Cinco días.
Faltaban cinco días para su mudanza, y aún no había hablado con Alba.
Venía dilatando la situación porque aún no se recuperaba de la reacción de Érica. Tal como le había pedido a doña Rita, la mujer se enteró de su partida en la reunión de consorcio que se ofició esa misma noche, luego de comunicarle a la señora en calidad de presidente del consorcio, que ya no trabajaría más con ellos.
Apenas escuchó que Paulo renunciaría en un plazo de dos semanas, Érica corrió hasta el departamento de Paulo con la cara bañada en lágrimas. Si bien sabía que no los unía un vínculo formal, se sintió traicionada por no haberse enterado de primera mano por Paulo.
Y no hubo lugar para excusas, Paulo fue completamente sincero con sus motivos. Le habló de la tentadora oportunidad laboral, los beneficios y las nuevas tareas que iba a aprender en ese nuevo consorcio, y sobre el motivo sentimental que lo obligaba a alejarse. Alba.
Hablaron durante una hora en la soledad de la terraza, inmersos en la oscuridad de la noche, solo alumbrados por las luces de la calle. Llegaron a la conclusión de que era el fin de la extraña relación que tuvieron esos tres años, a pesar de que quizás se seguirían viendo por Luis.
Doña Rita le había propuesto ser el nuevo encargado, y el muchacho aceptó gustoso, con la ventaja de que ya sabía el trabajo que hacía su primo, y que todos en el consorcio ya lo conocían. Solo debía mudarse a la portería, y Rita podría disponer del departamento para alquilarlo, Luis lo había dejado en perfectas condiciones, el alquiler estaba más que saldado con los arreglos que había hecho en el inmueble.
Y si Érica, que estaba enamorada de él, se había tomado a mal su partida, no imaginaba cómo lo tomaría Alba. Para ella era más que su mejor amigo, también era un apoyo moral siempre que tenía alguna crisis con Raúl. Alba sabía que Paulo siempre estaría para ella, no importaba la hora, ni en dónde estaba cada uno. No iba a ser lo mismo estando a algunos kilómetros de distancia, que enfrente o a un par de cuadras, como mucho.
Por ese motivo todavía no había encontrado las palabras adecuadas para informarle a Alba de su partida.
Y entre tantas inseguridades, el tiempo se escurrió como arena entre sus dedos, y solo le quedaban cinco días para comenzar a despedirse. No para siempre, pero sí de sus hábitos nocturnos. Ya no podría acompañarla un rato, todas las noches, ayudándola en el local, o cocinando platos nuevos en la trastienda. Esos momentos son los que más echaría de menos cada día. Volver a la soledad de sus cenas mirando sus resúmenes deportivos era lo que le deparaba el futuro cercano, y no sabía si estaba listo para volver a encontrarse con su olvidado yo ermitaño.
Estaba decidido, no pasaría de ese día para contarle a Alba de su partida.
Tomó el teléfono dispuesto a escribirle para citarla en su departamento dos horas antes de la apertura de su local, pero cuando apenas abrió el chat, su timbre retumbó en el departamento. Suspiró pesadamente, intuyendo que era Érica, pero se quedó petrificado al ver a Alba parada en el pasillo.
—Hola. —Alba saludó con una sonrisa tímida en sus labios—. Justo llegué y estaba la señora Rita, me dejó pasar —se excusó—. Espero que no te moleste.
—¿Me estás jodiendo, Abi? Pasá, justo iba a escribirte para ver si podías venir.
Alba ingresó y besó a Paulo en la mejilla con dulzura, acto seguido, se abrazó fuertemente a su espalda. Y tan perceptiva era con él, que un frío recorrió su espina dorsal mientras lo abrazaba. Se separó con suavidad y lo observó detenidamente.
—Pau... ¿Pasó algo? Te noto tenso.
—No, aunque... Necesito contarte algo. —La sonrisa de Alba se borró en el mismo instante en que Paulo endureció su semblante—. Vení, vamos a sentarnos.
—Pau, me estás asustando. ¿Qué pasa? ¿Raúl te dijo algo? ¿Te hizo algo? ¿Qué...?
—Me voy —soltó sin anestesia, interrumpiendo su cuestionario.
Alba frenó en seco su verborragia, por un momento pensó que era una broma, pero Paulo no podía levantar la mirada del suelo. Tomó su mentón con los dedos índice y pulgar, y le levantó la cabeza, obligándolo a mirarla. Estaba haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para no largarse a llorar y empeorar la situación.
—¿Cómo que te vas? ¿A dónde? ¿Volvés a Misiones? —Ahora era Alba la que pujaba por no llorar.
—No... —Paulo soltó una suave risa, quitándole tensión a la situación—. Conseguí trabajo en otro consorcio, en el edificio que trabaja Luis. Me pagan el doble, es menos carga laboral, otras tareas... Es una oportunidad que no podía dejar pasar.
—¿Y dónde es?
—En Flores, cerca del cementerio. No estamos tan lejos, podemos seguir en contacto.
—Guau... No se qué decirte —titubeó Alba—. Y, ¿qué te ofrecieron para que aceptaras? Creí que estabas cómodo acá, además los vecinos te adoran.
Paulo empezó a contarle sus nuevas tareas, los detalles del departamento que le ofrecían, la buena ubicación del consorcio, y los ánimos de la charla cambiaron drásticamente. Hasta Alba estaba ilusionada y feliz por la oportunidad de su amigo.
Por fuera, porque por dentro, el mundo que había imaginado junto a Paulo se estaba haciendo trizas.
—No voy a negar que me duele perderte como vecino, como amigo... Porque sé que aunque prometamos seguir en contacto, nos vamos a distanciar un poco. La vida, las cosas... Ya nada va a ser igual, Pau.
—Eso nunca, corazón. Vas a seguir aguantándome aunque me mude a otro barrio.
—¿Y cuándo te vas?
—El domingo, porque empiezo el lunes. No necesito llevarme más que mi ropa y algunas cosas, me gustaría estar instalado antes de empezar a trabajar.
—Hoy es martes... ¿Cinco días?
Paulo contó con los dedos sobre su muslo derecho. —Sí, cinco días.
El tiempo se detuvo para Alba, comenzó a temblar levemente mientras hiperventilaba disimuladamente. Cinco días. Faltaban solo cinco días para comenzar a perderlo.
Cinco lunas. En cinco lunas deberían decirse adiós.
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Onírico
Romance¿Por cuánto tiempo un hombre es capaz de soportar una amistad? Paulo estaba solo por elección. Alba en compañía por costumbre. Un sueño. Una amistad de años. Un amor que nunca saldrá del mundo onírico. ⋙════ ⋆★⋆ ════ ⋘ Primer libro de la Serie Frien...