¿Quieres estar cansada, Mowgli?

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•Capítulo 24•

(Maratón 3/5)

Karol

¿Por qué es tan difícil dormir? ¡Vamos Karol!

Me doy vuelta y vuelta, no hay caso, me destapo, me vuelvo a tapar, nada.

Mi celular vibra y lo tomo rápidamente, un mensaje de Ruggero.

Rugge: buenas nochesssssss

Yo: serán para tí, descansa Baloo.

Rugge: ¿por?

Yo: no puedo dormir 😔

Rugge: ¿Quieres venir? Agustín se fua a quién sabe dónde 😒

Yo: no lo sé ¿y si nos descubren?

Rugge: no hay seguridad, no hay nadie, ven.

Yo: ok, voy.

Apago mi celular y muerdo mi labio, tengo miedo que nos descubran, una vez ya lo hicieron y nos perdonaron, ahora ya no lo sé, no creo en las segundas oportunidades viniendo de Valentina o su grupo.

Miro a Carolina quién está profundamente dormida.

Mañana tengo clases temprano, son las diez. ¿Qué hago?

Suspiro, ya que. Me levanto de la cama y me voy. Cierro la puerta lo más cuidadosamente posible y miro a todos lados. Nadie.

¿Porqué no están los de seguridad?

Bueno, mejor así.

Subo las escaleras silenciosamente, siempre atenta. Ya una vez en el piso de Ruggero miro a todos lados y entro rápido, él se sobresalta ya que estaba sentado en su cama con el celular y yo entré muy brusco.

—Perdón —le digo entre risas.

—No pasa nada, trata de tocar la próxima —me dice riendo y yo asiento. —¿Cómo es eso de que no podías dormir? —me pregunta sacando su remera y tirando a algún lugar de la habitación.

Espero que no sea lo que estoy pensando, o mejor que si sea, ya tengo ganas.

—Si, es que no estoy nada cansada, tengo energía para rato así que no creo poder dormirme —le digo.

—¿Quieres estar cansada, Mowgli? —pregunta en un tono seductor.

—Si, ¿y tú, Baloo?

—No puedo esperar más —y eso es lo último que dice antes de agarrarme por la cintura y unirnos en un beso, nada tierno, es desesperado y salvaje, nuestras lenguas se encuentran rápidamente y se enredan entre ellas. Muerdo su labio inferior levemente.
—Dime lo que te gusta, debemos saber los gustos sexuales de cada uno —me besa una vez más.

—Pues... —suelto un gemido ya que el toca mi cuello con sus labios y eso me encanta. —Me gusta que besen mi cuello —él lo vuelve a hacer y yo sonrío.

Caminamos a la cama pero lo detuve de repente.

—¿Qué pasa? —me pregunta, viéndolo así con sus ojos brillantes, sus labios hinchados y sus mejillas rojas me hacen querer cojerlo todo el día, si perdón, mucha sinceridad.

—La puerta —es lo único que debo decir para que el vaya y la cierre con seguro, o sea estaba cerrada pero sin seguro, ya entienden.

Me siento en la cama y el se lanza a mí haciendo que me acueste y el queda encima mío mientras me sigue besando.

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