Siete

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Contrario a lo que sucedió frente a Plaza Miserere, Paulo durmió poco pero bien

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Contrario a lo que sucedió frente a Plaza Miserere, Paulo durmió poco pero bien. Se levantó un minuto antes de que suene su despertador a las cinco, desayunó su pava de mate mientras veía repeticiones de los goles de la fecha, y antes de comenzar su día, decidió disfrutar un poco de su soledad en la terraza.

Fumaba su primer cigarrillo de la mañana mirando al vacío cuando escuchó el ruido de un obturador, giró su cabeza para comprobar que no estaba solo.

—Ay, perdón... Si querés la borro, eh...

—¿Qué cosa? —Paulo no entendía, tampoco entendía qué hacía uno de los vecinos del edificio en la terraza. Ninguno la utilizaba porque les daba pudor subir a su piso, por la cercanía del acceso a la terraza y su departamento.

—La foto que te acabo de sacar. Es que soy fotógrafa y... A veces me gusta capturar cosas cotidianas, momentos, gente... Saliste bien, pero si querés la borro.

La chica dio vuelta su teléfono, enseñando la captura que acababa de tomar, Paulo se acercó y la observó. Levantó la vista hacia la chica, expectante de una respuesta.

—Está buena... Me gusta... —sentenció con una leve sonrisa.

—Puedo mandártela, ¿querés?

Paulo lo dudó, era demasiada interacción con una vecina del edificio. Pero la foto estaba realmente espectacular, sin dudas era buena fotógrafa para haber logrado esa toma con apenas un celular, o el aparato era de última generación. Obviamente, él tenía el número de la mayoría de los vecinos ante cualquier emergencia, pero ella era nueva en el edificio, tenía menos de un mes viviendo allí. Si no era en ese momento iba a ser después, así que aprovechó la oportunidad para actualizar la foto en sus redes sociales.

—Dale, agendame y de paso ya te queda mi celular ante cualquier emergencia.

Paulo le pasó su número de celular, y ella le mandó la foto inmediatamente. Solo le restaba saber quién era ella.

—Y vos... ¿Sos...?

—Erica, del quinto B, soy la sobrina de Rita, la presidenta del consorcio. Me mudé con mi hijo hace poco, me acabo de separar.

—Uh... Que cagada... —Paulo no sabía qué decir ni cómo actuar ante ese tipo de comentarios.

—No, fue lo mejor. Alto sorete, tenía no una, dos amantes. Por mí se puede ir bien a la mierda, pero tengo que seguir viéndole la cara por Lautaro.

Érica río por su comentario, y Paulo de los nervios. Si bien era su reacción natural cuando los vecinos se ponían a contarle cosas que él no había preguntado, la chica era por demás atractiva, se sintió intimidado ante semejante belleza despechada.

«Donde se come no se caga.»

«Donde se come no se caga.»

«Donde se come no se caga.»

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