¿Por cuánto tiempo un hombre es capaz de soportar una amistad?
Paulo estaba solo por elección.
Alba en compañía por costumbre.
Un sueño. Una amistad de años. Un amor que nunca saldrá del mundo onírico.
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Primer libro de la Serie Frien...
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Paulo se devoró la hamburguesa mientras esperaba el mensaje de Guido, que no llegaba más. Eran las once de la noche, hora del cierre, y el chico todavía no le había escrito. Supuso que Alba andaba cerca, y que lo haría al día siguiente. Se fue a dormir con el teléfono bajo su almohada, y cuando estaba comenzando a conciliar el sueño, su teléfono vibró.
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Sin perder tiempo, envió una nota de voz.
—Nada... Bah, no lo sé con exactitud. Hoy vino un tipo de parte de Raúl, a decirme que me aleje de Abi o la iba a pasar mal. El tema es que no quiero alejarme de ella porque le rompería el corazón, pero tampoco sé si contarle por qué me alejo de ella, tengo miedo que lo enfrente y sea peor. No sé qué hacer.
Envió el audio que Guido escuchó al instante, aguardó su respuesta impacientemente. Finalmente, recibió una nota de voz.
—Ay, bro... Te dije que el tipo era desagradable. Y te entiendo, a mí me tiene amenazado porque sé su secretito. Me amenazó con llevarse a mi hermanito, me dijo que tenía una familia de poder que pagaría buena guita por él. Yo también quiero decirle a Alba la clase de tipo que tiene al lado, pero no puedo.
Paulo escribió lo siguiente, pues no se atrevió siquiera a preguntarlo en voz alta.
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Desesperado, Paulo no aguantó el delay del chat y llamó a Guido.
—Guido... ¿Qué es esa foto? —Ni siquiera saludó al muchacho cuando lo atendió.
—Pau... Raúl tiene otra familia, por eso las desapariciones que hace sin explicación. Tiene dos hijos, uno de cuatro o cinco años, y supongo que un bebé recién nacido, porque la mujer en la foto estaba embarazada. ¿Por qué te creés que no quiere más hijos?
—¿Cómo te enteraste? —quiso saber Paulo.
—A cientos de kilómetros de acá, el mundo es chico —filosofó con un hondo suspiro—. Fuimos de vacaciones con mi familia al sur, estaba en el parque nacional Los Alerces. Lo vi con la mujer, una chica de la misma edad de Alba. Y esa criatura, que es igual a él. Lo enfrenté. —Guido comenzó a recordar mientras se le quebraba la voz—. Le dije que le iba a contar todo a Alba y ahí se transformó.
—Pero ¿qué te dijo? —Paulo se impacientó ante el silencio de Guido, quien intentaba no hablar de más por temor a las represalias, después de todo Paulo seguía siendo un desconocido para él.
—Empezó a decirme cosas... Horarios, los nombres de mis viejos, en donde trabajaban... —ahogó un sollozo—. Y me nublé, fue ahí cuando me dijo que si Alba se enteraba de esto, mi hermanito iba a pagar las consecuencias. Que tenía una familia en el exterior que, cansada de no poder concebir, estaba dispuesta a pagar por un hijo.
Guido comenzó a llorar del desahogo. No había compartido ese pesar con nadie más que con Cristian, quien no podía hacer mucho por él. Quizás, si Paulo lograba alejar a Alba de Raúl a través de su amistad... Pero era imposible de sólo pensar. Tarde o temprano, alguien pagaría con su vida la obsesión de Raúl, si no era Guillermo, el hermano menor de Guido, iba a ser el propio Paulo.
La diferencia, era que Paulo era un ser adulto y racional, con más herramientas a la mano que el pequeño Guillermo. Paulo sí podría defenderse, él era el único que podía cambiar la vida de Alba.
Con más incertidumbres que certezas, Paulo trató de consolar a Guido a través de la línea telefónica. —¡Ey! Tranquilo, esto no se va a quedar así.
—¿Y qué vas a hacer? A esta hora, Raúl ya debe saber hasta cómo se llama tu tatarabuela. Si te visitó uno de sus mulos... Ya sabe todo de vos.
—¿A vos también se te apareció uno a apretarte?
—Es su manera de decir que te tiene vigilado. Así que... —Guido suspiró hondo—. Si te estás comiendo a la estirada, es preferible que te dejes ver con ella, así lo dejás tranquilo. Cuando el que te vigila le pase el reporte, se va a dormir. Mientras... Quizás Alba se enamore de vos, pero si estás con la estirada no te va a decir nada, pero a Raúl capaz lo deja...
—Guido, en serio... ¿Te escuchás las cosas que estás diciendo? Es muy de película...
—Es la única salida para que nadie salga lastimado. Ni vos, ni Guille, ni yo. Ni ella, por supuesto.
—Igual... Algo más tiene que haber —reflexionó Paulo en voz alta—. Que sea bígamo no es razón para tener su pequeña oficina de mafia... Hay algo que no sabemos, y creo que eso es peor que tener dos familias.
—Yo también lo pensé, pero después de todo esto te juro que no quiero ni tenerlo cerca.
—Yo te voy a ayudar. No estás solo, esto ya es algo que nos toca a los dos, de distinta manera. Pero es lo mismo. Vos seguí como venías hasta ahora, yo voy a ver qué puedo averiguar. Tengo un as bajo la manga que vos no tenés.
—¿Qué es?
—Treinta departamentos de viejas chismosas. Te aseguro que ellas saben más que nosotros dos.
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NOTA: No se crean que en Argentina los números de celular son tan cortos. Puse ocho números al azar, y al subir el capítulo decidí borrar la mayoría para preservar el número de sabe Dios quién. Σ(ಠ_ಠ)
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