Dieciocho

505 66 31
                                    

Cuando Paulo despertó por la alarma, Érica ya no estaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Paulo despertó por la alarma, Érica ya no estaba. Tomó su teléfono y ahí estaba la llamada de Alba de la noche anterior, y tenía mensajes de las dos. Primero abrió el de Érica.

Sonrió cómplice de su charla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sonrió cómplice de su charla. Suspiró pesadamente y abrió el chat de Alba.

Y cerró el chat

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y cerró el chat. Lo mejor era comenzar a tomar distancia.

Durante todo el lunes mantuvo la cabeza ocupada en su rutina, y cuando terminó su turno, exhausto porque los lunes siempre limpiaba un poco más, sumando al condimento de la fogosa noche que vivió, flaqueó en ir al supermercado. No tenía ganas de comprar, y mucho menos de cocinar. Quizás... Si iba una vez más para apaciguar a Alba... Y tal vez comenzar a distanciarse... Cruzó sin pensar de más.

Pero apenas entró, Alba sonrió ampliamente. Guido y Cristian también sonrieron, algo sorprendidos de verlo luego de como se había retirado la noche anterior.

—¡Pau! —Alba rodeó el mostrador, y cuándo estuvo frente a Paulo se colgó de su cuello en un abrazo—. ¿Cómo estás?

—Hola, Alba. —Correspondió a su abrazo, pero de manera distante. Ella se soltó al sentir la frialdad en sus palabras, lo observó confundida—. Solo vine a buscar comida, estoy muy cansado como para cocinar.

—Lo sé, elegí lo que quieras y te lo preparo.

—¿Pastel de Papas? ¿Tenés?

—Desde que te conocí, siempre aparto una porción. Ya vengo.

OníricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora