Feliz cumple, Baloo

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•Capitulo 36•

Karol

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—¡Feliz cumpleaños!—gritamos todos mirando a Ruggero.

No estoy en mis mejores ánimos ahora pero no quiero arruinar su cumpleaños, ya tendré tiempo para hablarlo.

—Feliz cumple, Baloo —lo abrazo, él sonríe y me abraza aún más fuerte.

Sé que espera que yo diga algo más, tal vez que pregunte por Bianca, pero no lo haré, quiero que me cuente él, necesito que tenga la confianza y decencia suficiente de mirarme a los ojos y decirme que estuvimos engañando a su novia por unos meses.

Sin embargo, ahora no, toda la familia lo viene a felicitar y luego comimos el pastel.

—Vamos, les voy a mostrar su cuarto —Isabella nos habla una vez que todos se fueron, ya son como las tres de la madrugada así que sin esperar mucho, la sigo.

—Wow —no puedo evitar decir al ver la  inmensidad de la habitación.

Tiene dos camas ridículamente grandes, ni hablar de los armarios, en ese armario puedo caber yo y vivir a gusto allí dentro.

La luz es tenue, dando una sensación de tranquilidad, las sabanas rosa pastel, las cortinas blancas y elegantes, todo parece costoso.

—En un minuto les traen sus cosas, si quieren algo de tomar pueden ir tranquilamente a buscar, siéntanse como en su casa —nos brinda una sonrisa.

—Gracias —Carolina y yo decimos al unísono.

Isabella sale y corremos a las camas. Es muy cómoda, como si fuera una nube, tan suave, no tengo idea de como me voy a levantar de aquí.

Tocan la puerta y me sobre salto.

—Pase —grita Carolina.

Entran dos señores altos y bien vestidos, uno trae la valija de Carolina y el otro la mía, lo dejan frente al armario seguido de unas tazas con una tetera detrás, se despiden y se van.

—Genial —Caro se levanta y se sirve un poco de té.

Me levanto para ver un poco mejor la habitación, no tiene mucho, un baño, dos camas, una gran ventana con balcón y una alfombra.

Busco mi pijama entre las cosas y me lo pongo, quiero estar cómoda y además ya hace bastante frío.

—¿Hablarás con Ruggero? —mi amiga habla mientras se pone su pijama también.

—Tal vez —me siento en esa suave y calentita alfombra para agarrar una taza.

Y como si fuera arte de magia, Ruggero aparece en la ventana abriendola bruscamente dejando que el frío viento choque contra mi piel. Sus labios estaban temblando, al igual que él, su fino pijama no lo cubre de este frío que empieza a hacer.

—¿Estás loco? —lo ayudo a entrar a la habitación, Carolina solo observa sin decir nada.

—Quiero hablar contigo —se las arregla para hablar.

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