero me agarra de las caderas y me hace apretar mi vagina contra sus labios. Siento sus manos acariciando mis muslos internos y empujando mis piernas sobre sus hombros. El Jefe me empieza a devorar sin ninguna piedad. Siento como coloca sus manos debajo de mis glúteos, me levanta y con la lengua me repasa de abajo arriba. Oh, grito por dentro. Mis manos se agarran con fuerza de las sabanas de abajo. Rodea mi clítoris y empuja de pronto los dedos dentro de mí, empujándolos profundamente.

Jadeo y me retuerzo bajo las manos y la boca del Jefe. Siento como sube por mi cuerpo con la lengua, como cierra su boca caliente sobre mi pezón derecho, mientras no deja de meter y sacar sus dedos rítmicamente dentro de mí con su pulgar presionando y moviendo en círculos sobre mi clítoris.

–Ah... carajo...

¿Qué mierda fue eso?

No, este alcohólico no me causa nada.

–Sí, eso es, Fresa –lo siento mover los labios en mis pecho –Abre las piernas para mi... muérete de deseo para mí.

No sé qué me pasa. Mi cuerpo ya no es mío cuando estamos juntos. Me retuerzo. Estoy a punto de estallar. De pronto. Me empuja las rodillas contra mis pechos, levanta mi cuerpo desde mis glúteos y de pronto siento como se empuja dentro de mi profundamente. Grito por la repentina invasión y exclamo un alarido cuando siento como mordisquea mi pezón con los dientes. Él se empuja cada vez más profundo y a un ritmo que parece que pudiera romperme en cualquier momento. No tiene piedad. Me sujeta de las caderas, con sus dedos clavados en mi carne como si fuera suya, y cuando mi cuerpo empieza a convulsionar sus dientes me muerden más fuerte y alcanzo mi clímax escandalosamente, jadeando y gritando todo tipo de sonidos desconocidos. El Jefe sigue empujándose hasta que encuentra su propio clímax y se retira rápidamente de mí, sin preocuparse por si me lastima.