—Pero mirá quien llegó. Paulito.
—Ya era hora de que te aprendieras mi nombre —ironizó Paulo sin mirarlo a la cara—. ¿Y? ¿Cómo está tu hermana? —completó sin volver a mirarlo, pero al no recibir respuesta se dignó a observarlo. Estaba pálido, y con signos visibles de que las heridas y cicatrices no eran las propias de una caída accidental. Se sintió poderoso y continuó—. ¿Estás bien? Ni que hubieras visto un fantasma.
—No te hagas el boludo, viniste a ver si tus matoncitos hicieron bien su trabajo.
—Al parecer no, por la manera en la que me estás respondiendo. —Esta vez le respondió con una pizca de ironía mientras observaba su celular antes de guardarlo en su bolsillo.
—¿Qué querés? Decime qué mierda querés, si puedo dártelo lo vas a tener.
Paulo meditó muy bien su respuesta, por más que Raúl se mostrara fuerte ante él, lo veía dócil y debilitado. Claramente, su cuerpo ya no estaba en condiciones de andar metido en riñas de puño. Debía aprovechar bien el pedido.
—¿Qué quiero? A Abi quiero. —Las facciones de Raúl comenzaron a endurecerse—. No de la forma que estás pensando. Alba es mi amiga, curiosamente el primer amigo que tiene fuera de Guido y Cristian. Quiero que la dejes en paz, que la dejes hacer su vida. Que no la persigas ni la controles. Porque si lo hacés, yo me voy a enterar. Donde vea uno solo de tus idiotas controlando a Abi, la vas a pasar muy mal. ¿Entendiste? ¡Entendiste! —reiteró golpeando el vidrio del mostrador, que no resistió el impacto y se rajó al medio.
—¿Y pretendés que te crea que no querés revolcarte con ella? ¿Qué ganás con eso? ¿Eh? ¿Tener vía libre para levantártela?
—¿Tan baja tenés la autoestima Raulito? —respondió con un tono lento que intimidó levemente a Raúl—. ¿Qué pasa? ¿Te pesan los años? Es bueno que sepas que Alba es una flor marchitándose en tu pantano. Hay algo más allá del sexo, ¿sabías? Las mujeres también pueden ser buenas amigas, y eso es lo que Abi es para mí. Una amiga, mi mejor amiga. Y me cansé de verla sufrir por un imbécil que no vale la pena.
—¿Qué dijo de mí? —indagó con un tono sombrío que alertó las consecuencias que podía acarrear con Alba.
—Yo no tengo por qué decirte lo que hablo con Alba...
—Soy su marido, tengo derecho de saber qué pasa con mi mujer —lo interrumpió, elevando un poco la voz.
—¡No es tu mujer! —gritó Paulo volviendo a golpear el mostrador, provocando que se agrietara más—. Primero, no están casados, y segundo, no es un puto objeto de tu propiedad. A ver si vas entendiendo en esa cabecita calva que quiero que dejes de controlarla—enfatizó mientras golpeaba la frente de Raúl intermitentemente.
—Y si no lo hago... ¿Qué? —lo desafió Raúl mientras con un gesto de su mano impedía que sus hombres se acercaran a Paulo—. ¿Me vas a matar?
—No, ya suficientes ratas mato en el sótano del edificio como para matar una más. Pero... —Paulo se alejó del mostrador con aire pensativo—. Ando con ganas de tomarme un cafecito con tu mujer legal y tu hijo, no sé... ¿Creés que estará libre esta semana? Quizás Alba quiera acompañarme, después de todo, estuvo muy preocupada por tu hermana... Esa hermana que vas a ver cada vez que te tomás el palo. —Raúl empalideció mientras separaba lentamente los labios en señal de asombro.
—¿Quién te dijo eso? Fue el mocoso de mierda que trabaja con Alba, ¿no?
Paulo frenó mentalmente la conversación, había involucrado a Guido sin querer, cuando le había prometido que lo dejaría al margen de lo que él pudiera hacer. Volvió a pensar bien los movimientos por una fracción de segundo, no podía mostrarle a Raúl que sabía esa información gracias al chico.
—No sé qué mocoso decís, yo no conozco ningún mocoso. Conozco a los dos únicos amigos que le dejás tener a Alba. Justamente por eso, porque son chicos, no son una amenaza a tu masculinidad jubilada. Y no, ellos no me dijeron nada, yo no necesito mandar a investigar a nadie. —Si bien era cierto que Guido le había pasado el dato, Marcos se encargó de averiguar por sus propios medios el dato de la familia oculta de Raúl, y dio con el nombre de la madre de su hijo: Malena. Era la única prueba que tenía para desligar a Guido—. Pero bueno... Yo no se los pedí a los chicos, ellos lo hicieron por voluntad propia, querían saber qué tan sucio estás y nos encontramos con que tenés a Malena escondida debajo de la alfombra.
Raúl tragó saliva, comenzó a entender que los amigos de Paulo iban más allá de golpizas amenazantes. Él mejor que nadie sabía cómo operaban esos grupos, lo había hecho cientos de veces con los morosos incobrables. No contaba con que sus conocidos fueran tan peligrosos como lo era él mismo.
—¿Qué pasa Raulito? —lo amedrentó Paulo—. Te cagaste todo, ¿no? ¿Encontraste uno más joven y más loco que vos? Voy a ser bueno, porque me caes bien. Podría pedirte que dejes a Alba, pero prefiero esperar a que ella solita se dé cuenta de la basura que tiene al lado. Así que vamos a ir cerrando en lo siguiente. Si ella te deja, la vas a dejar ir. ¿Entendiste? —Raúl se llamó al silencio, pero Paulo insistió—. ¡Entendiste, la puta madre que te parió! —Paulo golpeó el mostrador nuevamente, y el vidrio se hizo trizas. Raúl solo movió la cabeza afirmativamente, manteniendo su postura firme mientras tragaba saliva—. Bien, nos vamos entendiendo.
—Esto no se va a quedar así... —susurró Raúl, pero Paulo alcanzó a escucharlo.
—No, claro que no. Quiero el vidrio arreglado para la tarde, no quiero que Alba sepa que tuvimos esta charla. Así que dale —chasqueó los dedos—, en vez de mirarme con cara de pelotudo ponete a buscar un vidriero que atienda emergencias.
Y se alejó del local con aire de suficiencia, ya una vez dentro de su departamento, estalló en un ataque de carcajadas, mezcla de miedo, adrenalina, y por lo irrisorio que le resultó la situación. Había hecho algo que siempre había jurado no hacer: involucrarse en los negocios de sus primos.
Pero la felicidad de Alba estaba en juego, por ella haría lo que fuera necesario. Solo rogaba que su instinto, todos, tengan razón en cuanto a los sentimientos de Alba.
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Onírico
Romance¿Por cuánto tiempo un hombre es capaz de soportar una amistad? Paulo estaba solo por elección. Alba en compañía por costumbre. Un sueño. Una amistad de años. Un amor que nunca saldrá del mundo onírico. ⋙════ ⋆★⋆ ════ ⋘ Primer libro de la Serie Frien...