MENTIRAS CRUELES: Yo Soy Tuya

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-Señor Jackson, si no deja a mi mujer en este momento, le prometo que lo voy a asesinar y después le voy a mostrar cada una de las imágenes más asquerosas, repugnante y degradantes a su esposa y a sus hijos y me encargare que tiren su cuerpo a la basura como un maldito NN.

¡Esta diciendo pavadas!

El señor Jackson lentamente va bajando las manos de mis caderas y se despide de mi con un gesto de la cabeza.

-Uau... ¿Vas a hacer esto toda la noche?

-Si.

Jen pone la mano en el borde de la barra.

-Voy a alejar a cada idiota que intente meterse contigo. Los voy a matar si hace falta. ¿Contenta?

Su expresión es impasible, pero algo me dice no es un juego.

-Ahora, ¿Podemos subir arriba y terminar con esta estupidez?

Su tono es frío pero su cuerpo tiembla por la rabia. Mierda. Esta muy enojado. ¿Se ofendió? Oh, pobrecito. Ahora resulta que si le abro las piernas a un cliente está mal. Vaya, quien lo entiende.

-Fresa.

Miro a Jen, pero me arrepiento enseguida y termino corriendo la cara otra vez. Esta demasiado cerca.

El Jefe estuvo toda la noche espantando a cualquier cliente que se atreviera a acercarse a mi, siguiéndome a todos sitios y bloqueando mi camino. Sin darse cuenta, lo único que hace es irritarme. Todo en el me molesta porque es un hipócrita.

-¿No me vas a hablar?

Vuelve a ser el hombre tranquilo y dócil de siempre. El baja la mano por mi espalda, la deja en mi cintura y deja la mano abierta sobre mi vientre.

-Bien. Si no me dices no sé que quieres. -Siento como su mano desciende despacio. Bajo la mirada y aprieto las piernas, negándole el acceso. -¿Piensas que me va a detener toda esta gente?

Paso la punta de la lengua por mis labios.

Se muy bien lo mucho que le gusta la exhibición. Él apoya el mentón en mi hombro, pone las manos en mis rodillas y separa mis piernas. Ladeo la cabeza ligeramente y, despacio, levanto la pelvis hacia adelante. Jadea en mi oído. Corro a un lado la falda y le doy un beso en la quijada, en la comisura de sus labios y en su mejilla.

-Si me tocas un pelo, te corto los testículos. -me lanzo hacía adelante y tiro la cabeza hacía atrás. -Buenas noches, Jefe.

Mi lengua acaricia su título, y cuando me vuelvo, le sonrio coqueta. Si pensó que me iba a manipular con sexo si que está mal de la cabeza.

-¿Quieres acostarte con otro? -pregunta furioso -Bueno. Te acostaras con otro pero sera asqueroso y repulsivo.

-Cualquiera es mejor que tu.

Aprieta los puños.

-Volverás de rodillas rogando que te acepte.

La última vez que estuve aquí estaba advertida que si no encontraba un cliente por mis propios medios él lo haría por mi. Pero no creo que se atreva a hacerlo, y si lo hace, dudo que sea capaz de tolerarlo diez minutos. No va a poder soportar verme con otro, él mismo lo ha dicho varias veces. Me muerdo el labio pensando en el escándalo que hará si sucediera.

-Yo solo acato ordenes, Jefe. -me encojo de hombros -Haré lo que usted diga.

Díez minutos después, predecible, vuelve con un hombre con un serio problema de acné y con un muy mal olor. En los ojos de este se ve la lujuria y las cosas perversas que quiere hacerme. Debe ser virgen por la forma en la que apenas se puede controlar al verme.